Las materias primas y nuestro futuro
( Publicado en Revista Creces, Octubre 1986 )

El mensaje de Año Nuevo de 1979 del Presidente de la República auguró que éste sería el año de la ciencia y la tecnología. Diez meses después se advierte que no ha pasado nada, en instantes en que el país debiera tomar medidas para aprovechar intensamente sus recursos naturales.

A primera vista resulta incomprensible lo que está sucediendo en el mercado mundial en relación a las materias primas. Los países desarrollados, que son los grandes consumidores de ellas, han salido de la recesión y han reanudado su crecimiento económico, sin embargo, mantienen una sostenida disminución de su consumo. Tal es el caso del acero, hierro, aluminio, cobre, estaño y otros. A nosotros no puede dejar de preocuparnos porque nuestra principal exportación (cobre) se mantiene invariable en los niveles de precios más bajos de las últimas décadas. Cuando comenzó el descenso, pensamos que ello era debido a la recesión mundial. Pero ésta ya pasó y, sin embargo, el precio continúa bajo. Ahora, todavía perplejos, estamos esperando que se reduzcan las hipotéticas reservas para que la demanda vuelva a tomar su ritmo. Pero parece que la causa no es ésa, sino que por el contrario, se están produciendo cambios fundamentales en el proceso industrial del mundo desarrollado y una de las características es el menor consumo de materias primas.


Saturación de la demanda

Una reciente publicación de Eric Larson y colaboradores, de la Universidad Central de Purdue, EE.UU., trata de explicar este cambio y nos da las razones de ello (Scientific American. Vol. 254, pág. 34, 1986). Según los autores, tanto Estados Unidos como Japón y Europa Occidental están entrando en una nueva era, que ellos denominan "más allá de las materias primas". El hecho es que en la actualidad las naciones industrializadas están logrando progresos en el crecimiento económico, sin que necesariamente aumente el consumo de materias básicas. Ello se está produciendo como consecuencia de los progresos tecnológicos y científicos y por una saturación de la demanda.

Durante el siglo pasado y a comienzos del presente la gran demanda de materias primas estuvo condicionada, en los países desarrollados, por el proceso de construcción de las infraestructuras básicas: carreteras, supervías, ferrocarriles, transporte público, construcciones comerciales, viviendas y bienes en general. A ello hay que agregar que la población de esos países estaba en plena expansión. En la actualidad su población se ha estabilizado, con un crecimiento cercano al cero y las infraestructuras básicas ya se terminaron de construir. Esos países prácticamente ya no necesitan más carreteras ni más medios de transportes o más viviendas, a no ser su natural reposición. Lo mismo sucede con el mercado de bienes, que ya ha alcanzado los límites de su crecimiento.

El aumento del ingreso de esos países hacen ya difícil imaginar que aumente aún más el consumo de bienes "per capita". Todos los adultos que pueden manejar, ya tienen automóviles. Lo mismo sucede con los refrigeradores, aire acondicionado, calefactores, máquinas lavadoras o artículos para el hogar. En la actualidad todas las familias ya disponen de estos elementos y sólo puede pensarse en la reposición de los ya gastados. En otras palabras, si esos países no están creciendo en población, es difícil imaginar que en un futuro próximo el consumo de bienes "per cápita" continúe en aumento. Es por este mecanismo que ya se llegó al máximo de utilización de materias primas, en el mundo desarrollado: cemento, ladrillos plásticos, metales, fertilizantes, etc.

Si esperamos que se produzca un aumento en el consumo, tendría que ser en el mundo subdesarrollado cuya población está creciendo en forma explosiva y cuyo nivel de necesidades aún está muy lejos de saturarse. Pero es poco probable que esto suceda por la agobiante deuda externa de la mayor parte de ellos (especialmente América latina); por la falta de capitales, la ineficiencia científico - tecnológica, el agobiante crecimiento poblacional, en base a los estratos más pobres, la inestabilidad política y la falta de programación a mediano y largo plazo.

Si bien la saturación de mercado podría ser causa de que no aumente el consumo de materias básicas, no se explica que en los últimos cinco o diez años estén francamente disminuyendo, ya sea expresado "per cápita" o como relación del "Producto Nacional Bruto".

Ello puede entenderse, en cambio, por la optimización e Innovación tecnológica que está significando un ahorro importante de materias primas. Basta examinar la industria automotriz. Se puede tomar el ejemplo de un automóvil; el Chevrolet Caprice, lanzado al mercado en 1976, con un peso de 2007 kilos. En 1986, el mismo modelo, del mismo tamaño, pesa 1 600 kilos. Ello significa un evidente ahorro en materias primas. Más aún, el mismo automóvil tiene una mayor durabilidad. En 1975 un vehículo tenía una vida media útil de 5.5 años, la que en 1983 se había elevado a 7.5 años y, probablemente, sea aún mayor en la actualidad. Lo mismo puede decirse de los neumáticos radiales frente a los antiguos convencionales o de cualquier otro componente, o de cualquier maquinaria en general.

