Mitos y realidades de los antioxidantes
( Creces, 2006 )

Durante los procesos metabólicos constantemente se están produciendo radicales libres que son muy reactivos. Por su capacidad oxidativa lesionan a diversas moléculas y estructuras. Las células disponen de mecanismos defensivos que los neutralizan y que se han denominado "antioxidantes". Su acción se ha demostrado claramente en ensayos de laboratorio, pero su eficiencia clínica presenta muchas dudas.

En los últimos tiempos, los antioxidantes han adquirido un gran prestigio. Tanto que ya son muchos los adultos que toman diariamente pastillas que los contienen, están convencidos que son buenos para su salud, y que incluso pueden postergar su vejez. También los han encontrado en los alimentos de origen vegetal y a estos atribuyen el beneficio derivados de su consumo. Los antioxidantes que contienen los alimentos se llaman en general "flabonoides", y están contenidos en casi todas las frutas y vegetales. En el orégano, el té verde, las manzanas, las frutillas, el arándano el cranberry, la coliflor, la espinaca, la semilla de uva, etc. Sin embargo su acción dentro del organismo no está demostrada en forma directa. Parece ser cierto que la dieta rica en frutas y verduras disminuye el riesgo de muchas enfermedades, pero ¿Es por su contenido de antioxidantes?

Es sorprendente que los antioxidantes hayan adquirido la reputación de suplementos milagrosos, sin que los milagros se hayan demostrado. Desde hace ya algunas décadas, los científicos descubrieron que muchas enfermedades, incluyendo las enfermedades del corazón, los ataques cerebrales, el cáncer, la diabetes, las cataratas, la artritis, la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer, eran causadas por procesos oxidativos capaces de destruir diversos órganos y tejidos. Entonces surgió la necesidad de antioxidantes y a ellos nos estamos aferrando. Pero hasta ahora no se ha demostrado su funcionalidad en el interior del organismo. (Los Radicales Libres, los manipuladores de la química).


Los radicales libres

Los culpables de la oxidación son átomos o moléculas que presentan uno o más electrones no apareados y que son extraordinariamente reactivos. Son los llamados "radicales libres". Todas nuestras células los están constantemente produciendo. Su vida es corta, de mil millonésimas de segundo. No pueden permanecer libres y rápidamente reaccionan con otros átomos o moléculas, produciendo en ellos una oxidación.

Están presentes porque son necesarios en casi todas las reacciones biológicas, especialmente en aquellas en que interviene el oxígeno. Pero por su capacidad oxidativa son también peligrosos, por lo que la producción intracelular está regulada con mucha precisión. Es que vivimos en una atmósfera rica en oxígeno y por ello están constantemente surgiendo partículas de oxígeno que son reactivas. "Por lo menos un 1% del oxígeno que consumimos llega a formar partículas reactivas", dice Barry Halliwell, de la Universidad Nacional de Singapur. "No pareciera que fuera mucho, pero la verdad es que estamos respirando constantemente, por lo que durante un año el organismo humano llega a producir 1.7 kilos de especies de "oxígeno reactivas" (ROS)”. Diferentes circunstancias, como la exposición a los rayos X, el ozono, el tabaco, los contaminantes atmosféricos, el ejercicio intensivo, están constantemente desencadenando la producción de radicales libres en las células biológicas.

El riesgo está en que son muy reactivos y buscan estabilizarse oxidando otras moléculas. En el proceso se van creando más radicales, iniciando así una cadena de destrucción oxidativa, cuyos daños se van acumulando en la medida que va transcurriendo la vida. En su acción pueden dañar moléculas de proteínas, hidratos de carbono, ácidos grasos y también el DNA, lo cual parece ser causa del envejecimiento y de diversas enfermedades degenerativas, ya que al oxidar las diversas moléculas van destruyendo diversos órganos y tejidos que las contienen (Fig. 1). A ellos se atribuye el cáncer del pulmón, las enfermedades degenerativas como la ateroesclerosis y el Alzheimer, la diabetes, el cáncer en general por lesiones provocadas en el DNA y muchas otras.

Las células poseen numerosos mecanismos defensivos contra estos ROS. Numerosas enzimas están constantemente destruyendo radicales libres. Otros compuestos no enzimáticos también colaboran: el glutatión reducido, la ceruloplasmina, la ferritina, el ácido úrico, y las vitaminas E y C y el beta caroteno entre otros. Todos ellos desempeñan una acción antioxidante, anulando la acción oxidante de los radicales libres.

