Reaparece antigua peste en Siberia
( Creces, 2017 )

Durante este último verano (2016), reapareció en Siberia una antigua peste, considerada como extinguida: “el ántrax”. Por lo menos 20 personas fueron diagnosticadas con la infección, mientras que otras 100 fueron hospitalizadas por diagnóstico sospechoso. Además, por la misma razón fallecieron en la región más de 2.300 renos.

El solo recuerdo de la mortífera peste del pasado ha provocado gran alarma. Se piensa que ello está relacionado con el cambio de climático y la consecuente elevación de la temperatura, que en esta ocasión ha llegado por primera vez a derretir el suelo Ártico, el que, durante cientos de años, se había mantenido congelado.

Los investigadores ya habían predicho que con el cambio climático esto iba a suceder. Temían que reaparecieran estas y otras antiguas bacterias, que por la congelación del suelo se habían mantenido prisioneras bajo los hielos. En publicaciones realizadas en año 2011 Boris Recich y Marina Podolnaya en la revista Global Health Action, se advertía que, al derretirse los hielos del suelo, reaparecerían los vectores de antiguas pestes que habían azotado a la humanidad durante los siglos XVIII y XIX. Afirmaban que ello ocurriría cerca de los cementerios donde habían sido enterradas las víctimas de estas pestes.

Ahora se han derretido los suelos congelados, cada vez en mayores altitudes en relación a años pasados. En esta ocasión se han derretido hasta una profundidad de 50 centímetros. Este proceso seguramente ha liberado microorganismos que habían permanecido aprisionados en una tierra muy firme. A futuro, los derretimientos cada vez a mayor profundidad, probablemente liberen otros agentes microbianos. Es cierto que muchos microorganismos no sobreviven a los fríos extremos, pero otros pueden permanecer vivos allí por muchos años. “El caso del B. antracis es muy especial, dado que se trata de bacterias que esporulan”, dice Jean-Michel Claverie, director del Instituto Mediterráneo de Microbiología en Francia. “Las esporas son extraordinariamente resistentes y puede sobrevivir por más de un siglo” señalan los autores.

Los virus pueden incluso sobrevivir mucho más. En el año 2014, Claverie y sus colegas publicaron sus hallazgos que comprobaban su acción infecciosa por más de 30.000 años. Virus como el de la viruela y el de la fiebre española, pueden perfectamente preservarse en los “permafrost” (suelos congelados). Es muy posible que virus que hayan infectado a los humanos durante los primeros tiempos, miles de años atrás (cuando vivieron en el Ártico), aún estén activos. Por ello, de continuar el progresivo derretimiento de los hielos polares, es posible que presenciemos la aparición de muchas pestes, que en pasado asolaron a la humanidad y que en la actualidad considerábamos como extinguidas.

Para saber más: Scientific America, noviembre del 2016, pág. 11.



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