La biodiversidad y la vida del planeta
( Publicado en Revista Creces, Marzo 2003 )

El planeta Tierra pasa por uno de los seis más grandes períodos de extinciones masivas que se han presentado en su historia. Pero esta vez esta siendo causado por acciones directas o indirectas de los seres humanos. Por nuestra seguridad es necesario ponerle atajo. Este ha sido el tema en la reunión celebrada recientemente en Santiago, por la convención de especies en peligro de Naciones Unidas.

Ann Fullik*
* Educadora científica basada en Dorset.* Traducción de: “The spice of life”. Inside Science. 156. New Scientist, Diciembre 7 del 2002


Ultimamente ha habido buenas noticias para los caballitos de mar, los tiburones y las ballenas. También los árboles de caoba, de grandes hojas, tienen que celebrarlas a su manera. Las buenas noticias provienen de una reunión celebrada en Santiago de Chile, (Noviembre 2002) por la Convención del Comercio de Especies en Peligro (CITES) de Naciones Unidas, donde se aprobó por votación, controlar el comercio internacional de estas criaturas. Decisiones como ésta hacen renacer esperanzas de que la opinión pública se vuelque a favor de legislar para preservar la biodiversidad. Ello hace menos probable que árboles en peligro terminen en mesitas de té, que los pocos caballitos de mar que sobreviven, naden en acuarios y que las aletas de los últimos tiburones terminen flotando en una sopa china.

Parece que la biodiversidad ha pasado a ser una palabra de moda, preferida tanto por los políticos, los conservacionistas, los protestadores y los científicos. ¿Pero de qué se trata exactamente? La “Convención de Diversidad Biológica” (un acuerdo internacional para conservar y compartir las riquezas biológicas del planeta) provee de una buena definición de trabajo: la biodiversidad engloba toda forma de vida, desde los pequeños microbios a los grandes animales o plantas, los genes que les dan sus características específicas y los ecosistemas de los cuales forman parte.

En Octubre, “la Unión de Conservación Mundial” (World Conservation Union o IUCN) publicó una relación actualizada de especies en peligro de extinción, denominada “Lista Roja de Especies Amenazadas”. Esta incluye un rol de 11.167 criaturas que enfrentan el peligro de la extinción, que en esta nueva revisión, después de la última publicación del año 2000, se le han agregado 121 especies más. Pero con toda seguridad, las nuevas cifras subestiman la verdadera crisis. Alrededor de 1.200.000 especies animales y 270.000 especies de plantas han sido clasificadas, pero hasta ahora el bienestar de sólo una fracción de ellas ha sido realmente evaluado. Los recursos simplemente no están disponibles. Hay miles de especies que aun tenemos que descubrir (figura 3). Muchas de ellas también pueden estar enfrentando la extinción.

¿ Pero por qué el alboroto? ¿Es realmente importante que dejen de existir unas pocas especies de culebras o abejas en este mundo o algunos tipos de plantas desconocidas o si se achica el pool de genes de especies raras? La respuesta breve es “sí”. La Biodiversidad es la base del saludable balance de la ecología global, capaz de sustentar la vida en el planeta. Un ecosistema es estable si su complejidad y flexibilidad permite una auto regulación. Así por ejemplo, el aire y el agua de la Tierra se mantienen puros, debido a la acción de una amplia gama de organismos. Aun las modestas criaturas juegan su rol. A través de la descomposición, se recicla la materia muerta y a menudo en el proceso ésta es detoxificada. Por ejemplo, los organismos del suelo y del agua convierten el amonio tóxico en iones de nitrato, los que son captados y utilizados por las plantas. La fotosíntesis de las plantas, que absorben el anhídrido carbónico y producen oxígeno, permiten la estabilidad de la atmósfera y del clima del mundo.

La existencia de una gran variedad de vida vegetal reduce los riesgos de inundaciones y sequías. Las raíces mantienen el suelo apretado y absorben enormes cantidades de agua, que luego se evapora hacia la atmósfera, a través de la transpiración. Por otra parte, las plantas que son tolerantes a las sequías ayudan a prevenir la desertificación manteniendo un microambiente bajo su canopia que reduce la evaporación, ahorrando agua que mantiene la fertilidad.

