Se aproxima nueva crisis del petróleo
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1998 )

Cunde el temor de que la creciente demanda de petróleo, mas temprano que tarde, lleve a una nueva crisis. Algunos geólogos temen que esto suceda durante los primeros 10 o 20 años del próximo siglo.

Se puede afirmar que toda la civilización actual ha sido montada sobre el petróleo. Una fuente de energía barata que a la naturaleza le costó millones de años para producirla y almacenarla, pero que la humanidad la está consumiendo en menos de doscientos años. Todos sabemos que el recurso es finito, y no queremos pensar qué sucederá cuando éste falte. La experiencia nos ha señalado que cuando escasea, su precio sube, y rápidamente nos vemos enfrentados a una recesión de toda la economía mundial. Es que toda la economía depende de esta fuente de energía barata que hemos sabido aprovechar muy bien, pero para la cual no hay un reemplazo fácil.

Alzas en el precio se han producido en los años 1973 y 1979. Hay que recordar que en respuesta al embargo árabe, el precio se triplicó, y luego cuando cayó el Sha, volvió a duplicarse, lo que trajo una recesión mundial y una gran angustia frente a la posibilidad de que su abastecimiento comenzara a disminuir. Los expertos vaticinaron que el fin ya estaba próximo, pero se equivocaron, porque sus supuestos no tenían base científica. Por esa misma fecha, nuevas y grandes reservas se descubrieron en Alaska y el Mar del Norte. El precio había subido porque los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se habían puesto de acuerdo, y ellos dominaban el 36% del mercado. Pero luego, cuando comenzó a fluir el petróleo de las nuevas fuentes, los precios se colapsaron.

Hoy existe una sensación de optimismo porque los precios siguen bajos, a pesar de que el consumo en este período (1970-1998) ha aumentado de 12 mil millones a 25 mil millones de barriles al año. Algunos creen que en base a las reservas actuales, las crecientes demandas podrían ser satisfechas por los próximos 50 años, tiempo más que necesario para encontrar alternativas sustitutivas.

Sin embargo, no piensan así los geólogos que predicen que la escasez de petróleo comenzará a manifestarse dentro de los próximos 10 a 20 años. Por primera vez, este año, la Agencia Internacional de Energía (IAE) señaló que se está próximo a alcanzar la cima de producción de petróleo, aun teniendo en cuenta la expansión de las exploraciones y los nuevos hallazgos que se han hecho, por ejemplo en el Mar Caspio, que se estiman pueden ser de semejante cuantía a las del Mar del Norte. El punto máximo se lograría en el primer decenio del siglo XXI, alcanzando 26 mil millones de barriles anuales y desde allí comenzaría a descender la producción. Pero aún antes que el pico máximo de producción se alcance, lo probable es que el precio vuelva a subir, ya que al igual que en los años 1973 y 1979, otra vez los países de la OPEP volverán a dominar el mercado y podrán de nuevo manejar el precio racionando la producción (Science, vol. 281, pág. 1128, 1998).


Una visión más pesimista

Collin Campbell y Jean Laherrere, que son geólogos miembros de Petroconsultans en Ginebra y también consejeros de IEA, afirman que los que creen que el petróleo alcanzará para cubrir las necesidades por los próximos cuarenta años, están muy equivocados (Scientific American, Marzo 1998, pág. 60) . En general, los que así argumentan, dicen ellos, cometen tres errores básicos. Primero, las estimaciones hechas de las reservas están muy infladas. El segundo error, es pretender que la producción se mantendrá constante durante todo el tiempo, y el tercero y más grave, es asumir que los últimos bolsones de petróleo se van a poder bombear desde el subsuelo tan rápida y fácilmente como los que se están extrayendo ahora.

En efecto, se ha visto que el ritmo al que un pozo o un país produce petróleo tiene una curva: comienza a producir poco, llega a una cúspide y cuando ya se ha extraído, comienza a bajar hasta llegar a cero (tal ha sido el caso del petróleo de Magallanes).

Desde una perspectiva económica, dice Campbell, no es relevante la fecha en que el mundo se vaya a quedar sin petróleo. Lo que es importante es cuándo empieza a decaer la producción. Es a partir de este punto, que los precios comenzarán a subir. Según él, esta declinación se iniciaría en el año 2010. El petróleo puede existir hasta por 50 años más, pero su escasez va a empezar mucho antes y consecutivamente su precio va a comenzar a subir. Para los países no productores como es el caso de Chile, que debe importar casi todo su petróleo, la situación será muy difícil, ya que tendrá que gastar muchísimos más dólares para importar más petróleo y probablemente sus materias primas disminuirán de precio, si todo ello produce una recesión mundial.

Por otra parte, las reservas que se han calculado padecen de un gran margen de error. Las estimaciones se basan sólo en datos recibidos de los diferentes países, pero ellos no se pueden verificar. Además, las estimaciones de cada reserva, es una ciencia muy inexacta. En la práctica, las compañías y los países son deliberadamente vagos en las cifras que ellos reportan. Es muy frecuente que las estimaciones de las reservas que hacen las compañías sean muy generosas, ya que de este antecedente depende el precio de sus acciones.

