Ingeniería genética: nuevo uso para el terreno agrícola
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1996 )

La Ingeniería Genética está permitiendo hacer modificaciones en plantas, induciendo a éstas a que produzcan las más variadas sustancias químicas o fármacos de uso médico. Ello es posible porque el código genético que regula la vida es común para todas las células vivas de la Tierra, sean éstas de organismos unicelulares, como son las bacterias, o de pluricelulares, como insectos, vegetales, mamíferos e incluso el hombre. Es así como la información genética (genes) que lleva a la producción de una determinada proteína en una célula humana, puede ser transferida a una célula de una planta, y ésta producirá exactamente la misma proteína que produce la célula humana. Ello está abriendo un enorme campo para nuevos usos del terreno agrícola, que ya no sólo sería útil para producir alimentos sino también los más diversos productos químicos, farmacéuticos e incluso plásticos.

Desde hace algunos años se sabía que bacterias o levaduras transgénicas (se llaman así a las que se les ha introducido un gene extraño a ellas) podían producir proteínas humanas de uso médico. En el mercado existen numerosos productos fabricados en esta forma: Insulina, Interferon, Interleukinas, Hormona de Crecimiento, Eritropoyetina, Factores de Crecimiento Celular, etc. Se trata de proteínas que por su compleja estructura química es imposible sintetizarlas industrialmente y por ello, se ha recurrido a que sean producidas por células, sean éstas bacterias o levaduras cultivadas en grandes reactores. En el año 1995, el desarrollo de estas tecnologías ya significó en Estados Unidos una producción que superó los 1000 millones de dólares.

Lo que ahora se está haciendo, es reemplazar las bacterias o levaduras transgénicas por plantas transgénicas a las que se les ha introducido el o los genes necesarios para que sean capaces de producir las proteínas que se requieran. Ya las experiencias iniciales han demostrado que las plantas son mucho más útiles que las bacterias o levaduras para producir este tipo de sustancias. Estas últimas tienen una propiedad que no tienen las bacterias ni las levaduras: son capaces de agregar un azúcar (glicolizar) a la proteína producida, lo que es importante para que la proteína sea activa farmacológicamente. Ello es de gran ayuda para la industria farmacéutica, ya que así se ahorra un proceso que normalmente aumenta el costo de producción. En dos o tres hectáreas de terreno se pueden producir kilos de estas sustancias, lo que permite reemplazar los costosos reactores que deben ser muy bien controlados para producir solo gramos de las mismas. En Estados Unidos se estima que ya para el año 2005 la producción de estas sustancias en plantas transgénicas sobrepasará los 400 millones de dólares (Science:268, pág 61, 1995).

Una de las aplicaciones es la producción de vacunas (que también son proteínas) para agregarlas a los alimentos que ingieren los niños, y así disminuir los trastornos diarreicos digestivos y también la hepatitis B. Biotecnólogos del Boyce Thomson Institute for Plant Research, un centro dependiente de la Universidad de Cornell en el Estado de Nueva York, han logrado producir plátanos transgénicos que producen una proteína (antígeno) de la superficie del virus de la hepatitis B (New Scientist, Septiembre 21 de 1996, pág. 6). Ello es de gran importancia porque, según los autores, la producción de estas vacunas costaría sólo unos centavos de dólar, muy inferior del costo actual, que se eleva a 200 dólares por dosis.

Ya el año anterior los investigadores habían conseguido papas transgénicas capaces de producir el antígeno de la hepatitis B. Este, ensayado en ratas, provocó la adecuada respuesta inmunológica. De allí pasaron al plátano, ya que la idea era que el antígeno estuviera directamente en el alimento. Las papas para ser consumidas, como todos sabemos, hay que hervirlas o freírlas, pero este proceso destruye la proteína antigénica. De allí que se pensó en el plátano, cuyo puré no necesita hervirse, por el contrario, puede agregarse directamente a cualquier alimento infantil.

Los investigadores afirman que bastan 10 hectáreas de terreno plantadas con plátanos transgénicos para producir suficiente cantidad de vacuna como para prevenir la hepatitis B en todos los niños de México. En cada plato de puré habrá 10 dosis de vacuna, l0 que es más que suficiente para producir una buena respuesta inmunológica.

En el momento actual ya se están realizando los ensayos en terreno y esperan que el Gobierno de México apruebe esta vacuna. Mientras tanto, ellos ya están trabajando en otras vacunas contra la Escherichla coli y otras bacterias y virus que producen diarrea en los niños. No sería raro que en el futuro se puedan también producir en el campo todas las vacunas que se necesitan para las más variadas enfermedades infecciosas, como el sarampión, la fiebre amarilla, la polio, la coqueluche, etc. Con ello se encontrará otra utilización del recurso agrícola y bajarán los costos de otros muchos productos farmacológicos que necesitan los hombres y los animales.


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