El proceso de polinización de las plantas, la dispersabilidad de las semillas y el reciclado de nutrientes en sistemas como el ciclo del nitrógeno, ayudan a mantener el ecosistema y todos dependen de un alto nivel de biodiversidad. Algunos de estos sistemas son tan eficientes que los hemos aprovechado para mejorar nuestro propio ambiente personal. El tratamiento de las aguas servidas es uno de los mejores ejemplos. La flora microbiana descompositora se mantiene en grandes cantidades y proporciona las condiciones ideales para degradar nuestros desechos, transformándolos en sustancias limpias, que pueden fácilmente descargarse a los ríos o el mar o incluso ser usadas como fertilizantes.

Un ecosistema saludable y variado proporciona muchos beneficios directos e indirectos. En la agricultura, la amplia gama de ganado y variedad de cosechas, proporciona una reserva de diversidad genética que puede utilizarse para mejorar los cruzamientos y las variedades. Todos estos recursos naturales son importantes si el mundo quiere terminar con los cambios climáticos, proveyéndose de características genéticas que permitan adecuadas cosechas a pesar de los cambios en la temperatura y las lluvias.

Está claro que las plantas son más que alimentos. Por miles de años, los bosques y las sabanas han sido nuestros anaqueles de medicinas. Aun ahora la industria farmacéutica hurga dentro de esta enorme reserva natural para descubrir nuevas drogas. El 56% de las 150 drogas más recetadas en los Estados Unidos se han obtenido basándose en sustancias químicas contenidas en las plantas, pero sólo el 1% de las 250.000 especies de plantas tropicales han sido estudiadas como para obtener de ellas un potencial uso farmacéutico. Hasta cuando no tengamos una mejor idea de la biodiversidad de las plantas que viven en la Tierra, no vamos a saber cuántas más sustancias provenientes de ellas están esperando para ser descubiertas.

En una escala geológica se han extinguido más especies que las que han sobrevivido hasta hoy día. La mayor parte, sino todas, se han extinguido eventualmente. Con todo, debe existir un balance entre el ritmo de extinción y la creación de nuevas especies. De acuerdo a Donald Levin, un botánico de la Universidad de Texas, Austin, el actual ritmo de extinción se ha incrementado entre 100 y 1000 veces de lo que debiera ser en condiciones naturales. El estima que en la actualidad, cada 20 minutos se extingue una especie animal o una especie de planta, haciendo que nuestro tiempo corresponda en realidad al sexto gran periodo de extinciones masivas de la historia de la Tierra (Creces: La Escala Geológica del Tiempo. Julio 1999, pág. 32).

La mayor parte de las pérdidas de la biodiversidad de los últimos años, ha sido la consecuencia de la acción directa o indirecta de las actividades humanas. A través del mundo, grandes extensiones de terreno están siendo ahora dedicadas al cultivo de alimentos, y en estas áreas la biodiversidad ha sido prácticamente eliminada, ya que hectárea tras hectárea de tierra se siembran con las mismas especies de plantas. Cuando se utilizan plantas donadas, la diversidad genética se reduce aún más. Los herbicidas y el control de las pestes está significando que en algunas áreas el número de especies se reduce sólo a una.


Tierras arrasadas

Otro mayor impacto en las prácticas agrícolas es la destrucción de los bosques y la desertificación que generalmente la acompaña. El arrasar y quemar para cultivar, continúa siendo una práctica que elimina los bosques tropicales. En la medida que la agricultura y la población se esparcen en las restantes áreas vírgenes, muchas otras especies van perdiendo su hábitat. Pero aun cuando los hábitats no sean destruidos directamente, la polución amenaza el balance ecológico o introduce tóxicos que las daña. Algunas veces la pérdida de alguna simple planta alimenticia, debida a prácticas agrícolas, significa la destrucción del hábitat o la polución, que se traducen en amplias pérdidas de la biodiversidad, si es que esa planta es un componente clave de la cadena alimentaria.

