El incremento de la tercera edad en el año 2025
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2001 )

Para imaginarse el futuro de la población mundial, basta echarle una mirada a Europa, donde ha bajado considerablemente la tasa de natalidad y se ha incrementado en forma dramática el porcentaje de viejos. En Alemania por ejemplo, ya el 22 % de la población es mayor de 60 años, y se espera que para el año 2025, este porcentaje se haya elevado a 35% (la mayor parte de ellos serán mujeres). Al mismo tiempo se espera que la población total decline en un 8% para esa misma fecha.

Todo parece indicar que igual tendencia ocurra en todos los países industrializados. Estados Unidos es un caso atípico, ya que aun cuando ha disminuido la natalidad, se espera que continúe el flujo de inmigrantes, que explicarían el 24% del aumento de la población para esa fecha. Con todo, el número de mayores de 60 años, debería alcanzar el 25%.

Chile, durante la segunda mitad del siglo XX ha experimentado también una rápida transición demográfica, debido a la rápida disminución de la mortalidad infantil y del pre-escolar y a la disminución de la fertilidad (La explosión demográfica). Con ello ha comenzado a incrementarse el porcentaje de personas mayores de 60 años, que actualmente es de un 10%. Se espera que para el año 2025 este porcentaje se eleve sobre el 20%. Chile y Uruguay son los países de América Latina cuyo cambio demográfico se acerca más al de los países industrializados.

La pregunta es si el mundo desarrollado podrá o no hacer frente a este enorme aumento de la población vieja. Se trata de un segmento de la población que por lo general no es productivo, y que demanda de costosos servicios. En todo caso hay que comenzar a prepararse desde ya, tomando medidas para prevenir las incapacidades, de modo que el mayor número de adultos mayores posible, pueda seguir incorporado en el mercado del trabajo por más tiempo de lo que sucede hoy en día. Ello significa, disponer de mayores fuentes de trabajo y modificar leyes laborales, postergando beneficios sociales ya adquiridos, lo que no es fácil.

Desde el punto de vista médico, es muy probable que el progreso ya alcanzado y el que se vaya produciendo durante los próximos años, permitan disminuir las incapacidades producidas por enfermedades como la artritis, los dolores de espalda, las cefaleas, la depresión y la osteoporosis. También es muy posible que se posterguen o disminuyan las enfermedades degenerativas del adulto mayor, como obesidad, ateroesclerosis, diabetes o cáncer. En este sentido la medicina preventiva tiene mucho que hacer.

Si la medicina social puede lograr todo esto, aun así las inversiones que se requerirán para satisfacer las necesidades sociales de este grupo etario, serán considerables.


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