Daño cerebral por la polución
( Creces, 2017 )

Nuevas investigaciones señalan que las partículas microscópicas que se liberan por la congestión vehicular de carreteras, como también como también sucede con las las centrales térmicas, llegan a dañar el corazón, los pulmones, y el cerebro.

Según Adrian Saffari, de la Universidad Southern California (USC), las finas partículas que se liberan por la polución (menores de 2 µm de diámetro, que comúnmente se denominan PM2.5), al respirar se inhalan con el aire y actúan en los tejidos, incrementando el estrés oxidativo, lo que se manifiesta por la producción de moléculas oxidativas, que dañan el DNA y otras estructuras celulares (Estrés oxidativo asociado a la contaminación atmosférica).

Se sabe que ellas afectan el tejido pulmonar, llegando a producir diversos cuadros clínicos, que van desde asma hasta el cáncer del pulmón (El humo de los vehículos incrementa el riesgo de asma en niños). También se ha descrito que producen alteraciones cardíacas. Mas recientemente se ha observado que ellas pueden llegar hasta el tejido cerebral, traduciéndose en daños cognitivos propio de la edad, o también incrementando el riesgo de Alzheimer y otras formas de demencias.

Durante los últimos tiempos se han ido acumulando las experiencias realizadas tanto en humanos, como en animales, en el sentido que la exposición a las partículas PM25 dañan al tejido cerebral. Es así como en una reciente publicación, (Translational Psychiatry), los investigadores de USC relatan sus hallazgos en mujeres de edad avanzada que por diversas circunstancias han estado sometidas a altas dosis de PM2.5, superiores a las que señalan las Agencias de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency, EPA`s), incrementado en ellas al doble el riesgo de demencia. El epidemiólogo Jiu-Chiuan Chen de la Facultad de Medicina de la misma USC, afirma que, a nivel mundial, la polución del aire es responsable de por lo menos el 20% de todos los casos de demencias.

Por su parte, investigadores de la Universidad de Toronto, publicaron recientemente en The Lancet (enero 2017), un estudio que involucra a 6.6 millones de personas que viven en la provincia de Ontario, las que separan en dos grupos: las que han vivido a menos de 50 metros de una ruta de alto tráfico y que en consecuencia han estado aspirando altas concentraciones de micropartículas, y las comparan con un segundo grupo que han vivido a más 150 metros o más de distancia de ella. Encuentran que las primeras incrementaron en un 12% el riesgo de desarrollar demencia con respecto a los del segundo grupo.

Estudios de investigación en animales

En México se han realizado los primeros estudios en perros que han inhalado aire poluto, comprobando que presentan daños neurológicos. Lilian Calderon-Garcidueñas, ahora en la Universidad de Montanaen Missoula, afirma que perros que han vivido en áreas de alta polución, muestran signos de confusión, sufren de una progresiva desorientación e incluso pierde la capacidad de reconocer a sus amos. En sus autopsias muestran que en sus cerebros se ven extensas zonas extracelulares con depósitos de proteínas ß amieloide, similar a las placas que se asocian a la enfermedad de Alzheimer.

Sioutas y sus asociados de USC trabajan con ratas a las que someten por periodos hasta de tres semanas a un ambiente de aire contaminado. Al sacrificarlas, encuentran que las microglías del tejido cerebral liberan moléculas inflamatorias, incluyendo el “factor de necrosis tumoral”, que se sabe se eleva en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Encuentran además otros signos de daño cerebral, como depósito de proteína ß amieloide y atrofia de las neuritas en las neuronas. Piensan que ello se produce porque en alguna forma esas micropartículas consiguen llegar al cerebro, traspasando la barrera emato-encefálica.

Más adelante Günter Oberdörster de la Universidad de Rochester en Nueva York y sus colaboradores, usando trazadores radioactivos con elementos de carbón, observan que las partículas menores de 200 nanómetros pueden penetrar al cerebro a través de los delicados tejidos de la cavidad nasal, esparciéndose desde allí hasta llegar incluso al cerebelo, provocando en su paso, una reacción inflamatoria.

Correlación con el cerebro humano

Lo observado en animales, muestra claramente el daño cerebral consecuencia de la inhalación de micropartículas. Lo probable es que lo mismo suceda en humanos. Para certificarlo se necesitaría correlacionar en forma más directa el efecto del aire poluto con la detección de síntomas de demencia. En septiembre del 2016, en una revisión de 18 estudios epidemiológicos realizados en Taiwán, Suecia, Alemania, China, Inglaterra y Estados Unidos, demuestran una asociación a la exposición de por lo menos un componente del aire de poluto, y la relación de ello con el desarrollo de demencias. El resumen fue publicado en la revista Neurotoxicologhy. Se concluye que por cada 10 microgramos por metro cúbico de aire contaminado que se respira, disminuyen significativamente los valores de los test de memoria y atención, afirma Jennifer Weuve, epidemiólogo de la Boston University, que dirigió el análisis de la información recogida por las diversas publicaciones.

Pareciera ser que no todas las personas tienen igual respuesta frente a la inhalación de aire contaminado. El equipo de Jiu-Chiuan Chen, señala que los pacientes que poseen el gene APOE4, que se relaciona con la enfermedad de Alzheimer, tienen una mayor predisposición a redesarrollar signos de demencia. Del mismo modo se ha descrito que la pobreza coincide también con un mayor riesgo, lo que probablemente se deba a que frecuentemente vivan en terrenos cercanos a carreteras. Todo ello ha comenzado a producir una justificada alarma.

*Para mayor información ver: “Science”, volumen 355, pág. 342-345 (The Polluted Brain).



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