Más antecedentes del Austrolopithecus sediba
( Creces, 2013 )

Australopithecus sediba, podría ser el eslabón perdido entre los australopithecines y el genero Homo, con sonrisa humana y andar de chimpancé.

¡Papá, encontré un fósil!, gritó Matthew Berger, a su padre desde la punta de una roca, mientras mantenía en sus manos lo que parecía ser restos de una calavera. Su padre, Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad de Witwatersrand de Sud África, sin mucha seguridad se acercó a examinar el objeto que tenía su hijo y comprobó que efectivamente eran restos óseos. Ello ocurrió el 15 de Agosto del 2008, mientras el padre de Mattheus cavaba en la llanura de Johannesburgo.

Posteriormente el equipo de paleoantropólogos continuó cavando, y encontraron los restos de un lactante de 18 meses de edad y de otro adulto. El examen de ellos confirmó una data de 2 millones de años, demasiado tempranos si se compara con los restos de Lucy, que tenían más de tres mil años (La historia humana). Los investigadores lo bautizaron con el nombre de Australopithecus sediba (Sediba, en el lenguaje sesotho significa, vertiente). Es que les pareció que madre e hijo habrían caído en un hoyo profundo dentro de la cueva, en que encontraron los restos (¿Fósiles de nuestra familia?) .

Desde la publicación del hallazgo y más tarde después de las primeras conclusiones (2010), se han estado publicando nuevas conclusiones en la revista Science, analizando en cada una de ellas, diferentes características encontradas en los hallazgos, con las consiguientes implicaciones que ellas pueden tener en la evolución de la especie humana. Las seis últimas publicaciones se refieren a los detalles encontrados en los huesos de las piernas, sus manos y la boca. En realidad A. sediba es un mosaico entre los australopithesines, tipo monos, y como debiera haber sido el primer miembro de nuestro genero Homo, claro que aún con un cerebro realmente pequeño y un reducido tamaño.

Así por ejemplo sus dientes son notablemente humanoides. Los de los australophitecus son grandes y los caninos son prominentes. En cambio los de A. sediba son pequeños, semejantes a los humanos (Sience, doi.org/k7h). Sus brazos son largos, como de chimpancé, pero sus manos son claramente humanas, lo mismo que la pelvis. El tórax es cónico con hombros altos y las últimas costillas se extienden hacia dentro como las humanas. Ello permite que los músculos abdominales se inserten de modo que faciliten un andar más eficiente, pero siempre bamboleante, moviéndose de un lado a otro como chimpancé. (Sience, doi.org/k7h).

Por otros hallazgos A. sediba es muy diferente de los humanos. Jeremy DeSilva y sus colegas de la Universidad de Boston en Massachusetts, encuentran que sus piernas y pies son adecuados para trepar a los árboles. ¿Si los austrophitecus ya hacía tiempo que caminaban en las sabanas (como lo hacía Lucy), dejando de treparse en los árboles, porqué en A. sediba, que existió 1000 años después de Lucy, aún permanecían las características necesarias para trepar árboles? Esto es un puzzle que solo tendría explicación si se acepta que los procesos evolutivos han sucedido caminos separados en diferentes regiones de Africa. Mientras Lucy fue hallada en África del Este, a A. sediba se le encontró en Sud África.



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