Normas de los padres, creencias y conducta de escolares básicos (6º a 8º) sobre el cigarrillo, alcohol y droga
( Publicado en Revista Creces, Enero 1999 )

La Importancia de la existencia de normas y sanciones que los padres den a sus hijos, deriva en la forma como los hijos se podrán insertar posteriormente en la sociedad. Las normas y reglas que dan los padres a fin de educar y controlar a los adolescentes va en beneficio de éstos, siempre y cuando las normas que se les apliquen sean consecuentes en ambos padres y se mantengan en el tiempo. Las normas que los padres aplican a sus hijos estarían condicionadas según el sexo y serían más exigentes con la niña que con el varón. Pero como la adolescencia es una etapa difícil de manejar por los padres, muchos prefieren ser más permisivos que restrictivos a fin de evitarse problemas. Sin embargo, las normas de la sociedad son internalizadas a través del fuerte apego a los padres o figuras parentales que tiene el adolescente. Sobre esta base, el individuo hace una serie de actividades, participa en organizaciones tradicionales (familia, escuela, iglesia...) y cree en sus valores. Estos lazos actúan como factores protectores evitando en el adolescente el uso de drogas.

Sobre la base de la situación familiar los escolares manifiestan sus conductas, creencias y conocimientos sobre el uso y abuso de drogas (cigarrillos, alcohol "lícitas" y drogas "ilícitas"). Es así como los adolescentes con padres alcohólicos no sólo son más propensos al uso de sustancias, sino también aumentan el uso a una tasa mucho más rápida que aquellos que no son hijos de alcohólicos.

Uno de los aspectos importantes que han encontrado James et al. (1996) en los adolescentes usuarios de drogas es la negación de su consumo. Esta es una conducta defensiva, principalmente en las etapas iniciales de su consumo, en el varón más que en la mujer, fundamentalmente en adolescentes provenientes de familias no tradicionales. La negación pareciera que derivaría de problemas familiares y de ahí el uso de droga que trae consecuencias negativas, tales como, dificultades escolares embarazo precoz y en muchos casos termina con problemas legales. El alcohol aparece como la droga más elegida entre los escolares de 1º medio y más de la mitad es consumidora de marihuana, según el autor mencionado. Otros autores han encontrado que la conducta rebelde del adolescente se asocia con la "cimarra", problemas escolares y fuera de la escuela, lo que los lleva a conductas desviadas incluyendo el uso de drogas, además del alcohol, pero los adolescentes que practican o participan en grupos deportivos están menos expuestos a caer en conductas desviadas, pero están más propensos a beber. Sin embargo, padres alcohólicos que mantienen una conducta consistente respecto de sus responsabilidades parentales y una relación positiva con los hijos, estarían protegiéndolos en el desarrollode modelos abusivos de bebedor. Welleman (1992) encontró algo similar respecto de lo que ocurre en familias de padres bebedores, la conducta problemática de los hijos dependería de la calidad y estilo de las relaciones al interior de la familia. La madre también afectaría en el consumo de alcohol y drogas en sus hijos cuando no ha dado una atención adecuada e influiría más que la pobreza o la falta de bienestar material. La ausencia de figura paterna también afectaría y sería mayor en el niño, pero tampoco se descarta la influencia del medio.

Sin embargo, se ha comprobado que el varón adolescente presenta un mayor riesgo de consumir precozmente alcohol que las niñas, y esta predisposición está relacionada a la alienación, riesgos de cólera, interacciones ansiosas y creencias que favorecen el uso del alcohol. Dicha conducta es considerada como una corriente principal más que una conducta desviada, pero también se asocia el consumo de alcohol a estados depresivos del adolescente y características de personalidad.

El uso del cigarrillo y más específicamente del alcohol, está asociado al uso de drogas. Es por esto, que se hace imperioso diagnosticar lo que ocurre entre los escolares que cursan básica superior a fin de prevenir lo que pudiera ocurrir más tarde.

Nosotros quisimos describir ciertas normas que los escolares perciben de sus padres como una forma de tener una visión del ambiente familiar y conocer las creencias, conocimientos y conductas acerca del alcohol, drogas y tabaco en los escolares de 6º a 8º básico de las escuelas municipalizadas de la comuna de Las Condes. Además, se quiso ver si existe alguna diferencia entre el varón y la mujer con la finalidad de proponer algunas medidas de prevención, tanto a nivel familiar como escolar.

