El sol se irrita
( Publicado en Revista Creces, Abril 1999 )
Nuestro sol, cada cierto tiempo suele exacerbar su actividad produciendo grandes explosiones energéticas, lanzando enormes burbujas de gas ionizado, que se pueden observar como ejecuciones de su corona. Regularmente esto ocurre una o dos veces en cada década. La erupción de este material solar puede alcanzar la atmósfera de la Tierra, llegando a afectar las comunicaciones satelitales. Una de estas explosiones ocurrió en el año 1989, y golpeó al norte de Quebec.
Lo que le ocurre a nuestro sol, le ocurre a todas las estrellas (soles) que vemos en el firmamento. Pero en ocasiones su intensidad en algunas de ellas puede ser mucho mayor. Recientemente Brad Schaefer y asociados de la Universidad de Yale, describieron una explosión gigante en una estrella de nuestra galaxia (la estrella llamada S-Fornasx, del tamaño de nuestro sol), que por cuarenta minutos llegó a brillar con una magnitud de tres veces su brillantez normal. Si nuestro Sol hubiese producido una super llamarada como la de S-Fornasx, el impacto equivalente habría sido 10.000 veces superior al impacto que afectó a Quebec en 1989. Este episodio no es excepcional, pues sucede en diferentes estrellas con una frecuencia más o menos regular (cada 100 o más años).
La pregunta que se hacen los astrónomos es ¿qué sucedería en la Tierra si nuestro Sol tuviese una pataleta de esa magnitud?. Según calculan los mismos investigadores, ello destruiría en un segundo, la mitad de la capa de ozono de nuestra estratósfera y probablemente dañaría definitivamente a todos los satélites artificiales que orbitan alrededor de la Tierra. Aunque ello nunca ha sucedido, es posible que suceda, y ello tendría un tremendo impacto en todo el sistema de comunicación satelital, aparte de las consecuencias de la destrucción masiva de la capa de ozono.