Para las plantas, la reproducción sin sexo puede ser mejor
( Publicado en Revista Creces, Abril 2002 )

Cuando se habla de embriones, se subentiende que previamente ha habido sexo, es decir, la unión de un espermio y un óvulo. Sin embargo, existen algunas plantas, como el diente de león, cítricos, mangos y ciertos pastos forrajeros, que pueden producir un embrión sin sexo. En ellas, el embrión proviene, ya sea de una célula germinal no fertilizada, o aun de una célula somática ordinaria, ya madura. Este proceso se conoce por más de cien años y se ha llamado "apomixis". A pesar de ello, sólo recientemente se ha despertado un creciente interés por conocer cómo es que esto se produce.

Desde hace un par de años, investigadores han identificado una variedad de genes capaces de determinar si una planta se reproduce sexualmente o asexualmente por apomixis. El interés despertado tiene una intencionalidad, cual es el llegar a usar estos genes que inducen la apomixis, para conseguir nuevas cosechas provenientes de plantas apomícticas. Según los investigadores, ello tendría enormes beneficios. Mediante esta modalidad, al igual que una clonación, los hijos serían idénticos a sus padres, pudiendo así transferirse características a una planta apomíctica, ya sea por entrecruzamiento clásico, o por ingeniería genética, logrando que la característica persista por siempre. En una reproducción sexual ello no se logra, ya que los caracteres transferidos a ellas se diluyen o se pierden por el entrecruzamiento genético.

La apomixis ofrecería también la posibilidad de impedir la degeneración de stock de plantas propagadas vegetativamente, como es el caso de las papas o las casabas, que en función de su uso, por mutaciones sucesivas, se hacen susceptibles a patógenos. Según Ueli Grossniklaus, de la Universidad de Zurich en Suiza, "la apomixis podría ser muy importante para llegar a alimentar a la creciente población mundial. Ella traería enormes beneficios económicos y sociales, sólo comparables a los que trajo la revolución verde".

Ante lo atractivo del tema ya han comenzado a movilizarse las agencias que proporcionan fondos de investigación para estos fines. Este año, la ApoTool European Union ya ha destinado dos millones de dólares para iniciar un programa cuyo objetivo es la identificación de los genes que pueden inducir la apomixis en plantas. Lo mismo está sucediendo con diversas agencias en Estados Unidos, incluyendo el Departamento de Agricultura, la National Science Foundation, el Departamento de Energía y la Fundación Rockefeller. Por otra parte también las empresas privadas, como Ceres de Malibú, han comenzado a investigar en el tema.

En el año 1998 ocurrió un descubrimiento que ha gatillado este creciente interés. En esa ocasión, dos equipos de investigadores independientes, que se dedicaban al entrecruzamiento clásico de plantas, demostraron la factibilidad de introducir la característica de apomixis en plantas que normalmente se reproducían sexualmente. Bryan Kindiger, Phillip Sims y Ched Dewaldd del Departamento de Agricultura en Oklahoma, lograron un maíz que se reproduce por apomixis, cruzando este grano con un pariente apomíctico, el gamagrass (Tripsacum dactyloides). Claro que esto no fue fácil, ya que para lograrlo, tuvieron que desarrollar más de 5000 cruzamientos. Del mismo modo, Wayne Hanna y sus colaboradores de Coastal Plains Station en Tifon, Georgia, lograron transferir genes apomícticos provenientes del pasto forrajero "Pennisetum squamulatum", a una planta pariente, de semillas de mijo.

A pesar de estos éxitos, para generalizar el proceso en otras plantas, aún hay que vencer una gran dificultad, ya que son pocas las plantas valiosas que tienen parientes apomícticos, que se podrían usar para el cruzamiento. Por ello, varios grupos de investigadores están ahora abocados a ubicar los genes que en plantas normales regulan la formación de un embrión, para más tarde llegar a saber si es posible que se lleguen a formar embriones sin fertilización. En este sentido ya ha habido varios avances promisorios. (Science vol. 294, Diciembre del 2001, pág. 2463).

Otros investigadores están tratando de manipular genéticamente a plantas apomícticas, para llegar a saber cuáles son los genes que inducen esta condición, y algún día producir la apomixis por ingeniería genética en otras plantas. En este sentido la Arabidopsis thaliana está siendo muy útil. Sin embargo la tarea no parece fácil, ya que seguramente los genes comprometidos en este proceso deben ser numerosos. En todo caso, ya se han dado los primeros pasos y las promesas bien valen el esfuerzo.


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