En este estudio se encontró que las mujeres están más controladas por sus padres, en el horario de regreso al hogar después de una fiesta o de salidas con amigas (p< 0.0000) y los varones son más controlados en su retorno del estadio (p<0.007). Esto último es muy lógico dado la gran agresividad que se manifiesta en los partidos de fútbol o las celebraciones posterior al triunfo. Tanto el padre como la madre castigan más al varón impidiéndole ver televisión (p<0.048 padres y p<0.05 madre) y el padre prohíbe más al hijo juntarse con amigos (p<0.013), pero el padre es más estricto a nivel de permisos con la hija lo cual acarrea conflictos con ella. En cambio la madre es más permisiva. Estas diferencias de control y de sanciones indica que los padres privilegian más a un sexo que al otro según el tipo de salida ó de conducta reprobable que haya tenido. Esto concuerda con otros autores. Pero aquí queda claro que en la mayoría de las conductas de los padres hacia sus hijos hay concordancia, lo cual es muy importante para el hijo contar con unos padres que están de acuerdo en la forma de dar las normas y exigir su cumplimiento.

Cuando las normas son claras y existe coherencia y concordancia entre los padres, los hijos saben a qué atenerse, y si esto mismo es coherente con lo que enseñan los profesores en la escuela, tanto mejor. Pero cuando la situación es a la inversa, los hijos explotan a los padres usando al más débil frente a la autoridad del fuerte para conseguir sus propósitos. Es por eso que tal vez en esta muestra de escolares se haya encontrado un bajo consumo de drogas y de los 3 casos (2 varones y 1 mujer) existentes coinciden con una baja comunicación con sus padres y, en general, malas relaciones. Pero también, este bajo consumo de drogas podría deberse a la negación de decir que se es consumidor, por estar recién iniciándose. Otra explicación podría ser que esta comuna ha tenido especial interés en dar apoyo a la familia a través de muchos programas de atención ya sea a nivel comunal o a través de las escuelas, programas que apuntan al consumo de alcohol y drogas y reforzamiento de la familia. Y también podría deberse a que existe un porcentaje significativo de escolares varones que hace deportes en su tiempo libre.

Posiblemente las creencias y conocimientos sobre el alcohol y la droga son adecuados, debido a lo que han hecho los profesores en la escuela y lo que se ha hecho en la comuna y lo saben tanto los varones como las mujeres. Pero queda un porcentaje nada de despreciable que cree que la droga se usa y se puede dejar cuando uno quiere (17.8% varón y 18.8% mujer) o que la droga no hace daño (12.3% varón y 11.8% mujer) o que quien consume es buena onda (8.2% varón y 4.9% mujer). Entre estos escolares podrían encontrarse los con mayor riesgo, ya que si se le suman problemas y bajo rendimiento escolar con las consiguientes consecuencias, y la influencia del medio a que está expuesto significativamente más el varón que la mujer (calle, videos, salir con amigos), le sería muy fácil caer en el consumo de droga. Hay un sustrato que la avala. Lo mismo ocurre con el consumo de alcohol. Existe un porcentaje que cree que quien rechaza un trago, rechaza a un amigo (14.4% varón y 9% mujer) o que con el trago se pasa el frío (13% varón y 11.8% mujer) o que las fiestas sin trago son aburridas (8.9% varón y 4.2% mujer) o que para hacerse hombre hay que tomar trago (8.2% y 6.3%) o no creen que el verdadero hombre evita emborracharse (20% varón y 28.5% mujer) o el que rechaza un trago no es considerado valiente (26.7% varón y 31.9% mujer) o una buena fiesta no puede ser sin trago (17.1%varón y 18.7% mujer). Todas estas afirmaciones indican que ellos están más propensos a beber que los que piensan que rechazar un trago significa ser valiente o ser verdadero hombre por beber en forma moderada.

En cuanto al conocimiento sobre lo que producen las sustancias existe claridad en la mayoría de los varones y mujeres, que tanto el alcohol como la droga o el cigarrillo producen daño a la salud, y más de la mitad, que daña las relaciones familiares, que produce alteraciones en el comportamiento. Tanto los varones como las mujeres consideran que el alcohol perjudica en los estudios, pero la mujer cree significativamente más que la droga si lo hace (p<0.03). Es decir, la mujer tendría más claro el efecto de la droga. Pero es importante recalcar que, pese a que existen conocimientos sobre el daño que produce la droga, el alcohol o el cigarrillo, es bajo el porcentaje que sabe que estas sustancias producen dependencia. Aquí se manifiesta una falla en la entrega de la información de los programas existentes a nivel escolar o del diálogo que pueda existir sobre la materia entre padres e hijos. Menos del cuarto de los varones y de las mujeres sabe que estas sustancias producen dependencia. Esta seria un área que se debería reforzar.