En el mar, la sobrecaptura en escala masiva en áreas específicas, amenaza la pérdida completa de ciertas especies. Investigaciones recientes en Nueva Zelandia han demostrado que la sobre explotación pesquera significa un doble impacto a la biodiversidad. En la medida que la población de peces se hace más pequeña, sólo unos pocos en cada generación alcanzan a reproducirse exitosamente. La mayor parte de los descendientes que sobreviven están genéticamente relacionados a un pequeño número de padres, de modo que no sólo se reduce el número total, sino que también disminuye la diversidad genética.

El pronóstico a largo plazo no es bueno. Muchos científicos creen que el clima del mundo está cambiando como resultado de la excesiva quema de combustibles fósiles, la destrucción de los bosques y la agricultura intensiva (los cerdos, las abejas y el ganado producen enormes cantidades del gas invernadero “metano”). El Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas ha estimado que la temperatura global de la Tierra se elevaría, en el próximo siglo, entre un promedio de 1.4 y 5.8 grados centígrados. Este incremento tiene un efecto mayor en muchos ecosistemas e inevitablemente conduce a una pérdida de la biodiversidad, particularmente si los cambios suceden en forma tan rápida que la evolución no alcanza a compensarlos.

Algunas de las especies son más sensibles que otras a los cambios de temperatura. Una elevación de apenas 1 grado centígrado puede llevar a la extinción del “tautara” de Nueva Zelandia, un reptil que se ha descrito como un “fósil viviente”, ya que apareció por primera vez en tiempo de los dinosaurios. Investigaciones recientes de la Universidad de Victoria, en Wellington, han mostrado que a 21ºC, el 96% de los huevos de Tautara son femeninos, mientras que a una temperatura de 22ºC, todos son masculinos. De modo que la tautara, un animal que sobrevivió el cataclismo y que permaneció después de la extinción de los dinosaurios, mientras las demás especies desaparecieron, ahora sería víctima del calentamiento global.

El riesgo de la biodiversidad no es igual alrededor del mundo (ver figura 2). Ciertas áreas son mucho más vulnerables, especialmente aquellas aisladas con escasa población, como islas, fragmentos de bosques tropicales, arrecifes de coral, pantanos y tierras húmedas. Muchas de estas áreas tienen una diversidad muy rica tanto en flora como en fauna, de modo que si es dañado el ecosistema, se perderían muchas especies. Además, por la elevación de los niveles del mar como resultado del calentamiento global, se pone en peligro la explotación industrial de recursos de las costas, como petróleo y minerales. El turismo también se verá afectado. Los arrecifes de coral (uno de los ambientes más ricos en especies de la Tierra), son muy sensibles a la polución, la temperatura del mar y los cambios de la profundidad. A menudo son drenados los pantanos y las tierras húmedas para construir proyectos de explotación agrícola o para explotar reservas de petróleo o gas o para extraer turba. Ellos son también muy sensibles a cambios climáticos.

No nos damos cuenta qué es lo que estamos perdiendo hasta cuando ya es muy tarde. Antes de que seamos atrapados, necesitamos medir la biodiversidad. El número de especies diferentes en una particular área es un índice básico de biodiversidad, pero el concepto tiene que llegar más lejos. Son también factores de biodiversidad la diferencia de individuos en una especie, entre poblaciones de una misma especie, entre comunidades de diferentes organismos y entre ecosistemas (fig. 1). Así, en un área particular, la salud de todos los hábitats se puede medir por la diversidad de especies que viven allí, tanto en términos del número total de especies, como los diferentes rangos de animales, plantas y microorganismos.

Supongamos que el número de especies en un pedazo de jardín de 11 por 11 metros, se compara con un trozo similar de tierra húmeda. Seguramente que el jardín va a mostrar un mucho mayor número de especies (tiene una mayor biodiversidad por metro cuadrado). ¿Pero cuál área es biológicamente más importante? Claramente no toda la biodiversidad tiene igual valor desde un punto de vista de conservación.

