Morirse de miedo: Estrés intenso
Un miedo intenso puede originar una fuerte respuesta del hipotálamo (cerebro) induciendo la liberación de adrenalina, además de modificaciones bioquímicas en el músculo cardiaco que permiten gran entrada de calcio al interior de la célula cardiaca. Como consecuencia, el sistema eléctrico del músculo falla y se precipita una arritmia general y muerte.

Los cardiólogos aceptan que un terror repentino puede producir la muerte. El día del terremoto de Los Angeles los casos de muertes cardiacas súbitas se incrementaron cinco veces. Los síntomas fueron una repentina y fuerte opresión al pecho y luego caer muerto instantáneamente.

Lo frecuente es que aquellos que fallecen de miedo ya tienen factores condicionantes anteriores, como por ejemplo, placas de colesterol adheridas a sus arterias que se desprenden y causan el accidente cardiaco. La muerte por miedo no se diferencia de la muerte súbita, que puede ocurrir mientras se trabaja en el jardín o durante el momento de un acto sexual. Pero también en algunos casos excepcionales, el terror puede desencadenar la muerte súbita en un individuo normal. Lo que pasa es que en ellos se desencadenan reacciones químicas tan potentes que inducen una masiva entrada de calcio al interior de las células cardiacas, con lo que el músculo se contrae fuertemente y ya no se relaja nunca más.

Los casos de muerte por miedo son frecuentes en la literatura antropológica. Hace cuarenta años, Walter Bradford, fisiólogo de la Universidad de Harvard, publicó un notable trabajo titulado "La Muerte Voodoo" (American anthropologist, vol 4, pág.1), en el cual describe cómo un hechicero ejerce tal poder sobre un creyente como para producirle una muerte instantánea. Otro autor relata un caso en Nueva Zelandia donde una mujer maori se murió cuando le dijo que se había comido una fruta que provenía de un lugar tabooo. Pero esta reacción al miedo no sólo sucede en las sociedades primitivas, sino también en la sociedad actual, donde una crisis de pánico o una emoción intensa, también pueden provocar una muerte súbita. Ya sea la emoción de un gol en el estadio o el terror de un bombardeo, como ocurrió durante la guerra del Golfo con los misiles iraquíes que cayeron en Israel, en que 60 personas murieron por muerte brusca de causa cardiaca. Lo mismo se ha descrito en personas que son asaltadas, que mueren bruscamente sin haber recibido ninguna injuria.

También los animales pueden morir de muerte súbita causada por pánico. Ello es frecuente en los conejos, que ante un susto repentino, caen muertos. También se han descrito trabajos en que los investigadores someten a ratas a un video tape con ruidos que se asemejan a una lucha entre gatos y ratas, provocando así un terror en ellas que las mata instantáneamente (New Scientist, Marzo 6, 1999).


Un chorro de adrenalina

Ya sea el terror o emociones intensas provocan un intenso estímulo del hipotálamo, el cual induce a las glándulas adrenales a lanzar al torrente sanguíneo una gran cantidad de catecolaminas, como la adrenalina y noradrenalina. Estas substancias contraen los vasos sanguíneos y aumentan la posibilidad de inducir un coagulo, cosa que es una defensa por si acaso sangra. Se dilatan también las pupilas (así se puede ver más), se incrementa el ritmo cardiaco, se desvía sangre del sistema gastrointestinal hacia los músculos. Todas medidas desencadenadas, ya sea para estar listo para huir rápidamente o para enfrentar la defensa y la lucha.

Frente a la crisis, también el cerebro estimula los órganos, haciendo que por vía nerviosa se secreten catecolaminas directamente en ellos. Este mecanismo es el que potencialmente infringe el mayor daño. Las células cardiacas tienen en sus membranas externas canales que permiten penetrar calcio hacia su interior, lo que es regulado por las catecolaminas (Creces, Julio 1998, pág. 24). Cuando los nervios liberan gran cantidad de catecolaminas directamente en el corazón, estos canales se abren ampliamente y la célula se llena de calcio, lo que gatilla la contracción de las fibras musculares. Un miedo intenso puede llevar a una liberación masiva de catecolaminas y esto causa una entrada de tal cantidad de calcio que puede saturar la célula completamente. "El corazón se contrae por zonas, como si fuera un rigor mortis y se pone tan rígido como una piedra", señala Martín Samuels, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. La muerte es casi instantánea, porque éste entra en una arritmia caótica.

Para los que tengan factores de riesgo, como estrechamiento de sus arterias, el proceso se agrava, porque disminuye bruscamente la cantidad de sangre que llega al corazón. Cuando ello ocurre, el sistema eléctrico del corazón se hace muy inestable, lo que puede desencadenar una arritmia y muerte instantánea, a menos que llegue oportunamente a un centro hospitalario.

Los investigadores tratan de identificar a las personas que tienen estos factores de riesgo, usando sonogramas y espectroscopia infrarroja, para ver como están las arterias coronarias. Desgraciadamente el miedo es muy personal y no existe un test que se pueda aplicar fácilmente a toda la población. Por ello la muerte súbita sucede casi siempre inesperadamente y parece que hasta ese momento la persona hubiese sido normal. El dicho "me muero de miedo", es cierto.



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