En 1900 una locomotora convencional tenía una relación peso/eficiencia mucho menor que hoy día. En ese entonces la relación era de un caballo de fuerza por cada 150 kilos de peso de lacomotora (1:150). La locomotora fabricada en 1980 tiene una relación de 1:14, es decir, cada caballo de fuerza se corresponde con apenas 14 kilos del material.

El fenómeno es mucho más evidente en la industria electrónica y de computadores donde el proceso de miniaturización ha reducido considerablemente el tamaño de los elementos y al mismo tiempo ha aumentado su capacidad y eficiencia.

La optimización e innovación de la tecnología se ha generalizado a todo el proceso industrial y productivo. Así, por ejemplo, en EE.UU. durante los últimos cinco años se ha estabilizado el uso de los fertilizantes, al disminuir el consumo de nitrógeno por hectárea y ello porque se ha optimizado el uso de fertilizantes. Las películas de plástico que se usan en la actualidad son más fuertes y delgadas que las empleadas hasta hace diez años. Igual cosa sucede con los tarros de conserva, cuyas paredes son mucho más delgadas y livianas. En resumen, la optimización de la tecnología, junto a la innovación, ha desencadenado bruscamente una baja del consumo de materias primas y ello ha ocurrido en un tiempo relativamente corto, tal vez empujado por el alza del petróleo en un esfuerzo de reducir costos.

Otro factor que está influyendo en la menor necesidad de materias primas es también la creciente industria del reciclaje, especialmente en el fierro, aluminio, vidrio y otros .

Todo parece indicar que esta reducción en el consumo de materias primas no es un fenómeno transitorio, sino que probablemente continúe o incluso se incremente.


Nuestro cobre

Los factores ya señalados contribuyen a explicar la disminución de los precios del cobre en el mercado internacional. Pero a ellos hay que agregarles otro factor, tal vez más determinante: la sustitución del cobre por otras materias primas. Los plásticos, que han reemplazado el cobre en la industria de la construcción; la fibra óptica en las comunicaciones a largas distancias (ahora incluso hasta reemplazarlo con ventajas en los sistemas eléctricos de los automóviles) y la aparición de los "metales sintéticos" de alta conductibilidad.

Todo esto hace pensar de que no habría recuperación del precio del cobre y que por el contrario, la tendencia será aún a la baja, hasta que se estabilice por el cierre de los yacimientos menos eficientes.

Los productores de cobre de los Estados Unidos han solicitado medidas proteccionistas, alegando que el cobre chileno está subsidiado. Afortunadamente el gobierno de Reagan no ha concedido tales protecciones porque entiende que la verdadera causa está en la disminución de la demanda. La implementación de medidas proteccionistas afectaría directamente a la economía de ese país, haciéndola menos competitiva.

Es un hecho que el cobre ha dejado de ser la "viga maestra" de nuestra economía o "el sueldo de Chile", lo que nos obliga con urgencia a buscar por otro lado. Una vez más el desarrollo científico y tecnológico favorece a los países ricos.


Otras alternativas

Chile es un país pequeño y no puede basar su desarrollo económico en una economía cerrada. Hoy más que nunca necesita la abertura. Necesariamente debemos buscarnos un lugar dentro del sistema de mercado internacional, para lo cual no bastan ya las materias primas no renovables.

Nuestro desafío inmediato es competir eficientemente, con exportaciones de significativo valor agregado. Aparte de los metales extractivos y de su elaboración intermedia, contamos con otros recursos que recién ahora comenzamos a explotarlos. Son los agropecuarios, del mar y forestales, que pueden significar exportaciones con un importante valor agregado y cuyo mercado internacional no está aún saturado.

Lo ya realizado es una esperanza, en el sentido del rápido incremento de estas exportaciones y al mismo tiempo de sustitución de otros (trigo, maíz, azúcar, aceite, etc.).
Ello está permitiendo amortiguar el descenso del precio del cobre, que habría sido catastrófico de no haberse iniciado este reemplazo. ¡Aunque tarde, bienvenido!

Nuestro desarrollo inmediato puede utilizar los recursos naturales renovables. Más adelante podemos pensar en otras alternativas. Con todo, la utilización eficiente de estos recursos necesita de una creativa infraestructura científico - tecnológica. Este retraso en este sentido se está constituyendo en el principal escollo de nuestro desarrollo. El factor ciencia y tecnología es hoy más importante que el capital. Ya se están viendo las tremendas innovaciones tecnológicas derivadas del arrollador avance científico de los últimos años. Mantenernos ajenos a todo ello significará perder nuestra última esperanza en días mejores.

En el saludo del Año Nuevo de 1979; el Presidente de la República señaló que éste sería el año de la ciencia y tecnología. ¡Por primera vez un Presidente de Chile había hecho énfasis en este factor!. Han pasado ya diez meses y no parece haber ocurrido nada. Probablemente en alguna parte se frenó la buena intención.



Fernando Mönckeberg Barros.

(Artículo escrito en octubre de 1980).


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