La amenaza del plomo
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1982 )

Ministerio de educación ha pedido a la universidad de chile que evalué la contaminación de la población con este metal. Más del 80% del plomo que entra a nuestro organismo proviene de los alimentos, y la acumulación en vísceras y huesos puede tornarse letal.

El plomo es un metal pesado y por eso es que cuando a alguien encontramos antipático decimos que tiene plomo en la sangre. La verdad es que todos tenemos plomo en la sangre. Así lo demuestra un estudio realizado por Katy Mahaffey y colaboradores, del Food and Drug Administration de EE.UU., lo cual no necesariamente significa que todos seamos pesados.

Lo curioso es que el plomo no debiera estar en la sangre. Desde luego no se sabe que desempeñe ninguna función biológica, como podrían ser otros metales (Fierro, Zinc, Cobre, Selenio). Más todavía, este metal es tremendamente tóxico para el Hombre y los animales. Penetra al organismo desde el ambiente y se mete al interior de las células. Invade al glóbulo rojo y bloquea la síntesis de hemoglobina. Se concentra en el riñón y lesiona las células renales. También en el hígado produce lesiones y, lo que es más grave, deteriora las células cerebrales, produciendo deficiencia mental y trastornos del comportamiento. La mayor parte se deposita en los huesos y de allí demora años en eliminarse.

Hasta hace algunos años, la intoxicación por plomo era muy frecuente en EE.UU., donde producía la mayor cantidad de muertes. Hoy, debido a todas las rígidas medidas que se han estado tomando, éstas han disminuido notablemente.


Metal que aplasta

La intoxicación por plomo no es nueva. Ya la conocían los griegos y romanos. El plomo estaba en los alimentos y especialmente en el vino. El historiador H. Waldron afirma que la decadencia del imperio romano se debió a la intoxicación por plomo. El Hombre conocía este metal y lo usaba en sus artefactos desde 3.000 años antes de Cristo. Pero hoy el problema se hace más serio debido a su enorme empleo en la industria y sus aplicaciones comerciales. Se utilizan cada día enormes cantidades de plomo y este ya incluso está en la biosfera. Las fundiciones y refinería en los Estados Unidos botan más de mil toneladas de plomo anualmente a la atmósfera. De allí cae al suelo lo absorben las plantas, lo ingieren los animales y también el Hombre.

El plomo pasó a ser uno de los principales contaminantes en la época industrial, L. Hecker y colaboradores encontraron que los indios salvajes Yanomamas tenían muy baja concentración de plomo en la sangre (0.83 microgramos %). Estos valores son más de cien veces menores que lo que tiene el promedio de la población actual en EE.UU.

El plomo está en el aire, en el agua, en los alimentos, en el gas que botan los autos al quemar la gasolina (tetraetil plomo), en la pintura de las casas, soldaduras, pesticidas y en miles de artefactos y productos industriales que usamos todos los días.


Niños y pobres más afectados

El Hombre se defiende del plomo, y por algún mecanismo desconocido, sus células intestinales absorben un bajo porcentaje del elemento que ingiere en el agua y los alimentos. Este proceso defensivo no existe en el niño pequeño que absorbe una gran cantidad de plomo que viene oculto en sus comidas. De allí se deposita en los tejidos y produce mucho daño. Se encontró que mientras los adultos absorben sólo un 5 a 10% del plomo que ingieren, los lactantes y preescolares absorben más del 50%. Jorge Onarterman, un investigador inglés, señala también que los animales jóvenes absorben mucho más plomo que los adultos.

Desgraciadamente el organismo no dispone de mecanismos efectivos para deshacerse del plomo. Este se elimina muy lentamente por la orina, la bilis, el sudor o el pelo. El plomo que se deposita en los huesos demora más de 3 años en eliminarse. En esta forma, el plomo se va acumulando y el daño que produce es proporcional al tiempo y a la cantidad de plomo que hay en los alimentos y el medio ambiente.