Y hay veces que la presencia de una simple especie hace toda la diferencia. Imaginemos que hubiera dos áreas en las tierras húmedas de Escocia que estuvieran amenazadas por la construcción de un proyecto de carretera. Ambas con igual nivel de biodiversidad y casi igual identidad de especies, excepto que una es el hogar del “capercaillie”, un pájaro del tamaño de un pavo que no es tan raro en el norte de Europa, pero que está enfrentando la extinción en Escocia. ¿Cuál debiera protegerse de que entren los bulldozer? Aquella que alberga a los capercaillie debiera ganar la elección.

Una evaluación de la biodiversidad no termina allí. Incluso suponiendo que haya especies en peligro que se han visto en un área, ¿es que ella vive allí, o es que está pasando por allí? Un sólo individuo no significa nada para preservar la biodiversidad. Para eso se requiere una población que se cruce y reproduzca.

La forma en que se hacen las observaciones, también tiene un efecto importante. Cada técnica tiene sus ventajas y desventajas. Así por ejemplo, el uso de trampas luminosas para insectos puede ser útil, pero se desconoce el rango geográfico de ellos. No sabemos de dónde vienen volando. Golpeando las ramas de los árboles y recogiendo lo que cae, es un método común para muestreo de insectos, pero eso no permite conocer a aquellos insectos que viven en la punta del árbol. En Richmond Park en Londres, una población de gorgojos fue ignorada por años, porque los investigadores utilizaron esta técnica de recolección. Otro método común y que se está usando con frecuencia consiste en esparcir en el árbol un gas anestésico y luego colectar todo lo que cae al suelo. Pero aun esta técnica tiene sus limitaciones, ya que organismos que viven en la corteza es poco probable que sean afectados.

Otra forma de salvar el obstáculo es reconocer y categorizar los miles de diferentes especies, lo que no es fácil (Creces: Limitaciones para Definir e Individualizar las Especies, Noviembre 1998, pág. 33) Afortunadamente ahora se están utilizando tecnologías que mejoran las posibilidades de clasificación. Por muchos años las especies habían sido clasificadas por la observación cuidadosa de sus características básicas. Ahora las tecnologías del DNA permiten comparar las especies a un nivel genético, lo que ha permitido incrementar el conocimiento de la biodiversidad dentro y entre las especies. Tecnologías de información también han probado ser muy valiosas. Sistemas de categorización vastos y complicados se han reemplazado por bases de datos fáciles de investigar, lo que ha hecho más clara la identificación de nuevas especies, al mismo tiempo que nuevos software están ayudando a reconciliar diferentes sistemas de clasificación (ver recuadro 1).

No todas las técnicas para medir la biodiversidad se basan en métodos de alta tecnología. Los científicos que tratan de evaluar el tamaño de las poblaciones de criaturas elusivas recurren a contar las muertes o los animales atrapados, y a extrapolar estas cifras al tamaño estimado total de la población. Por ejemplo, en la zona rural de Inglaterra una apreciación gruesa y efectiva de hacer este chequeo es contar el número de “muertes en el camino”, es decir el número de “tejones” aplastados en un camino estrecho, específico. Mientras más muertos hay, más alta es la población.

Ahora es importante desarrollar un cuadro de la diversidad de la vida en la Tierra, de modo que en el futuro se pueda hacer una comparación y se puedan identificar las tendencias. Pero no es necesario observar cada uno de los organismos de un área para formarse una idea instantánea de la salud del ecosistema. En muchos hábitats hay especies que son particularmente susceptibles a condiciones cambiantes, y éstas pueden usarse como “especies indicadoras” (ver recuadro 2).

Muy frecuentemente en los medios de comunicación se manifiesta preocupación por el riesgo de animales carismáticos, como pandas, elefantes, tigres y ballenas, ya que su pérdida llama la atención. Sin embargo muchas veces, más que aquellas glamorosas especies, son las plantas y animales que están más abajo en la cadena alimentaria las que son más vitales para la preservación del hábitat. Estas son conocidas como “especies claves”.