Hace algunos años pareció encontrarse un aliado para combatir el efecto dañino de los radicales libres. Por mucho tiempo los especialistas en nutrición habían notado que las personas que seguían una dieta rica en frutas y vegetales, tenían una menor incidencia en afecciones cardiacas, diabetes, demencia, ataques cerebrales, y ciertos tipos de cáncer, enfermedades todas que se estimaban inducidas por el daño provocado por los radicales libres. Pareció entonces que el efecto beneficioso de la dieta rica en vegetales y fruta, tenía una explicación: las frutas y los vegetales, tienen un buen contenido de antioxidantes, que son los que podrían neutralizar los radicales libres (tabla 1).

Hay una buena razón por la que las plantas verdes contienen una buena cantidad de antioxidantes en sus células. Ellas son especialmente vulnerables al "estrés oxidativo", ya que están constantemente produciendo oxígeno puro durante el proceso de la fotosíntesis. Parece lógico suponer que para su propia protección necesitan producir antioxidantes en forma constante.

De estos dos antecedentes nació la hipótesis: una dieta que contenga antioxidantes mantiene a raya las enfermedades degenerativas y la vejez. (El proceso del envejecimiento). De este modo se llegó a asumir que los antioxidantes eran protectores y que sería conveniente no sólo ingerirlos con los alimentos, sino también en forma concentrada en pastillas. "Con ello se podría disminuir el daño oxidativo". La conclusión: "Los radicales libres son malos y los antioxidantes son buenos".

El concepto se potenció con el apoyo e interés de la industria farmacéutica. Según el National Institute of Health de Estados Unidos (NIH), ya la mitad de los adultos americanos están tomando algunas vitaminas y minerales con características de antioxidantes, habiéndose creado un mercado que ya supera los 23 mil millones de dólares al año. Sólo en el último año el mercado de los antioxidantes se ha incrementado en un 18%.

Los antioxidantes más conocidos son la vitamina E (también conocida como tocoferol), la vitamina C, los productos de vegetales llamados polifenoles (incluyendo los flabonoides) y carotenoides. Los diversos suplementos vitamínicos que se expenden como antioxidantes contienen por lo menos uno de estas substancias, ya sea en forma pura, o como extractos obtenidos de vegetales.


¿Pero son efectivos?

Durante los últimos diez años, los científicos han tratado de demostrar la efectividad de los antioxidantes en el tratamiento y prevención de las enfermedades degenerativas que se han relacionado con daños producidos por radicales libres. En el laboratorio los antioxidantes tienen un efecto claro, pero dentro del organismo tal efecto no se ha demostrado. Más aún, algunos han demostrado que la administración de antioxidantes parece agravar las cosas. Son muchos los científicos convencidos que la administración de antioxidantes no sólo representa una pérdida de tiempo y de dinero, sino que además pueden ser dañinos. (New Scientist, Agosto 5, 2006, pág. 40).

El primer antioxidante que produjo una desilusión, fue el beta caroteno. En un tiempo las píldoras de beta caroteno se recomendaron como una medida de protección contra el cáncer del pulmón para los fumadores. Esta recomendación se basaba en la observación hecha en 1970, que las personas que comían muchas zanahorias (que contienen una gran cantidad de beta caroteno), parecían tener alguna protección contra el cáncer.

En el año 1992 investigadores del National Cancer Institute de Estados Unidos, trataron de verificar esta recomendación. Para ello reclutaron 18.000 personas en riesgo de desarrollar cáncer del pulmón, ya sea porque eran fumadores o porque se habían expuesto a asbestos. A la mitad de ellos les dieron suplementos de bata caroteno. Se suponía que el ensayo iba a durar seis años, pero se debió suspender después de observar con sorpresa y horror, que los que estaban recibiendo el suplemento tenían peores consecuencias que los controles. En ellos las tasas de cáncer fueron un 28% más elevada, mientras que las muertes lo fueron en un 17% más elevadas.

Los investigadores no pudieron descartar que estas diferencias fueran sólo debidas al azar, y es por ello que el beta caroteno todavía se sigue vendiendo como antioxidante. Sin embargo, ensayos posteriores han confirmado la evidencia que los suplementos de beta caroteno, no sólo no protegen contra el cáncer, sino que incrementan el riesgo de cáncer en fumadores. En Mayo de este año (2006), un panel de expertos del NTH, concluyó que no había ninguna evidencia que aconsejara recomendar los suplementos de beta caroteno para la población general, y al mismo tiempo fueron perentorios en afirmar que los fumadores no debían tomarlo.