En 1982 se publicaron los últimos resultados de las determinaciones de plomo en sangre de niños de EE.UU. (New England Journal of Medicine, septiembre de 1982) y ello provocó gran alarma. El 12% de los niños negros tienen niveles altos de plomo en la sangre (sobre 30 microgramos %), en tanto en los niños blancos acusan menos de un 2%. El problema parece estar relacionado con la pobreza: un 11% de los niños pobres tienen niveles altos, mientras que sólo el 12% de los niños de familias acomodadas presenta el problema. Si viven en el campo, tienen menos plomo (2.2%), pero el índice es casi 6 veces mayor si viven en las ciudades (12%).


Veneno

El plomo no sólo mata cuando se disparan balas, sino que también al ingerirlo. Los pediatras saben lo grave y difícil que es tratar a un niño que llega en coma y con fuertes convulsiones debido a la intoxicación por plomo. Casi siempre es mortal.

En los menores el problema se produce porque comen tierra donde hay plomo y porque durante algún tiempo raspan y chupan la pintura del catre que contiene plomo, cuando muerden soldados de plomo o se comen las raspaduras de la pared en que se han usado pinturas que contienen el metal. Las tintas de imprenta también poseen plomo, especialmente los colores amarillos y naranjas. Se han visto intoxicaciones en niños que comen papel de diario. También son peligrosos los tubos de plomo de la pasta de dientes que pasa a la pasta y de allí fácilmente se absorbe.

Los primeros síntomas son vagos: dolor abdominal, vómitos, anemia, trastornos del carácter y dificultades en el aprendizaje. Si el niño continúa ingiriendo plomo y no se hace un diagnóstico apropiado, llega a tener convulsiones y finalmente cae en coma. En esta última etapa la enfermedad casi siempre es mortal. Si se toma una radiografía de huesos, se puede ver el plomo depositado en ellos bajo la forma de una línea densa en la parte inferior de los huesos largos. También puede verse en la radiografía de abdomen.

No hay un tratamiento electivo. Se pueden usar substancias "quelantes", que capturan o atrapan selectivamente el plomo y permiten eliminarlo por la orina. Este tratamiento es efectivo si los síntomas no son graves, ya que el tóxico demora mucho tiempo en eliminarse completamente. Si el niño ya llega con trastornos cerebrales graves, no hay tiempo para que el quelante capture el plomo y lo elimine por la orina. A esta altura el daño ya está hecho y lo probable es que el niño fallezca por paro respiratorio.


Déficit mental

Las investigaciones realizadas durante los últimos años han hecho cambiar el concepto de la intoxicación por plomo. Si bien está claro que el envenenamiento masivo es muy grave, parece también que la intoxicación crónica y mantenida produce daños permanentes en el cerebro.

El niño pequeño es especialmente susceptible. Él absorbe más plomo que el adulto, y como proporcionalmente ingiere más alimentos (por kilo de peso), en definitiva ingiere también mayor cantidad de plomo.

Esto explica que los niveles de tóxico en la sangre siempre sean más elevados en los niños que en los adultos. Por alguna razón que no se conoce, en el niño se deposita más plomo en el cerebro que en otros tejidos blandos.

Son numerosas las publicaciones durante los diez últimos años que coinciden en que el plomo provoca en los niños alteraciones cerebrales, y que concentraciones en la sangre por sobre 30 microgramos % alteren los procesos enzimáticos. Oliver David, del Departamento de Psiquiatría de la State University of New York, señala que pequeñas cantidades de plomo producen hiperactividad en los niños (hiperquinéticos), y la concentración más alta de plomo en la sangre de ellos es mayor que los niños tranquilos y normales. Incluso el electro-encefalograma en ellos está alterado.

Durante los últimos tres años, son numerosos los trabajos que demuestran que el plomo en pequeñas cantidades produce retardo mental. Lo que es más grave es que parece que sus efectos son permanentes. En niños con retardo mental de origen desconocido se ha encontrado que también tienen frecuentemente altos niveles de plomo en la sangre. Todo ello ha producido enorme preocupación en Estados Unidos y Europa. Se sostiene que debiera determinarse el plomo en la sangre de todos los niños, para así poderlos tratar a tiempo. Incluso calcular el costo/beneficio de esta medida porque sale más barato hacer el examen preventivo a todos los niños, que lo que cuesta hacerse cargo de los débiles mentales durante toda la vida.

