Es ineludible e impostergable la estrategia en ciencia y tecnología
( Publicado en Revista Creces, Julio 1998 )

Hoy en día, ninguna sociedad bien informada puede negar que las posibilidades de su desarrollo y bienestar dependen fundamentalmente de la capacidad de crear conocimiento nuevo transformarlos en tecnológicas. El competir eficientemente en el proceso de globalización económica mundial, ya no depende tanto de los recursos naturales que un país posea, como de los recursos humanos y de infraestructura científico tecnológica, comprometida en crear o adaptar nuevos procesos y producto con los cuales se pueda competir eficientemente.

El mundo desarrollado sabe muy bien que su bienestar depende de la capacidad de generar conocimiento nuevo, y por eso estimula su génesis, invierte en él y cuando lo logra, lo guarda muy celosamente para utilizarlo en su propio beneficio. La tragedia del mundo pobre, es que pareciera que la contingencia diaria no le permite tener conciencia clara de ello, por lo que sus esfuerzos van en otras direcciones, distanciándose progresivamente del mundo que avanza.

Nuestro país no se escapa a esta realidad que pareciera que no quiere reconocerse, a pesar que lo han señalado tan claramente en varias circunstancias tanto diversos organismos internacionales, como también el Instituto de Ingenieros de Chile, que ya hace algún tiempo hizo entrega de un documento pertinente al Presidente de la República.

Por ello es tan buena noticia que recientemente se haya celebrado en nuestro país un encuentro organizado por la Comisión Presidencial, patrocinada por el Banco Mundial y el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, con el objeto de analizar tan fundamental tema. Para ello, se reunieron prestigiosos científicos extranjeros y nacionales, concordando en importantes conclusiones. La primera de ellas se refiere a la necesidad de una política en materia de ciencia y tecnología
"para el desarrollo del país", lo que significa una modernización de toda la infraestructura existente, la creación de centros de excelencia, la formación de investigadores y un mayor compromiso e interacción tanto del sector público como privado.

Estos mismos planteamientos ya los habíamos hecho en Creces (Ciencia y tecnología para competir), adelantando incluso una estrategia que a nuestro juicio debe comenzar ya a implementarse. Hay que reconocer que ya estamos demasiado atrasados.

Lo que está claro, es que ella no se va a dar naturalmente, a menos que sea inducida por el Estado. Este necesariamente debe estar decidido a otorgar incentivos significativos y atractivos, como para que los diferentes agentes involucrados comiencen a trabajar en conjunto, tanto en la elaboración como en las subsiguientes acciones que se deben considerar en una política de ciencia y tecnología "para el desarrollo". No es exagerado, afirmar que de ello depende el futuro de nuestro país, más allá de la retórica política.



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