Hay una historia similar con el antioxidante más popular: la vitamina E. En el año 1990 la vitamina E saltó a la fama después de dos prolongados estudios con más de 127.000 personas, concluían que los que recibían vitamina E eran significativamente menos propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares que los que no la recibían. El primero de esos estudios fue un seguimiento de ocho años de duración con un universo de 87.245 voluntarias enfermeras. En el estudio se encontró que el suplemento de vitamina E, producía en el 20% superior de las voluntarias (que recibían más vitamina E), un 41% de menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, en relación al 20% inferior. (New England Journal of Medicine, vol. 328, p. 1444). En el Segundo estudio, que comprendía un universo de 39.910 varones profesionales de salud, encontraron una disminución similar del riesgo de enfermedades cardiacas. (New England Journal of Medicine, vol. 328, p. 1450).

Posteriormente investigadores de la Escuela de Medicina y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, llegaron a tener una buena explicación para estos hallazgos tan alentadores. En estudios realizados en el laboratorio, demostraban que la causa de esta menor susceptibilidad se debía a que los radicales libres dañaban a las LDL (lipoproteínas de baja densidad), pequeños conglomerados de lípidos y proteínas que normalmente circulaban en la sangre, distribuyendo ácidos grasos a las células. (Cómo funciona el colesterol bueno). Al agregar vitamina E a muestras de sangre en el tubo de ensayo, el LDL se hacía más resistente a la oxidación. Según los investigadores, este era el mecanismo por el cual la vitamina E prevenía la enfermedad cardiaca.

Con esto, los suplementos de vitamina E alcanzaron un gran prestigio, de modo que después de algunos años, 23 millones de ciudadanos americanos estaban tomando dosis diarias de vitamina E.

Con el apoyo de estos resultados tan positivos, otros investigadores iniciaron grandes estudios de seguimiento usando suplementos de vitamina E, pero sus resultados fueron discordantes. Uno de estos estudios, el llamado "Estudio de Cambridge Sobre Antioxidantes en Enfermedades Cardiacas" (CHAOS: Cambridge Heart Antioxidant Study), encontraron efectos positivos, disminuyendo el riesgo de enfermedades cardiacas en un 77%. Pero después se han realizado varios otros estudios en que no encuentran ningún efecto protector y uno de ellos incluso concluye que la vitamina E incrementa el riesgo de fallas cardiacas.

Otros ensayos destinados para evaluar el efecto protector de la vitamina E en la prevención del cáncer, como el estudio ATBC, hecho en Finlandia, da también resultados negativos. Tampoco la vitamina E detiene el desarrollo del Alzheimer, incluso no se ven efectos de antioxidantes administrados a personas con signos clínicos apenas incipientes.

Lo que es más, cuando investigadores han buscado evidencias que la vitamina E protege a las LDL de la oxidación en el organismo, no encuentran nada en el tubo de ensayo, a excepción de muestras de personas con deficiencia de vitamina E (Journal of the American Medical Association, vol. 285, p. 1178). En resumen, a pesar de que hay algunas evidencias que la vitamina E es un poderoso antioxidante en el tubo de ensayo, se plantean serias dudas que tenga el mismo efecto en el organismo. "La vitamina E no es un antioxidante, y muy por el contrario, hay que protegerla a ella contra la oxidación", dice Angelo Azzi, un bioquímico de la Universidad de Tufts en Boston, Massachussets. El hace notar que la vitamina E existe en la naturaleza en ocho formas diferentes, todas en el tubo de ensayo funcionan como antioxidantes. Pero el organismo usa sólo una forma, el alfa tocoferol, que es retirado del torrente sanguíneo por una proteína del hígado muy especializada. Todas las otras formas se excretan.

Esta claro que la vitamina E hace algo en el organismo. Se ha demostrado que su carencia en la dieta la hace "esencial", ya que produce problemas neurológicos. Pero su rol no es de antioxidante.

Incluso hay algunas evidencias que los suplementos de vitamina E pueden ser dañinos. El último año (2005), un equipo de investigadores dirigido por Edgar Miller del Johns Hospital Medical Institution en Baltimore, realizaron experimentos cuyos resultados aparecieron en primera plana de los periódicos. Estudiaron los resultados de 19 ensayos clínicos en que se usaba vitamina E, concluyendo que las altas dosis de vitamina E incrementaba la mortalidad. (Annals of Internal Medicine, vol 142, p.37).

