Vitamina A. Mecanismos de acción y fuentes
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1980 )

Regodeones sucumben al despreciar alimentos ricos en vitamina A. El compromiso visual cobra, tarde o temprano, su tributo. Es aún tiempo de rectificar deficiencias incorporando a la dieta diaria alimentos que contengan este valioso factor.

A fines del siglo XIX varias experiencias comenzaron a dirigir la atención de químicos y médicos hacia el estudio de ciertas sustancias que se encontraban en los alimentos en cantidades casi infinitesimales, siendo, sin embargo, imprescindibles para la vida. Ya el gran químico Justus Von Liebig había aclarado que el organismo necesitaba pequeñas cantidades de minerales, pero nadie sospechaba que requería también una cantidad diminuta de algún compuesto orgánico, aunque éste no podía contribuir a la energética del metabolismo.

En 1881 los experimentos del ruso Nicolai Ivanovich Lunik (1854-1937) pusieron en evidencia que una dieta sintética, que reunía todos los componentes entonces conocidos de la leche, era incapaz de mantener la vida en los ratones, mientras que al añadir a la dieta un poco de leche, los animales sobrevivían. No obstante, un cuarto de siglo debía transcurrir antes de que se comprendiera que la leche contenía una pequeña dosis de un "componente desconocido" , esencial para el organismo.

Así fue como se inició una interesante etapa en la investigación en lo que luego se denominó
como "enfermedades carenciales" (escorbuto, beriberi, raquitismo, pelagra). A pesar que la composición química de las vitaminas -"aminas para la vida" según la errónea concepción del bioquímico polaco Casimir Funk- permanecía aún completamente desconocida, en 1912 Frederick Gowland Hopkins (1861-1947) aclaró, tras rigurosos experimentos, lo que debía entenderse por "factores alimenticios accesorios", es decir, estableció el concepto de vitamina.

Las vitaminas forman parte de un grupo de compuestos que son esenciales para el desarrollo y crecimiento normal del ser humano. Tales sustancias no pueden ser formadas por el organismo, de manera que deben ingresar a través de la dieta. Se encuentran en diferentes cantidades en los alimentos y la mayoría de ellos contiene varias vitaminas, pero no existe ninguno que las posea todas. En la actualidad, las vitaminas han sido aisladas e identificadas, y se encuentran al alcance del público en diferentes productos comerciales.


Reivindicar la zanahoria

Una de las carencias nutricionales vitamínicas más importantes en el mundo la constituye el déficit de vitamina A. El término vitamina A se aplica a todos los compuestos que tienen una actividad similar. En tal concepto se incluye la vitamina A preformada, conocida como retinol, presente en alimentos de origen animal, como grasa de leche, yema de huevo e hígado. También se incluye el grupo de pro-vitaminas A o carotenoides, pigmentos presentes en muchos vegetales del tipo frutas y verduras amarillas y verdes. Aunque los elementos contenidos en estos vegetales no son exactamente vitamina A, se les considera precursores, ya que en el organismo son transformados en Vitamina A.

Algunos ejemplos de alimentos ricos en vitamina A aparecen en la figura 2.

Cuando la dieta es pobre en huevos, mantequilla o aceite de hígado de pescado, la mayor parte de la vitamina es ingerida en la forma de sus precursores carotenoides, de los cuales el "beta caroteno" es el más importante.


Funciones de la vitamina A

Las funciones de esta vitamina están relacionadas básicamente con tres aspectos. En primer lugar, resulta esencial para el desarrollo de tejidos epiteliales, como por ejemplo la piel. Otra función, quizás la más importante, es la que tiene que ver con la normalidad de la visión, pues se sabe que esta vitamina se encuentra en la retina del ojo, facilitando la adaptación de la vista a la penumbra, después que el ojo ha sido sometido a intensidades altas de luz. Uno de los síntomas iniciales típicos de la deficiencia de vitamina A es la ceguera nocturna, caracterizada porque las personas no pueden ver en la penumbra ni en la oscuridad. Un ejemplo es el encandilamiento que se produce al manejar vehículos durante la noche. La vista no logra adaptarse después que algún vehículo con luces altas ha pasado en sentido contrarío y se experimenta la sensación de no ver nada (ceguera).

Una tercera función de la vitamina A dice relación con su efecto en el crecimiento y desarrollo de estructuras óseas, como huesos y dientes.


Los requerimientos

Las necesidades diarias de vitamina A aumentan con la edad de las personas y son mayores aún durante el embarazo y la lactancia (Figura 3).


