Estudio de la atmósfera encerrada en una botella
( Publicado en Revista Creces, Abril 1986 )

Encerrado por decenios a lo mejor por más de una centuria en una botella, un velero en miniatura ejerce su embrujo en niños y adultos. Para los químicos que estudian el deterioro del ambiente -en cambio-, el velero encierra un dato importante que ahora es motivo de delicado estudio: sabiendo la fecha de construcción de la pequeña obra de arte -por ejemplo, 1910 en Valparaíso- es posible llegar a determinar la cantidad de anhídrido carbónico (CO2), contenido en la atmósfera de aquel entonces. Si se hace lo mismo trabajando al vacío y con ayuda de cromotagrafía de gases, se puede determinar la concentración de CO2 que guardan antiguos relojes de arena o botones metálicos cerrados a presión, siendo posible reconstruir los registros de la concentración del CO2 en épocas pretéritas para compararlas con las actuales.

Se estima que cada vez se acumula más CO2 en la atmósfera debido a la quema masiva de combustible fósil, con un incremento anual mayor al 2%, de tal forma que en el año 2050 llegará a ser el doble de lo que era en la era preindustrial. Como consecuencia, la Tierra sufrirá un proceso de calentamiento de varios grados con repercusiones dramáticas en la agricultura y en el nivel de las aguas debido al derretimiento de parte del hielo de los polos.

La investigación del contenido del CO2 de los objetos antiguos es hoy tema de investigación en el Laboratorio Nacional de Química Ambiental en Los Alamos, EE.UU. Los datos que de allí salgan podrán certificar si realmente el contenido del CO2 de la atmósfera ha ido en aumento en los últimos cien años.



(Artículo aparecido en Abril de 1986).



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