Los riesgos de las alfombras
( Publicado en Revista Creces, Junio 2002 )

Un hogar limpio e higiénico no siempre significa seguridad para la salud de sus habitantes. Estudios recientes demuestran que la concentración de sustancias contaminantes toxicas intrahogareñas, es entre 10 a 50 veces mas alta que la que existe fuera del hogar.

La obsesión por la limpieza parece habernos llevado a una situación contradictoria. El miedo a la suciedad hace que las madres sometan a sus pequeños hijos a un cuidado excesivo, especialmente durante sus primeros años de vida. Es frecuente que les restrinjan su libertad para que jueguen con tierra y exploren en el medio ambiente fuera del hogar. Para ellas nada hay más limpio que el propio hogar, y hacen todo lo posible para mantenerlos dentro de él. Sin embargo, el incremento explosivo de las enfermedades alérgicas y el asma, que sin una explicación clara se ha observado durante las últimas décadas, ha llevado a pensar que estarían relacionadas con el tipo de vida occidental, tan excesivamente protegida por la limpieza. Ello porque no sucede lo mismo en los países pobres, donde precisamente la higiene deja mucho que desear y en cambio no se ha observado incremento de estas enfermedades. Por ello algunos piensan que la civilización actual, que se ha esmerado demasiado en aislarnos y alejarnos de contaminantes, podría ser la causa (Creces, Octubre 1988, pág. 20). Otros, en cambio, han pensado, que hoy más que antes, se están dando las condiciones para que en el interior de los hogares se acumularan diversos alergenos y sustancias tóxicas, desencadenantes de las enfermedades alérgicas (fiebre de heno, eczemas, asma, etc.) o enfermedades autoinmunes, como es el caso de la diabetes insulino-dependientes o incluso algunos tipos de cáncer.

La investigación se ha iniciado en las alfombras que cubren la superficie del hogar. Es así como se ha demostrado que ellas son un reservorio de los más diferentes alergenos, como deposiciones de ácaros, restos de cucarachas, pelos de animales, hongos o polen de los más diversos orígenes. Pero lo que más ha llamado la atención a John Robert, ingeniero ambientalista de Seattle, Washington, ha sido el hallazgo de una elevada contaminación con sustancias tóxicas, como metales pesados (plomo, cadmio o mercurio), hidrocarbones aromáticos policíclicos (PAHs) y fenoles policlorinados (PCBs).

Frente a estos contaminantes, son los niños pequeños los de mayor riesgo. Ello debido a que tienen un mayor metabolismo que les exige una mayor respiración por unidad de peso. Es así como niveles relativamente bajos de sustancias tóxicas, pueden llegar a producir irritaciones pulmonares, retardos en el desarrollo de su sistema nervioso, en su crecimiento e incluso podría inducir un cáncer. Investigaciones han demostrado que un niño menor de dos años de edad, que vive en una zona urbana de los Estados Unidos, puede ingerir como promedio 110 nanogramos del PAH más tóxico, como es el benzopireno. Este también se encuentra en el humo del cigarrillo y en el humo de la cocina. Una ingestión de este nivel es equivalente a fumar tres cigarrillos diarios. (New Scientist, Mayo 2001, pág. 36).

Según Robert, la presencia de estos alergenos y sustancias tóxicas, alcanza el máximo nivel en aquellos hogares cuyos pisos están cubiertos por alfombras de pared a pared. Son menos en aquellos hogares de pisos duros, con alfombras más pequeñas. Según sus estudios, al pasar la aspiradora por las alfombras, éstas dejan más polvo que el que sacan, de modo que con el tiempo los tóxicos se van concentrando.

Son los niños pequeños los que tienen mayor contacto con estas alfombras, ya que ellos durante el curso del día están pasando constantemente sus manitos por la superficie de éstas. En sus juegos están constantemente tocando algo. Investigadores de la Universidad de Stanford, han grabado durante ocho horas, la actividad de niños entre dos y tres años de edad. Como promedio, encuentran que en una hora, tocan 340 veces alguna cosa (alfombras, juguetes, mesas, etc.). Además de ello están los gatos y perros, con los que juegan y juntos salen y entran al jardín y vuelven a sentarse a las alfombras para mirar televisión. En este proceso, traen en sus zapatos insecticidas que se han usado en el jardín, acumulándose éstos en las alfombras. (New Scientist, Febrero 10, 2001, pag.16).

Dentro de las casas, es corriente el uso de insecticidas para eliminar las moscas. Estos terminan también depositándose en las alfombras, aun cuando se sigan las indicaciones de abrir por algunas horas las ventanas. Por estos mecanismos, investigadores de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, encuentran que los niveles de pesticidas en las alfombras son hasta 400 veces más altos que los mismos fuera del hogar (Enviromental Health Prespectives, vol 106, 2001, pág. 9).

Como si todo esto fuera poco, los pesticidas dentro de las casas duran por años, ya que están protegidos del Sol, la lluvia o de otros factores que facilitan una más rápida degradación en un ambiente abierto. Por ello no es raro detectar DDT en las alfombras, a pesar que su uso ha sido prohibido desde hace ya varios años.

Robert Lewis ha encabezado un estudio del Enviromental Proteccion Agency, destinado a estudiar los pesticidas en alfombras viejas de 10 a 33 años. En las partes más profundas de ellas estaban llenas de pesticidas. En un caso, un metro cuadrado de alfombra contenía más de un gramo de "permetrin", un ingrediente de insecticidas de uso fuera y dentro del hogar. En otras se encontraron diferentes pesticidas, en concentraciones de 10 a 100 miligramos por metro cuadrado. En todo caso, la mayor parte de los contaminantes no estaba en la superficie de las alfombras, sino empotrados profundamente entre las fibras y las gomas de su cara interior. Es por ello que aunque se use la aspiradora diariamente, no siempre se consigue eliminar estas contaminaciones. Es también importante considerar que al envejecer las alfombras, se rompen las fibras y liberan las partículas al aire.

Es por todo esto que se comienzan a analizar con otros ojos las diversas enfermedades cuya frecuencia ha aumentado significativamente en los países occidentales, a diferencia de los países pobres. Ello es especialmente llamativo en el caso de las enfermedades alérgicas, el asma o algunos tipos de cáncer, que podrían estar relacionados con contaminantes hogareños.



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