Ruidos santiaguinos sobrepasan niveles aceptables
( Publicado en "Avances del Conocimiento",
Lilian Duery, 1996, Editorial Antártica )


Estudio de hace 11 años señaló que 1.300.000 personas estaban expuestas a niveles de ruidos inaceptables para la salud de habitantes de una ciudad.

La Conama emprende un programa de gestión nacional para controlar esta clase de contaminación.

Calificado por quien lo percibe como cualquier sonido molesto, indeseado, inoportuno o desagradable, el ruido es hoy un preocupante agente contaminante. En el ámbito laboral puede conducir a pérdidas de la audición o sordera permanente, en tanto que en las grandes ciudades es causa de estrés, alterando además la concentración, la productividad y el descanso. Aunque en la capital chilena este problema no es aún prioritario, se comienza a enfrentar por primera vez en el contexto de una política integral.

La contaminación acústica, reconocida como tal recién en 1972 durante la reunión del Medio Ambiente de Naciones Unidas, proviene principalmente (más del 75%) del tránsito vehicular.

Un estudio encargado por la Intendencia de la Región Metropolitana ejecutado por la Universidad de Santiago en 1989 estimó que en la capital había 1.300.000 personas sometidas a niveles de ruido considerados inaceptables por las normas de calidad ambiental internacionales (sobre 65 dBA en un período de 24 horas). Las zonas más perturbadas fueron aquellas que se encontraban alrededor de las vías principales de tráfico. A la fecha, se puede concluir que el número de personas afectadas es mayor.

Aunque el ruido tiene una componente subjetiva (psicológica y cultural) importante, la población urbana lo percibe como un problema ambiental de magnitud. Del total de denuncias que recibe el Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente, el 57% corresponde a aquellos relacionados con la contaminación acústica. Los reclamos no se debieron al tránsito, ya que esta fuente es considerada, por así decirlo, un elemento más del diario vivir de una urbe, lo que no significa que puedan mitigarse sus efectos a futuro.

La población en general está expuesta a niveles de ruido que oscilan entre los 35 dBA y 85 dBA. Por ejemplo, en una biblioteca el sonómetro puede registrar 40 dBA, mientras que en una calle agitada fácilmente puede marcar más de 85 dBA. Esta diferencia no es lineal, ya que la presión sonora expresada en "decibeles A" para el oído humano es una relación matemática logarítmica, es decir, basta que aumente en 3 dBA un ruido para que incremente al doble la energía sonora percibida.

Respecto de las fuentes de ruido se hallan las "Fijas" (industrias, discotecas, restaurantes, talleres mecánicos, etc.) y "Móviles" (medios de transporte). Debido a su corta duración de emisión se incluyen en categoría de "otras fuentes" la construcción y las ferias.

En cuanto a quejas por ruidos es posible recurrir a las municipalidades y a los servicios de salud.


Plan integral

Según información proporcionada por el ingeniero Enrique Suárez, a cargo del tema de Contaminación Acústica de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), el plan de gestión nacional para el control del ruido contempla medidas específicas, de amplio alcance y complementarias.

En cuanto a medidas específicas, existe una regulación para el ambiente laboral (Decreto Supremo del Ministerio de Salud N° 745 de 1993), que establece niveles de presión sonora máximos al cual pueden estar sometidos los trabajadores durante una jornada, diferenciando el ruido continuo como el de impacto. El reglamento está plenamente vigente y funciona en la práctica, dado que tiene un mecanismo de autocontrol que se impone por sí solo en la industria: los altos costos de las indemnizaciones.

Asimismo, se cuenta a la fecha con una regulación para fuentes fijas (Decreto Supremo N° 286 del Ministerio de Salud de 1984), que define límites de ruidos según tipos de zonas (residencial exclusiva; residencial con comercio; mixta con industria inofensiva, y mixta con industria molesta) en horarios diferenciados (de 7 a 21 horas y de 21 a 7 horas).

Por ejemplo, el valor máximo de emisión, de 70 dbA, se acepta en sectores mixtos con industria molesta durante las 7 a 21 horas. No obstante, como este reglamento tiene ciertas falencias desde el punto de vista técnico de medición, se ha estudiado su modificación por parte de Conama.

También existe una norma de calidad acústica en la construcción, pero como es muy antigua (Instituto Nacional de Normalización, 1981) no es en la práctica aplicable. En consecuencia, la Conama estaba estudiando las bases para un nuevo reglamento más completo que abordará aspectos de aislación sonora del exterior, entre las habitaciones y entre pisos, incluyendo la calidad de los materiales ocupados en las edificaciones (viviendas, edificios, centros de entretención, etc.).

En lo que concierne a medidas de amplio alcance, se hallan la educación ambiental; la inclusión de esta materia a través del sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, y las Ordenanzas Municipales sobre Ruidos y Sonidos Molestos para la comuna de Santiago. En este último caso destaca una serie de artículos relacionados con la conducta ciudadana, que prohibe toda clase de algarabía en general entre las 23 y hasta las 6 horas. Entre otras cosas, por ejemplo, el funcionamiento de las alarmas de automóviles no puede ser superior a los 2 minutos. En esta situación y por el uso indebido de la bocina los inspectores municipales pueden pasar partes.

Entre las medidas que complementarían este programa se hallan normas de calidad de los vehículos respecto de las emisiones de ruido, lo que se espera fiscalizar mediante un procedimiento similar al de revisión técnica. También se agrega a la lista la definición de instrumentos de planificación territorial de acuerdo con las características acústicas del ambiente existente. Esta medida permitiría decidir dónde localizar las actividades potencialmente ruidosas de una ciudad y los lugares residenciales.

Junto al fortalecimiento institucional, el resto de las medidas comprende un sistema informativo sobre las emisiones de ruidos de artefactos, maquinarias y vehículos; normas secundarias para proteger a la vida silvestre de sonidos perturbadores de la actividad humana (exportaciones mineras, tráfico terrestre o aéreo) y normas de emisiones sonoras en los aeropuertos.


Efectos en salud

Las exposiciones prolongadas del ruido pueden llegar a constituir un serio problema de salud. Además de los efectos psicológicos, diversos estudios parecen evidenciar efectos fisiológicos a niveles superiores de 90 dBA, lo cual es altamente probable encontrar en congestionadas vías públicas.

Entre los efectos posibles se mencionan alteraciones en la circulación debido a espasmos o dilataciones en los vasos sanguíneos, aumento de la presión arterial y de la frecuencia respiratoria, cambios en el ritmo cardíaco, modificaciones hormonales, hiperglicemia, trastornos gastrointestinales, vértigos, disminución del campo visual y menor visión nocturna.

La contaminación acústica es difícil de medir y fiscalizar. Por lo tanto, su prevención requiere de la colaboración de los habitantes de una ciudad. La generación del ruido está al alcance de cualquiera. Basta que un motociclista circule por la madrugada con escape libre para dejar sin dormir a miles de personas. Sonidos desde los 35 dBA provocan perturbaciones en la profundidad del sueño.



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