Hasta donde pueden llegar las cosas por la bioingeniería
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 1999 )

El biólogo Stuart Newman, de New York Medical College en Valhalla, y Jeremy Rifkin, un activista antibiotecnología, presentaron recientemente una patente para producir Un "humanzee". Se trata de una quimera producto de la fusión de genes humanos y de un chimpancé. No es que ellos quieran realizar esta monstruosidad, sino que por el contrario, quieren prevenir que otras personas lo hagan. Teóricamente es posible, ya que hace algunos años otros investigadores produjeron una quimera oveja-cabra, mezclando células embrionarias de una y otra. Producir una quimera hombre-mono no seria problema, dada la semejanza genética entre uno y otro. La patente que se propone ahora tiene además varias alternativas: hombre-mono, hombre-cerdo u otros animales.

Como era lógico pensar, la US Patent and Trademark Office, rechazó la solicitud de patente porque comprometía a seres humanos. Los solicitantes argumentan que su aplicación no es tan diferente de aquellas miles de otras patentes que se han concedido y que usan material humano, como es el caso de aquellas que utilizan genes humanos para introducirlos a bacterias, ovejas o vacas con el objeto de producir alguna hormona o enzima de uso en humanos. Ya ha habido investigadores de Advanced Cell Technology (ACT) en Worcester, Massachusetts, que han creado un embrión fusionando células humanas con ovulos de vaca, a los que previamente se les extrajeron sus cromosomas, con la intención de cultivar células embrionarias humanas con el propósito de llegar a producir tejidos u organos para trasplantes.

De acuerdo a sus argumentos, Rifkin y Newman están ahora batallando en la Oficina de Patentes con el objeto de lograr una regulación para la legalización de este tipo de patentes. Al respecto los expertos están divididos. John Barton de la Escuela de Leyes de la Universidad de Stanford en California, afirma que no hay acuerdo respecto de hasta cuanto material humano puede contener un organo antes que sea considerado humano. Pero Rebeca Eisenberg, una experta en patentes de la Universidad de Michigan, argumenta que las patentes se conceden para estimular la invención más que para hacer usos políticos de ellas, como seria este caso. "Seguramente que la Oficina de Patentes va a desestimar este tipo de planteamientos", dice ella.


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