Estudiando las complejas relaciones alimentarias dentro de un hábitat se puede identificar especies que tienen una particular importancia en el ambiente. Así por ejemplo, en muchos países, los miembros de las familias de los higos son el alimento básico para cientos de diferentes especies. Son tan importantes, que los científicos algunas veces llaman a los higos “los Burgués de la jungla”. Una amplia variedad de animales, desde pequeños insectos a pájaros y mamíferos se alimentan de cualquier parte del árbol de los higos, desde corteza, las hojas, las flores o sus frutos. Muchas especies de higos tienen polinizadores muy específicos. Hay varias docenas de especies de higos en Costa Rica y muchos tipos de avispas han evolucionado para polinizar a cada una de las especies. Chris Lyle del Museo de Historia Natural de Londres (que también está comprometido en la Iniciativa Taxonómica Global), afirma que si se afectaran los árboles de higos por la polución y el calentamiento global, la pérdida para la biodiversidad sería enorme.


El jardín de la nutria de mar

La nutria de mar juega un rol importante en la sobrevida de las algas marinas gigantes que están a lo largo de las costas de California y Alaska. Estos verdaderos “bosques húmedos marinos” proveen de un hogar a una amplia gama de otras especies. Las algas mismas son el principal alimento para los erizos púrpuras y rojos, y a su vez los erizos son comidos por predadores, particularmente, por las nutrias de mar. Ellas desprenden un erizo desde el fondo del mar y luego flotan de espalda en la superficie con la concha del erizo en su panza, y los golpean con una piedra para comer su contenido. Los erizos que no son comidos tienden a pasar su tiempo en grietas de las rocas para esquivar así a los predadores. Esto permite que crezcan las algas, crecen muchos centímetros en un día. En la medida que se forma el bosque, trozos de algas se desprenden y caen al fondo del mar, donde proveen de alimento a los erizos en sus grietas. Las nutrias marinas se mantienen cazando erizos en las algas, y muchos otros peces e invertebrados viven en esta frondosidad.

El problema comienza cuando declina la población de nutrias. Como grandes predadoras, ellas son vulnerables. Su número es relativamente pequeño, y ya sea por enfermedades o por los cazadores, ellas pueden desaparecer. Todo esto resulta en que la población de erizos crece sin control y vagan por el fondo del mar comiendo algas jóvenes. Con esto las algas se mantienen muy pequeñas y se detiene el desarrollo del bosque, lo que tiene un gran impacto en la biodiversidad.

A la inversa, especies claves también pueden ser peligrosas para especies foráneas: ellas pueden producir estragos si terminan en ecosistemas equivocados. La polilla del cactus, cuya cuncuna es una devoradora del fruto, fue introducida en Australia para controlar el rampante cactus. Fue tan exitosa su introducción, que algunos pensaron que era una buena idea introducirla también en las islas del Caribe, que tenían el mismo problema. Ellas solucionaron el manejo del cactus, pero desgraciadamente, ya sea por los vientos o en el equipaje de turistas, unas de sus polillas alcanzaron las costas de Estados Unidos y han sido devastadoras en la población de cactus nativos de Florida.

Ya internacionalmente se ha hablado y reconocido importancia a la pérdida de la biodiversidad, pero ésta es la parte fácil. Pero, alcanzar acuerdos para desarrollar acciones está lleno de dificultades, porque muchas de las amenazas son el producto de la forma de vida que goza el mundo desarrollado, y que también el mundo subdesarrollado trata de emular. Una forma de vida basada en la quema de combustible fósil y comidas ricas en carnes. A pesar de estos problemas, algo se ha avanzado para conservar la biodiversidad.

Organizaciones como la “Convention on Biological Diversity” que han trabajado con grupos, como Naciones Unidas, gobernantes y científicos para llamar la atención, han conseguido fondos para investigaciones. Algunas reuniones internacionales mayores, incluyendo el World Summit on Sustainable Development, celebrado en Johannesburg en el 2002 han tenido impacto para disminuir las pérdidas de la biodiversidad. Y ahora el CITES que se celebró en Santiago en Noviembre de 2002, ya tiene una lista con muchos más nombres de especies en peligro para los cuales el comercio está controlado. Claro que estos acuerdos tendrían un valor limitado si algunos países rehúsan implementarlos.

