El vigésimo quinto aniversario del Oncogene RAS
( Creces, 2007 )
Fue en el año 1981 que un grupo de investigadores liderados por Robert Weimberg, Michael Wigler y Geoffrey Cooper descubrieron que pequeños fragmentos de DNA tomados de células cancerosas humanas podían transferir el cáncer a células de fibroblastos normales de ratas. Un año después, el mismo grupo, junto con Mariano Barbacid mostraron que el ingrediente activo del DNA que inducía la malignidad era un gene denominado RAS, que era igual a un oncogene que anteriormente se había identificado en un retrovirus, que producía sarcoma en la rata. De este modo se demostraba por primera vez que las células de los tumores humanos tenían oncogenes (genes que podían inducir un cáncer).
Algunos meses más tarde, el mismo grupo de investigadores demostraba que la diferencia entre el RAS normal contenido en el genoma humano y el RAS que producía el cáncer, residía en una pequeña diferencia: una mutación de una simple base del DNA. De allí en adelante se fue constatando que un alto porcentaje de tumores humanos contenían el oncogene RAS mutado (activado). Se comprobó que la mutación del oncogene RAS tenía un rol causal en más de un 25% de los cánceres humanos.
De allí en adelante se ha estado buscando en forma persistente cómo aprovechar este conocimiento para tratar o prevenir el cáncer. Normalmente el gene RAS codifica una proteína RAS que está inserta en la membrana celular, asociada con receptores de factores de crecimiento. Desde esta ubicación envían señales al interior de la célula que regulan los más diversos procesos, desde el normal crecimiento de ella, la proliferación, la sobre vivencia y su transformación.
Es así como se pensó bloquear la actividad de la proteína RAS en su ubicación en la membrana celular por medio de inhibidores de la farnesiltransferasa, que impide la localización de la membrana, pero los esfuerzos hasta ahora han fracasado.
También se ha pensado actuar en los niveles siguientes, tratando de encontrar drogas que puedan intervenir en algunas de las señales que la proteína RAS envía al interior de la célula y que inducen una cascada de acontecimientos biológicos sucesivos. Se ha tratado de interferir en diferentes etapas de esos procesos pero hasta ahora no ha habido resultados clínicos prácticos.
Pero las investigaciones han ido entregando otros resultados sorpresivos asociados al sistema de comunicación RAS, que se han observado en la línea de células germinales. También allí las señales intracelulares enviadas por la proteína RAS, desencadenan una secuencia de mensajes intracelulares que para su transferencia van requiriendo de proteínas (enzimas) de acciones intermedias, las que a su vez son codificadas por otros genes, los que también pueden sufrir mutaciones. Es así como en humanos ya se han podido individualizar diversos defectos del desarrollo asociados a esas mutaciones que se pueden producir a lo largo del sistema de comunicación. Tal es el llamado síndrome de Costello, caracterizado por diferentes anomalías congénitas (retardo mental y predisposición a tumores), o el síndrome de Noonan (baja estatura, dimorfismo de la cara, defectos cardiacos y predisposición a tumores) o el síndrome cardio-facio-cutáneo caracterizado por defectos craneofaciales y cardiacos. (Ver figura).
Con motivo de los 25 años que han transcurrido desde el descubrimiento del gene RAS, recientemente se celebró una conferencia en la ciudad de Glasgow, donde se analizaron los principales avances ocurridos desde entonces. La revisión de la literatura durante este periodo arroja más de 30 mil publicaciones relacionadas con RAS (Science, Octubre 20, 2006, pág. 433). En ellas hay sorpresas no solo relacionadas con el progreso del proceso de oncogenesis, sino también sobre las variadas actividades de control intracelulares que directa o indirectamente se desencadena a partir de la proteína RAS. Todo indica que el tema no está agotado y que por el contrario en los próximos años nuevos conocimientos se irán generando, relacionados con oncogenes y las más variadas acciones biológicas intracelulares derivadas del funcionamiento del sistema de señales de la proteína RAS.