El hecho de que alrededor de un 15% de los escolares crea que estas sustancias libera de las angustias o que sirve para olvidar o da mayor seguridad o que ayuda a sentirse mejor en el grupo, deja el campo libre para que en las situaciones conflictivas, propias de la adolescencia, se recurra al alcohol, droga o cigarrillo como una forma de escape. Estas creencias no han sido eliminadas pese a los programas de prevención. Y se estaría frente a una población en riesgo que se debería detectar a tiempo para evitar futuros problemas.

El inicio del consumo de cigarrillo es algo más precoz en la mujer que en el varón (11.3 vs 12.96) y se destaca que la totalidad de aquellas que lo probaron continúa fumando (menos de la mitad de la muestra de ambos escolares). En este sentido se advierte que los programas de prevención no le han dado importancia al cigarrillo, cuando es muchas veces la puerta para el inicio del consumo de drogas. Sin contar que escolares que se inician tan precozmente, son futuros adictos al tabaco con las consiguientes consecuencias para su salud y la de los que lo rodean.

Se destaca que el haber probado el vino es significativamente mayor en el varón que en la mujer y su consumo actual también tiende a ser mayor en el varón. Esto coincide con muchos autores que dicen que el adolescente varón consume más que la mujer y se destaca que la edad de inicio es precoz en ambos sexos (10.8 años para cada sexo). Pero lo más llamativo es el hecho de haber probado la cerveza (30.1% varón y 25% mujer) y continúa bebiendo casi la mitad de ellos. No hay duda que la propaganda que se ha hecho de ella tiene su respuesta en los escolares y las campañas de prevención del consumo de alcohol entre los menores no ha servido de mucho. El pisco sólo lo ha probado una minoría, pero más de la mitad de los varones que lo probaron, continúa consumiéndolo y más del tercio de las mujeres, lo que preocupa tomando en cuenta que su grado de alcohol es mucho mayor que el de la cerveza y del vino. Esto coincide con otros autores que dicen que los adolescentes eligen más el alcohol que otras drogas.

Este estudio no pretende evaluar los programas que se han dado en la comuna, pero sí mostrar lo que los escolares saben al respecto y qué aspectos familiares servirían de apoyo para evitar el consumo de sustancias. Cuando la familia se presenta unida y los padres de acuerdo en la forma de educar a los hijos, hay un campo fértil para evitar el consumo. Por lo tanto, se debería reforzar mucho más a la familia para que sea ella la que guíe a sus hijos con conocimientos sobre el alcohol, drogas y cigarrillos. Se puede centrar la ayuda a través de talleres en las propias escuelas o en centros comunitarios, pero realizados con personas capacitadas (profesores, psicólogos, asistentes sociales, terapeutas familiares u otros).

A nivel escolar, ya sea en grupos o individualmente, se debería aplicar los pasos que señala Prochaska et al.(1) a fin de que el individuo sea capaz de tomar una decisión. Ellos son: 1) precontemplación, el individuo no ha despertado aún teniendo un problema; 2)contemplación, la persona se despierta y reconoce que un problema personal existe; 3) preparación, el estado en el cual la persona construye un plan para ponerlo en acción respecto de una conducta particular que puede resolver su problema personal; 4) acción, la persona cambia su conducta abierta y las condiciones ambientales que afectan su conducta; 5) mantención, la persona desea mantener el modelo de conducta por un mínimo de 6 meses. Aumentando el conocimiento acerca de los beneficios de ciertos patrones de conducta se puede mover a un individuo de la etapa 1 a la 2.

Esta proposición podría realizarse perfectamente a nivel escolar, precisamente con aquellos escolares que hayan demostrado que tienen un problema o que están en riesgo, porque sería la forma de que ellos mismos tomen la decisión de cambiar su conducta, no motivada por las exigencias de los padres o profesores, sino por el propio conocimiento y voluntad de cambiar. Esto, sin duda, es mucho más permanente en el tiempo.



Prochaska, J, O.: Vehcer, W. F, Ross¡,
J 5., Goldste¡n, M. G. Marcus, B. H.,
Rakowsk¡, W., Flore, C., Harlow, L.L.,
Redd¡ng, C.A., Rosenbloom, D., Rossi,
SR. Sta ges of chan ge and decisional
bálance for 12 problem behavior, Health
Behavior 13:39-46, 1994.



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