Pero con todo, hay razones para estar optimistas. Parece haber una creciente preocupación para la necesidad de la agricultura y el turismo sustentable con el objeto de conservar la biodiversidad. Problemas como la tala ilegal se está deteniendo a través de programas de forestación sostenidos, con énfasis de un uso mínimo de las maderas duras de los bosques tropicales y programas rigurosos de replantación en cualquier parte en que son talados. CITES está jugando su parte en el control del mercado de madera de especies arbóreas en peligro. Del mismo modo se están haciendo más populares las técnicas agrícolas sustentables, que minimizan el daño ambiental e impiden la monocultura.

Las acciones a niveles nacionales requieren de inversiones en educación pública y en la estimulación del tema. Lograr el compromiso de gente como tú y yo, puede ser muy efectivo. Así por ejemplo, Australia y muchos países europeos han llegado a ser extremadamente eficientes para reciclar la mayor parte de los desperdicios domésticos, preservar los recursos naturales y reducir el uso de combustibles fósiles. Esto a su vez tiene un efecto indirecto en la biodiversidad, minimizando la polución y un efecto directo reduciendo la cantidad de gases invernaderos emitidos por incineradores y vertederos.

Es obviamente importante preservar el ecosistema intacto para las futuras generaciones, pero la biodiversidad no es algo de una opción extra. La variedad biológica es nuestro propio sistema de vida.


PRESERVACIÓN DE LAS ESPECIES

El museo de Historia Natural en Londres almacena millones de especies de muestra pertenecientes a todas partes del mundo, que han estado siendo coleccionadas durante cientos de años. Actualmente, cada muestra de esta vasta colección está clasificada en un índice de tarjetas, a mano o con una máquina de escribir. Cada vez que una nueva especie se envía al museo para su identificación hay que realizar una laboriosa búsqueda a mano dentro del sistema. Por ello científicos del museo y la Universidad de Essex están desarrollando un sistema llamado VIADOCS, que va a escanear e interpretar todas las tarjetas, transfiriendo la información que ellas contienen a un catálogo y a una base de datos de Internet.

Otro problema con la identificación de los organismos, es que a lo largo de los años se han desarrollado numerosos y diferentes sistemas de clasificación. Ello no permite el uso de los datos por los científicos, y además induce a una sobre estimación de la biodiversidad, ya que los mismos organismos aparecen en más de una de las clasificaciones con diferentes nombres.



¿CÓMO NOS SENTIMOS HOY DÍA?

Algunas criaturas son especialmente sensibles a los cambios de ambiente. Si es posible monitorear su número fácilmente, ellas pueden ser utilizadas como “especies indicadoras”, con el objeto de llevar a cabo estudios de la salud del hábitat.

Muchos de los organismos escogidos como especies indicadoras son microbios o pequeños invertebrados, como por ejemplo el enorme número de tipos de escarabajos y su gran rango de hábitats, lo que los hace muy útiles como indicadores.

Con todo, organismos grandes pueden algunas veces ser útiles como indicadores del estado del ecosistema. Los lagartos son muy frecuentes en la región del sub Sahara en Africa y en muchas otras zonas tropicales o subtropicales. Ellos comen insectos y a su vez son comidos por pájaros y pequeños mamíferos, por lo que forman parte importante de la cadena alimentaria. Ellos tienen un metabolismo lento y son sensibles a muchos pesticidas, lo que los hace indicadores útiles para el estudio del efecto del rociado de insecticidas.

Manteniendo la vista en los lagartos, los investigadores pueden inferir cómo éstos están afectando a los insectos, los pájaros y los mamíferos, en relación a la cadena alimentaria, y así prevenir cualquier efecto adverso en la polinización de las plantas.


0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada