Secuelas del maltrato infantil
( Publicado en Revista Creces, Octubre 2002 )

Algunos niños que sufren maltrato físico, emocional o sexual durante sus primeros años de vida, llegan a tener comportamientos violentos en la edad adulta. A otros, en cambio, estas situaciones de maltrato y abusos parecen no afectarlos en edades posteriores. Un nuevo estudio parece señalar que la diferencia en el comportamiento posterior, se debería a razones genéticas.

De acuerdo a los psicólogos Terrie Moffit y Avshalom Capsi del King Collage de Londres, en aquellos niños en que el maltrato se traduce posteriormente en comportamientos agresivos, habría una alteración genética de base. Según ellos, en estos niños habría un gene anómalo, que en condiciones normales degrada un neurotransmisor, cuyo incremento condiciona conductas violentas.

Este gene codifica para una enzima denominada "monoamino oxidasa", que metaboliza muchos tipos de neurotransmisores en el cerebro. Esta enzima, al permitir un funcionamiento armónico de los diferentes neurotransmisores, permitiría también un comportamiento social normal.

Estudios realizados en animales de experimentación, junto a observaciones realizadas en humanos, parecen demostrar que la ausencia o niveles bajos de monoamino oxidasa cerebral, condiciona comportamientos agresivos. Es así como en ratas, al inhibirse la acción de esta enzima, éstas se tornan violentas y agresivas. Del mismo modo, hace algunos años, se describió una familia holandesa, caracterizada porque muchos de sus miembros eran agresivos y violentos, por lo que tenían frecuentes problemas con la justicia. En ellos se observó que tenían niveles bajos de monoamino oxidasa, que fue determinada en muestras del líquido cerebral (Science, 18 Junio 1993, Pág. 1722).

Basados en estos antecedentes Moffit y Capsi, realizaron un estudio de largo plazo, que comenzó en el año 1972, y que consistió en el seguimiento de 1.037 niños hasta la edad de su adolescencia. Entre ellos había niños cuya infancia había sido normal y otros en que ésta se había caracterizado por continuos maltratos o abusos. En primer término, los investigadores observaron una significativa mayor frecuencia de comportamientos agresivos durante la adolescencia en aquellos que habían sido maltratados o abusados durante su infancia, en relación a los normales. Los investigadores también encontraron que los comportamientos antisociales eran más frecuentes en los niños hombres. El grupo de los niños que habían sido maltratados y además que habían tenido comportamientos violentos durante la adolescencia, presentaban un genotipo bajo para la enzima monoamino oxidasa.

En otras palabras, este estudio parece demostrar que los niños maltratados y que presentan además algunas características genéticas que afectan el cerebro, tienen una alta posibilidad de llegar a ser violentos durante su pubertad. No así en cambio los niños que, habiendo sido maltratados en su infancia, no presentan esta característica genética. Es decir, en la violencia juvenil, habría por lo menos tres factores importantes:


  1. La experiencia de maltrato durante la infancia;

  2. El sexo masculino (presencia de cromosoma X) y

  3. Algunas características genéticas, que inducirían una mal función cerebral (disminución de la monoamino oxidasa) (Science, Vol. 297, Agosto 2, Pág. 851, año 2002).


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