Más sobre veleros espaciales
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 2001 )

En Creces de Julio del 2001 habíamos informado de la preparación de un viaje por el espacio de una nave impulsada por el viento solar y sus proyecciones futuras. Desgraciadamente el primer ensayo falló, debido a un error computacional que impidió que las velas se separaran del vehículo de lanzamiento. Todo terminó cayendo en suelo ruso.

Pero a pesar del fracaso, la Sociedad Planetaria, que financia el experimento, junto a la Oficina Rusa de Estudios Cósmicos, están decididas a seguir adelante y colocar a fines de año otro velero en el espacio. Así lo afirmó, Bruce Murray, Presidente de la Sociedad Planetaria.

Se trata de una gran armazón, construida con una estructura liviana que deberá aprovechar el viento solar para viajar por el espacio, y llegar tan lejos como el planeta Júpiter, y tal vez más tarde, un láser lo podría empujar más lejos. Los entusiastas afirman que las velas solares pueden lograr que los viajes solares sean más rápidos y más económicos que las naves empleadas hasta ahora.

Este segundo velero está formado por ocho marcos triangulares de 30 metros cada uno, unidos en un punto común (ver dibujo). El aparato que se enviará como un paquete, se deberá desplegar cuando alcance una altura de 420 kilómetros. Las velas que captarán la luz solar estarán hechas de Mylar muy fino. Los ingenieros están trabajando muy apurados, ya que están en antecedentes que también la Agencia Espacial Europea se está preparando para un lanzamiento similar.

La gran ventaja de la navegación solar sobre los sistemas de propulsión convencional, está en que primero, no requieren de grandes cargas de combustible para ser impulsadas. Pensando en esta ventaja, ya NASA está estudiando el uso de la navegación solar para enviar una nave interestelar, que sería lanzada en el año 2010. Según ellos piensan, ésta podría alcanzar una velocidad crucero de 90 kilómetros por segundo, lo que significa viajar en unos pocos años, mucho más allá del sistema solar. (Scientific American, Julio 2001, pág. 12).


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