El puente del milenio se balanceo demasiado
( Publicado en Revista Creces, Abril 2002 )

Quienes han cruzado un puente colgante saben de la oscilación que se produce al caminar sobre el. Este hecho no se considero cuando los ingenieros diseñaron y construyeron un magnifico puente colgante peatonal, de 328 metros de longitud, sobre el río Thamesis. Ahora se lo ha tenido que reforzar.

La ciudad de Londres decidió realizar una obra maestra en conmemoración del cambio de milenio: "un puente para peatones que cruzara de lado a lado el Río Thamesis en una longitud de 328 metros". Su estructura debía ser liviana, original y elegante. Su diseño y su construcción tomó cuatro años, y en ello se invirtieron 18 millones de Libras Esterlinas. Cuando se inauguró y se abrió al uso de peatones, los arquitectos e ingenieros de la firma constructora se llevaron una desagradable sorpresa: la estructura comenzó a balancearse violentamente, hasta tal punto que hubo que clausurarlo dos días después.

El diseño era hermoso y lo habían realizado los arquitectos Foster y Partners y el escultor Anthony Caro, junto al ingeniero Pat Allard de la firma Arup. Se trataba de un puente colgante, con una concepción muy especial: los cuatro cables que lo sostenían a cada lado no deberían ser vistos por los usuarios, dejándoles así una vista despejada y liviana hacia el río y la ciudad. Se construyeron dos grandes pilares de concreto, en forma de Y (uno en cada rivera), enclavándolos en una profundidad de 20 metros. Ellos sostenían toda la estructura. Los cálculos de resistencia de los ingenieros fueron perfectos, pero no imaginaron que al cruzarlo un cierto número de peatones, iba a adquirir un gran balanceo. Lo curioso es que el fenómeno no era nuevo, ya que igual experiencia se había tenido en la construcción de otros puentes colgantes peatonales en diferentes partes del mundo.

La construcción comenzó en Abril de 1999 y se terminó en Junio del 2001. Cuando la multitud comenzó a cruzarlo, el puente comenzó a balancearse de lado a lado, con un ritmo de un segundo, al igual que una cuerda de guitarra. Inmediatamente tuvo que cerrarse a la circulación. El breve uso bastó para que los ingenieros se dieran cuenta que los transeúntes avanzaban al paso. Los ingenieros comenzaron a estudiar el problema, llegando a la conclusión que pequeñas vibraciones del puente, inducidas por el viento, llevaba a que la gente adaptara su paso a ellas, tal como cuando se camina en el interior de un tren en marcha. En estas circunstancias, para estabilizarse en cada paso se abren las piernas y se contrarresta la oscilación. Cuando se camina en esta forma, se genera una fuerza horizontal. Si son muchos los que están cruzando, y lo hacen simultáneamente se adquiere una oscilación creciente al unísono. El proceso se va incrementando porque todos experimentan la misma sensación de inseguridad, y simultáneamente van tomando el mismo paso, lo que hace que cada vez aumente más el balanceo, llegando a una frecuencia de dos ciclos por segundo. (New Scientist, Marzo 2001, pág. 38).

Es curioso que los ingenieros no hayan considerado esta situación, ya que fenómenos similares se habían visto en otros puentes colgantes para peatones, aunque no tan largos como éste. Siete años antes, el ingeniero japonés Yoso Fugino, había publicado en una revista especializada el estudio dinámico de un puente peatonal que cruza el río en "Toda Park" en Tokio. En esa publicación analizaba y explicaba la dinámica del mismo fenómeno oscilatorio (Earth-quake Engineering and Structural Dinamics).

En 1999, se construyó el puente peatonal "Solferino" que cruza el Sena en París, y allí también la excesiva oscilación obligó a cerrarlo. Cien años antes, el puente Alexandra en Ottawa, también experimentó el mismo efecto, a pesar que se construyó de fierro y concreto. Han sido también varias las historias de puentes colgantes que se han colapsado cuando lo cruzan soldados marchando. Según los ingenieros, en este caso del Puente Milenio de Londres, no habría temor de un colapso, pero sí riesgos de caídas de la gente que camina sobre él.


En busca de una solución

El puente es hermoso y su costo ha sido muy elevado, por lo que no es cuestión de abandonarlo. Necesariamente había que repararlo. Después de los adecuados cálculos, decidieron agregarle por debajo, una serie de marcos triangulares cada cierto trecho, de modo que absorbieran las fuerzas laterales. En total, 35 marcos triangulares (ver figura).

Pero como no quieren correr más riesgos, también han pensado absorber las vibraciones verticales. Han decidido agregarles grandes masas laterales, unidas con resortes que absorban cualquier energía oscilatoria vertical. En total, 50 grandes masas con resortes. Todo ello ha significado un costo adicional de 6 millones de Libras Esterlinas.

Recientemente (Febrero 20 de 2002), se ha vuelto a estrenar y ahora parece que se mueve menos. Para el futuro habrá que pedirles a los ingenieros que, junto con sus cálculos, consulten también la bibliografía.




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