Fue en 1906 que, después de muchos intentos Roald Amundsen, finalmente, pudo navegar a través de los hielos del norte de Canadá. Desde entonces, sólo barcos especialmente equipados pueden hacer esta travesía.

Según lo previsto, al derretirse los hielos, se abrirá el pasaje North-West, para que en el verano, al menos durante un mes, puedan navegar los barcos ordinarios (línea roja del mapa). A su vez, la ruta del Mar del Norte, por el lado de Rusia, va a permitir la navegación por lo menos dos meses (línea amarilla) (New Scientist, Marzo 2, 2002, pág. 5).

Las nuevas rutas van a significar un acortamiento notable de los viajes entre Europa y el este de Asia. Pero el aumento del tráfico puede significar conflictos, dado el interés de los diferentes países tanto en la pesca como en la búsqueda de petróleo y las regulaciones del tráfico naviero. Desde luego, Rusia y Canadá consideran los Mares del Norte como territorio nacional, mientras que Estados Unidos estima que ésas son aguas internacionales.

A su vez, un informe de la Marina de Estados Unidos, señala que las operaciones navales van a ser difíciles en estas aguas, donde abundan los hielos. El mayor problema está en los satélites de comunicación que no cubren esta área. Pero además, muchas de las armas de los barcos modernos se basan en sensores que no funcionan en el Artico. Los hielos y los fuertes vientos complican la forma en que el sonido atraviesa por sobre el agua, haciendo muy difícil el sonar y el monitoreo acústico.

En el pasado, durante la Guerra Fría, tanto la Unión Soviética como Estados Unidos habían invertido mucho en investigaciones del Artico, ya que ese era el lugar en que los submarinos podían esconderse bajo el hielo y aparecer en la superficie para lanzar misiles nucleares. Pero ahora que terminó la Guerra Fría, también terminaron las investigaciones.