Las carencias

La deficiencia de vitamina A constituye un problema global en el que participan numerosos factores. Sin duda que la situación socioeconómica de una población limita las posibilidades de acceso a las fuentes naturales de vitamina A, que son relativamente caras. Tal factor es determinante, por lo tanto, en países subdesarrollados.

La ubicación geográfica también es fundamental, puesto que en zonas áridas la producción de verduras ricas en carotenoides es muy escasa. Incluso en áreas verdes, donde se producen frutas y verduras, existe un problema estacional, ya que no hay disponibilidad de éstas todo el año.

Los hábitos alimentarios de la población son también importantes en el estudio de la carencia de vitaminas. Se da el caso de países ubicados en Asia donde toda la comida se basa en el arroz, que no contiene precisamente vitamina A.

El problema de deficiencia de vitamina A no se debe sólo al poco consumo de ella, sino que guarda relación también con la ausencia, en la dieta, de otros nutrientes. La ingesta de grasas, por ejemplo, es vital para la absorción de la vitamina por el organismo. También se necesitan las proteínas, para que transporten la vitamina A por la sangre a los diferentes tejidos del cuerpo que la requieran.


Proteger la visión

La deficiencia de esta vitamina determina una serie de alteraciones como endurecimiento de la piel, aunque éste no es un síntoma específico. El daño principal ocurre, por etapas, en el ojo. La primera muestra una sequedad de la conjuntiva que luego ataca a la córnea. A estas alturas ya existe ceguera nocturna, difícil de detectar, porque aparece en niños pequeños (1 a 4 años), incapaces de explicar que no ven bien después del crepúsculo. Generalmente asoman manchas a los lados de la córnea. Posteriormente continúa la sequedad sobre la córnea, la que queda opaca. En este momento, la córnea se puede perforar, produciendo una ceguera total o parcial.

No es fácil determinar qué porcentaje de niños con deficiencia de vitamina A terminan ciegos. Sin embargo, es importante aclarar que no todas las enfermedades que causan ceguera se deben a deficiencias de vitamina A. Debido a que este es un problema sumamente extendido, especialmente en países de determinadas áreas, la Organización Mundial de la Salud y otros organismos han evaluado el daño en regiones como el Sudeste Asiático, Africa y Medio Oriente, y han dictado normas de prevención a través de programas masivos de administración de vitamina A sintética, o de enriquecimiento de alimentos.


¿ Qué sucede en Chile ?

Nuestro país no escapa a las inquietudes acerca del problema de deficiencia de vitamina A. Es así como, gracias a la investigación científica, se ha logrado establecer algunos hechos fundamentales.

El Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la U. de Chile (INTA) estudió la prevención carencial de esta vitamina en diferentes poblados de la precordillera de Arica, donde los habitantes muestran un alto déficit de vitamina A por causa, principalmente, del aislamiento geográfico y de sus hábitos alimentarios.

Luego de establecer los valores iniciales a través de examen médico, análisis químico y encuesta nutricional, se procedió a entregar, durante un período de tres meses, azúcar fortificada con vitamina A sintética. Se eligió azúcar como vehículo portador, por ser un alimento utilizado en cantidades no muy variables, lo que aseguraba un aporte adecuado de vitamina A.

Al reestudiar la población al cabo de este tiempo, se encontró que tanto niños como adultos habían aumentado el índice de vitamina A, alcanzando niveles normales. Al suspender la entrega de azúcar fortificada y evaluar nuevamente, cuatro meses después, se había vuelto a la situación inicial, lo que indicó la efectividad del tratamiento.

Con tales antecedentes se estaría en condiciones de establecer un sistema masivo de entrega a la población nacional, si fuere necesario. No existe una información exacta y disponible acerca de la situación chilena respecto a la carencia de vitamina A, aunque se han realizado estudios de tal naturaleza. Se sabe, en cambio, que hay zonas aisladas -como la descrita y otras del altiplano nortino, las faenas mineras, muchos poblados precordilleranos del sur- en que el problema de la deficiencia es real.

Es importante, por último, destacar que no se trata de consumir fuentes de vitamina A sin control, ya que se puede caer en el extremo opuesto: la hipervitaminosis, que de ninguna manera es benéfica.

Una adecuada lactancia materna y una dieta equilibrada permitirán al niño desarrollarse normalmente y evitar así la aparición de lesiones que puedan tornarse irreversibles, como es el caso de la ceguera.



Saturnino de Pablo V.
INTA


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