Si el índice de plomo esta elevado en la sangre de la madre, lo probable es que pase también a través de la placenta y que se deposite y dañe el cerebro del feto. Afortunadamente la madre se defiende absorbiendo un bajo porcentaje de tóxico que viene en los alimentos.


Hay que tomar medidas

Más del 80% del plomo que entra a nuestro organismo proviene de los alimentos. Los vegetales lo absorben del suelo, pero más importante que eso es el pesticida que se les agrega y que contiene plomo.

La otra gran fuente de contaminación son las conservas en tarros. Estos contienen una soldadura lateral de plomo y al calentarlos para esterilizarlos, el plomo penetra al tarro y contamina al alimento. La cantidad de plomo depende del tiempo que haya que calentar la conserva, lo que a su vez depende del tamaño del tarro.

En la dieta promedio del estadounidense, que consume ocasionalmente conservas, el 20% del plomo tiene este origen. Igual porcentaje se ha encontrado en la dieta del inglés promedio.

El Food and Drug Administration ya ha comenzado a tomar medidas, examinando todas las conservas y exigiendo que el plomo no pase de cierto nivel, especialmente en los alimentos infantiles. Así se ha logrado reducir su contenido en las conservas de 0.52 partes por millón a 0.08 partes por millón (1980). La mayoría de los industriales que fabrican alimentos para niños han cambiado a envases de vidrio. Otros han modificado el tarro convencional por otros sin soldadura, hechos de aluminio o acero.

Las pinturas ya no contienen plomo y éste ha sido reemplazado por óxido de titanio. También el antidetonante agregado a la gasolina es reemplazado por otro conjunto orgánico sin plomo.

En Chile necesariamente tendremos que comenzar a preocuparnos. Ya el Ministerio de Educación ha encargado al INTA (Universidad de Chile) que evalúe el problema y proponga soluciones. Eso es importante, porque no hay dudas que la industria conservera está más atrasada aquí que en Estados Unidos. Por otra parte, se necesita introducir cambios urgentes si se quiere exportar conservas a los países desarrollados.



Fernando Mönckeberg B.

INTA - Universidad de Chile.



Para saber mas


1.- Mahaffey, K y Col: National Estimates of Blood Lead Levels: United States, 1976 - 1980 New Engl. J. of Med. 307, 573,1982.

2.- Waldron, H: Lead Poisoning in the Ancient World. Med. Histo. 17:391, 1973.

3.- Hecker, L y colaboradores: Arch Environ. Health 181: 29,1974.

4.- Piomelli, S: Blood Level Concentration in a Remote Himalayan Population. Science 210:1135, 1982.

5.- Kehoe, F: J. R Inst. Public Health 24:101, 1961.

6.- Alexander, F y colaboradores: Environmental Health Aspect of Lead. Comission of the European Communities, Luxemburg, 1973.

7.- Quanterman, J y colaboradores: Environment. Res. 12:180, 1976.

8.- Meedleman, H y colaboradores: Deficit in Psichologic and Classroom
Performance of Children with Elevated Dentive Lead Levels. N. Eng. J. of Med. 300: 689, 1979.

9.- David, O y colaboradores: Lead and Hipperactivity. Lancet octubre 1972, pág. 900, Vol. 28.

10.- Berwick, D y colaboradores: Cost Effectiveness of Lead Screening. N. Eng. J. of Med. 306:1392,1982.

11.- Landrigan, Ph. y colaboradores: Neuropsychological Dysfunction in Childen with Chronic Low Level Absorption. Lancet 29: 708, 1975.

12.- Olmsted, R: Early Asymptomatic Lead Exposure and Development at School Age. Journal of Pediatric 87: 638. 1975.

13.- Editorial del Lancet: Lead and Mental Handicap. Lancet 18: 365, 1978.

14.- Yule, W y colaboradores: The Relationship Between Blood Lead Concentration Intelligence and attainment in a School Population: a Pilot Study. Develop. Med. Child. Neurol 23: 567, 1981.

15.- Editorial del New England J. of Med.: Children and Lead. New Finding and Concerns. 307: 615, 1982.

16.- Ernhart, C y colaboradores: Subclinical Levels and Developmental Deficit. Pediatrics. 67: 912, 1981.

17.- Shaffner, R: Lead in Canned Foods. Food Technology, nov. 1981.


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