El ecoturismo no es tan ecológico
( Publicado en Revista Creces, Julio 2004 )

El ecoturismo es un negocio floreciente, pero comienza a preocupar por su impacto en la vida natural de los animales.

El creciente contacto humano con los animales salvajes en su propio hábitat, está comenzando a perturbarlos. Tanto los pingüinos, los osos polares, los delfines e incluso los pájaros en los bosques tropicales, ya muestran signos de estrés. Están perdiendo peso y algunos mueren sin causa aparente. Es así como el desarrollo del ecoturismo parece estar teniendo un efecto inverso al deseado (New Scientist, Marzo 6, 2004, pág. 6).

El crecimiento masivo de la industria del ecoturismo preocupa a los biólogos. Muchos animales parecen asustarse con la presencia de turistas. Los efectos inmediatos parecen no ser importantes, pero un análisis más cuidadoso muestra signos alarmantes. Les suben sus pulsaciones por incremento de las hormonas del estrés, y les cambia sus comportamientos habituales, lo que altera su fisiología. No se sabe si los impactos influyen en más largo plazo, produciendo alteraciones más graves.

El ecoturismo puede tener claros beneficios económicos para los países pobres que tienen una gran riqueza en la biodiversidad. Ello puede significar un ingreso importante. En este sentido el ecoturismo es una nueva forma de beneficiarse con los recursos naturales, sin poner en riesgo la existencia de muchas especies. Sin embargo, en su implementación parece no haberse considerado los impactos menos evidentes, como la transmisión de enfermedades o los cambios de la salud de los animales salvajes, debido a las alteraciones de su rutina diaria. Ellos no siempre son aparentes al observador casual, pero que se sabe son causas de estrés que puede hasta amenazar su sobrevivencia.

Rochelle Constantine de la Universidad de Auckland en Nueva Zelandia, en su trabajo publicado en la revista "Biological Conservation" relata cómo los delfines se ponen frenéticos cuando se acerca un bote con turistas. Cuando un sólo bote está presente, ellos gastan el 65% de su tiempo descansando, Pero cuando hay tres o más botes, sólo descansan en 0.5% de su tiempo. Esto afecta a su distribución de tiempo, que corrientemente usan en socialización o alimentación, lo que puede ser muy dañino.

También los animales de tierra se afectan. Viajes especializados en Manitova, Canadá, que están constantemente llevando turistas a observar los osos polares durante los meses de Octubre y Noviembre, que es en la época en que los animales tienen que estar descansando y esperando para que se descongele los hielos para cazar focas. Markus Dyck y Richard Baydack de la Universidad de Manitova, Winnipeg, han encontrado que los signos de vigilancia de los osos machos se incrementan en siete veces cuando hay vehículos alrededor (Biological Consevation, vol. 116, pág. 334).

Al igual que los delfines, los osos pagan un alto precio por estas alteraciones de su comportamiento. Las visitas de turistas les incrementan sus palpitaciones y su metabolismo cuando ellos debieran estar conservando sus energías. Reducen así la grasa del cuerpo y dejan de guardar energías, lo que incluso puede tener efectos negativos en aquellos animales de cruzamiento poco frecuente.

El mismo efecto negativo, también se puede observar en los pingüinos (Biological Conservation, vol 116), donde se observa que en aquellas zonas muy visitadas, tienen crías que pesan como promedio 0.75 kilos menos que los polluelos en áreas no visitadas.

Esto puede ser el resultado que los padres demoran más tiempo para estar con los polluelos después que terminan sus incursiones marinas para buscar alimento. Estos pingüinos no se acercan a las playas si divisan visitantes. El atraso en llegar a las playas puede significar que el pájaro digiera algo del alimento que ha conseguido y que estaba destinado para regurgitarlo para alimentar a sus polluelos. Se sabe que esos polluelos desnutridos tienen una mayor tasa de mortalidad.

El ecoturismo puede tener un efecto aún más negativo en regiones salvajes de Africa y Sud América, donde no hay mucho control. En esos lugares el ecoturismo se ha estado incrementando entre un 10 a un 30% por año. La observación de las ballenas y delfines, ha llegado a ser una industria de miles de millones de dólares. En 1998 atraía casi a 9 millones de personas al año en 87 naciones y territorios, comparado con menos de 300.000 personas por año hace 20 años (gráfico 1).

También se reportan datos preocupantes en el Amazonas, relacionado con el impacto que los turistas provocan especialmente en las aves. Antje Muler de la Sociedad Zoológica de Frankfurt en Alemania, pudo comprobar que en la zona Ecuatoriana el "hoatzin", un pájaro grande de hermosos colores, debido al alto creciente ecoturismo, han incrementado al doble los niveles de cortisona en su sangre, en relación a los que habitan en áreas no visitadas.

Los turistas están afectando la sobrevida de sus polluelos. Al acercarse los asustan en sus nidos y de las ramas de los árboles caen al agua infestadas con predadores, como pirañas, caimanes y anacondas. Cuando los investigadores ponen micrófonos en sus nidos, pueden detectar que aunque no se echen a volar, su frecuencia cardíaca se incrementa notablemente, lo que demuestra una situación de estrés.

El otro aspecto que significa un serio riesgo, es la transmisión de enfermedades, por el contacto con humanos y sus excretas. Investigaciones en Africa demuestran la existencia de parásitos intestinales en los gorilas, después de la introducción del turismo (New Scientist, Junio 8, 2002, pág. 10). Otros investigadores están especialmente preocupados por la introducción de enfermedades en la vida salvaje de la Antártica. En muchas áreas se han encontrado muertes masivas de focas y pingüinos, sin que haya una explicación. En la sangre de pingüinos se han detectado anticuerpos contra diversos virus, que incluye hasta el virus IBD que se observa frecuentemente en los cerdos.

Todo esto ha comenzado a ser una voz de alarma que comienza a exigir mayor investigación antes de continuar incentivando el ecoturismo en forma indiscriminada. Por el contrario, los expertos señalan que cuando éste se hace en forma correcta y regulada, puede no ser dañino para la vida salvaje. El ecologista Martín Wikelski de la Universidad de Princeton en New Jersey, pone como ejemplo el turismo cuidadosamente controlado que se ha logrado en las islas Galápagos, que al mismo tiempo de proveer de recursos económicos, permite el cuidado y adaptación de los animales salvajes a la presencia del humano. Los mismos recursos económicos generados, también ayudan a la conservación y preservación de las especies, manteniendo las islas sin dañar su vida salvaje.


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