Armonía entre inmunidad innata e inmunidad a largo plazo
( Creces, 2007 )

Los gérmenes causantes de enfermedades vienen equipados con varios trucos que les permiten evadir al sistema inmunológico. Ahora parece que inactivando uno de ellos en la bacteria Yersinia pestis, que es culpable de la peste bubónica, ésta se vuelve inofensiva. Algo similar se podría hacer para producir vacunas contra muchos gérmenes patógenos, incluyendo a aquellas superbacterias de hospitales, que han llegado a ser resistentes a los antibióticos.

Cuando nos recuperamos de una infección, las células inmunológicas producen anticuerpos, los que más tarde nos protegen de contraer de nuevo la misma enfermedad. Pero al comienzo de la primera infección, ya actúa otro sistema inmunológico: "el sistema inmunológico innato", que es menos específico, pero más inmediato. Gracias a él podemos sobrevivir, ya que inicia el ataque inmediatamente, dándole tiempo a las células del sistema inmunológico convencional (linfocitos beta) para que comiencen a producir anticuerpos específicos. Es la inmunidad innata la que primero reconoce una variedad de sustancias químicas no específicas ubicadas en la superficie de algunos gérmenes, y sin consideración comienza a atacarlas apenas ingresan, con lo que da tiempo al sistema inmunológico permanente, para que se prepare e inicie la producción de anticuerpos específicos (Las defensas inmunológicas innatas), (Más sobre las defensas inmunológicas innatas).

Pero la Yersinia pestis posee por lo menos cuatro mecanismos que le permiten evadir el sistema inmunológico innato. Como cosa curiosa, entre sus mecanismos incluye un interruptor que al desconectarlo, cuando el germen entra al cuerpo, las moléculas normales que quedan en su superficie son capaces de estimular fuertemente el sistema innato.

Egil Lien y sus colegas de la Universidad de Massachusetts en Worcester produjeron una cepa de Yersinia que no podía conectar este interruptor, y dejaba los otros tres mecanismos intactos. Para su sorpresa encontraron que la bacteria estaba tan desarmada, que las ratas infectadas con ella, ni siquiera enfermaban, aun cuando recibieran una gran dosis de ella (New Sientist, Septiembre 23, pág. 13, 2006).

Si las ratas se trataban previamente, de modo que no pudieran producir anticuerpos contra la Yersinia modificada, ellas morían, pero nueve días más tarde. Es decir, "el sistema inmunológico innato mantenía a la rata viva mientras esperaba la iniciación de la inmunidad a largo plazo. En definitiva esto demostraba que la rata para sobrevivir, necesitaba los dos tipos de inmunidad que funcionaran secuencialmente", dice Lien.

Por otra parte, si la rata era inyectada con la bacteria modificada, y producía anticuerpos, ella quedaba protegida contra la bacteria normal, no modificada.

"Ahora estamos viendo si se puede utilizar esto para una vacuna", dice Lien. Ella espera que modificaciones semejantes puedan también llegar a producir vacunas contra otras bacterias parecidas, como la Clamidia, que produce infecciones urinarias y del tracto vaginal, y la Tularemia, que como la peste bubónica, está considerada como una peligrosa arma biológica. Muchas de las bacterias resistentes a los antibióticos, son también parientes de estas peligrosas plagas.



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