Los países miembros de la OPEP están especialmente tentados a inflar sus estimaciones porque mientras mayores son sus reservas, a ellos se les permite una más alta cuota de exportación. En el hecho hay muy buenas razones para afirmar que durante la década de los 80, 6 de los 11 países de la OPEP, inflaron sus posibles reservas en forma colosal, entre un 42 a un 197%, con ello obtuvieron mayores cuotas de exportación dentro de su tratado. De los países productores de petróleo, no OPEP, 59 reportaron que sus reservas en 1997 eran las mismas que en 1996. Ello es muy raro, porque lo normal es que las reservas decaigan. Frecuentemente, los países sobrestiman sus reservas, porque así se hace más posible obtener préstamos.

Por otra parte, las perspectivas de grandes yacimientos de petróleo que existirían en el Mar Caspio, hasta ahora no se han podido comprobar. Un informe publicado el año pasado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, estimaba que las posibles reservas de crudo en esa región podrían llegar a unos 178.000 millones de barriles, lo cual dejaba a la pequeña nación de Azerbaiyan con una cantidad de crudo equivalente a toda la existente en el continente asiático. En base a esos estudios e informes, se han iniciado las mayores perforaciones petroleras de los últimos años, pero desgraciadamente hay que reconocer que hasta ahora ellas han resultado infructuosas, a pesar de que las grandes empresas petroleras han destinado miles de millones de dólares a las perforaciones en la zona. El optimismo se ha ido desvaneciendo, y es así como el Instituto James Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rise, ahora estima que las posibles reservas de esa región serían sólo de 15.000 a 30.000 millones de barriles, lo que equivaldría sólo al 3% de la oferta mundial de crudo.
(The Wall Street Journal Americas, Octubre 07 de 1998.)

Por todo esto, las estimaciones que se han dado de probables reservas, si se quiere ser realista, hay que tirarlas bastante para abajo y así se está más cerca de lo posible.

Además hay que agregar que lo más factible es que las demandas mundiales de petróleo continúen creciendo. El ritmo de incremento actual es de 2% al año. Desde 1945, el consumo en América Latina ha aumentado en un 30%, el de África en un 40% y el de Asia en un 50%. Las estimaciones de la Energy Information Administration consideran que la demanda de petróleo para el año 2020 se elevará en un 60%.


Nuevas tecnologías para nuevas reservas

Cada día ha sido menos frecuente el hallazgo de reservas fáciles de extraer, aun cuando hay que reconocer que se han incrementado. La gran esperanza está en las nuevas tecnologías que permitan nuevos hallazgos a menor costo (Scientific American, Marzo 1998, pág. 69). Es así como ayudados por supercomputadores, los buscadores de petróleo están usando un sistema sísmico tridimensional para identificar las estructuras geológicas que contienen petróleo, con lo que la ubicación es mucho más precisa. Una segunda tecnología ha consistido en cavar primero hacia abajo, y luego hacia los lados, buscando las reservas horizontalmente, con lo cual se reduce el número de excavaciones, y por lo tanto los costos. También están siendo posible las excavaciones a mayores profundidades debajo del mar. Estas tecnologías ya están operando en las aguas del Golfo de México, al Este de Africa y en el Mar del Norte.

Al mismo tiempo, el mejor conocimiento de las estructuras geológicas permiten ahora inyectar gas, vapor o anhídrido carbónico líquido, lo que difunde a través de los poros de la roca y empuja el petróleo que antes era inalcanzable.

Finalmente, hay que señalar que también existen enormes depósitos de petróleo no convencionales, que serían explotables tan pronto como se eleve el costo del petróleo convencional. Así por ejemplo, en el cordón del petróleo de Venezuela hay 1,2 trillones de barriles de lodo, conocido como petróleo pesado. Del mismo modo, hay grandes cantidades de depósitos arenosos en Canadá y en la antigua Unión Soviética, que pueden significar más de 300 mil millones de barriles de petróleo. Todos estos pueden teóricamente explotarse, pero para eso se requiere que el precio del petróleo lo justifique y que además se perfeccionen las tecnologías de explotación. Desgraciadamente, muchos de estos depósitos contienen metales pesados y azufre, que habría que extraerlos.

De lo que no cabe duda, es que el petróleo tendrá que agotarse, y para eso hay que irse preparando, de modo que la transición no sea demasiado traumática, y sea utilizando el gas natural, transformándolo en combustible líquido o utilizando el hidrógeno o alguna otra fuente de energía renovable, preparándose así la inevitable declinación del petróleo convencional que puede llegar antes de lo que se imaginaba.

Pero por lo menos, como premio de consuelo, si el petróleo se termina, se dejará de hablar del efecto invernadero.


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