Entre los años 1989 y el 2003 en Estados Unidos, hubo 328 casos de convictos que posteriormente fueron declarados inocentes. Algunos tuvieron que estar distintos períodos en la cárcel, acusados por violaciones o asesinatos. Otros habían sido sentenciados a muerte o incluso hubo más de uno ejecutado, que posteriormente fueron declarados inocentes. Del análisis de todos estos casos, se deduce que si el test del DNA se aplicara a las investigaciones de condenas por robos, se podría comprobar que miles de personas inocentes, han estado en la cárcel sufriendo penas, por delitos que no cometieron.

Samuel Oross y sus estudiantes de la Escuela de Leyes de la Universidad de Michigan, encontraron que en Estados Unidos, las tasas de exoneraciones han alcanzado a 43 casos por año, si se compara con la de exonerados en el año 1989, que alcanzó a 12 casos, fecha en que por primera vez se utilizó el test del DNA. Al analizarlas, se encontró que del total de 328 exoneraciones ocurridas durante este período, 145 se fundamentaron en las evidencias de DNA. El test ayudó a anular la sentencia a 105 de los 120 acusados por violaciones y a 40 de los 199 acusados de asesinatos.

Muchos de estos casos fueron condenados porque mintieron en la corte o por confesiones falsas extraídas por la policía. En casi dos tercios de los casos, un testigo los había identificado. Pero aun cuando la evidencia del DNA está disponible para los casos de violaciones, muy raramente lo está para los casos de robos, las otras condenas en que los testigos son menos confiables. De esto se deduce que si se utilizara el test del DNA para este tipo de delitos, los falsamente incriminados serían muchos más.