En la vitamina C hay otro desacuerdo. Algunos autores la defienden, pero la verdad es que su administración no corrige los daños de los radicales libres, a menos que el ensayo se haga con pacientes deficientes en vitamina C. Por el contrario, los resultados del ensayo llamado Women’s Health Study, sugiere que los suplementos de vitamina C pueden acelerar la ateroesclerosis en pacientes con diabetes.

Otro tipo de antioxidantes que aun no han sido debidamente estudiados, son los polifenoles. Los pocos datos disponibles de la literatura indican que los resultados son contradictorios. Si bien es cierto que en el laboratorio se ha probado que funcionan como antioxidantes, la verdad es que cuando se ingieren, son rápidamente metabolizados. Así por ejemplo, el 95% del flavinoide llamado "resveratrol" (el que se encuentra en el vino) se destruye en el tubo digestivo antes que entre a la circulación.

La conclusión parece clara: "el efecto benéfico en la salud de las dietas ricas en frutas y vegetales, no se ha demostrado que sea debido a una acción antioxidante. Tampoco los extractos puros o suplementos vitamínicos", dice Paul Coates que trabaja en la Oficina de Suplementos Dietarios en el NIH.

Sin embargo, persiste el hecho que las personas que consumen dietas ricas en vitamina C, vitamina E, polifenoles y carotenoides tienen menos riesgos de sufrir ataques cardiacos, diabetes y cáncer. Una probable explicación es que estas mismas personas tienen en general estilos de vida saludables, ya que también desarrollan más ejercicios, fuman menos y cuidan su dieta.


Las fibras de los vegetales

A pesar de todo, Halliwell piensa que los antioxidantes juegan algún rol beneficioso. El argumenta que debido a que los polifenoles, los carotinoides y las vitaminas de las frutas y vegetales, están unidas a material fibroso duro, que les permiten permanecer sin destruirse en el estómago y el colon, y podrían neutralizar allí radicales libres. El tracto gastrointestinal y muy especialmente el estómago, posee un ambiente fuertemente ácido, y está constantemente generando especies reactivas de oxígeno a partir de los alimentos. Sin embargo los antioxidantes contenidos en los suplementos no pueden ejercer este mismo efecto, ya que ellos son digeridos muy rápidamente.

Andrew Shao del Consejo Responsable de Nutrición, una asociación de las industrias de alimentos en Washington D.C., también razona de la misma manera. Afirma que para analizar la acción de un nutriente no es apropiado estudiarlo en un ensayo clínico, fuera de contexto, buscando un efecto aisladamente. "No se puede esperar que un antioxidante vaya a actuar como una droga", insiste Shao. "No es así como actúan los nutrientes, ya que ellos funcionan en concierto con muchos otros elementos nutritivos.

Pero aún puede haber otra explicación. Según Malcolm Jackson un bioquímico de la Universidad de Liverpool en Inglaterra, piensa que los radicales, en una adecuada cantidad, podrían tener en sí efectos saludables, induciendo a nuestras células a producir sus propios mecanismos de defensa, como por ejemplo, estimular toda una batería de enzimas que normalmente posee la célula para inhibir radicales, tales como catalasas y superoxidismutasa.

Podría también pensarse que los antioxidantes en los alimentos funcionan porque generan cantidades saludables de radicales libres, lo que sería como un contrasentido. Pero mirado así las cosas, se podría explicar porque los suplementos y extractos parecen no funcionar, o aún ser peligrosos; talvez las dosis son muy elevadas, y por ello producen demasiados radicales libres.

En base a estas reflexiones se puede desprender un consejo: "Continúe consumiendo alimentos ricos en flabonoides, beba vino tinto con moderación, tome té verde, frutas y vegetales, pero no tome grandes dosis de suplementos o alimentos fortificados hasta que no se sepa que efectos pueden tener".


Contenido de antioxidantes en diversos alimentos
En el año 2004 el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, agrupó 130 alimentos según su contenido en antioxidantes.
ALIMENTOS FUNCIONES
Nuez 17940
Porotos rojos mexicanos 14920
Porotos rojos riñones 14412
Porotos pinto 12358
Avellana 9644
Cranberris 9456
Corazón de alcachofas 9410
Arándano 9260
Ciruelas 8578
Porotos negros 8040
Nueces pistacho 7982
Ciruelas negras 7340
Moras 5348
Frambuesas 5048
Almendras 4454
Arvejas 4342
Manzanas rojas 4257
Manzanas Granny Smith 3899
Dátiles 3896


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