¿ Es posible la igualdad de oportunidades?
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1981 )

Los efectos de los programas de estimulación sicosocial en el niño muestran resultados sorprendentes. Este es un camino concreto para romper con el círculo vicioso de la pobreza extrema.

Lograr la igualdad de oportunidades es un anhelo teórico de toda sociedad, pero casi imposible de alcanzar para todos. Los individuos son genéticamente diferentes y aun cuando fueran iguales, el ambiente está influyendo para incrementar más esas diferencias, especialmente durante los primeros años de vida.

En el instante de la concepción, óvulo y espermio aportan una información genética que va a caracterizar posteriormente al individuo. Esta información contenida en los genes, en forma de ácido desoxiribonucleico (DNA), es lo que va a permitir regular el crecimiento y desarrollo del futuro ser humano. Los individuos son todos diferentes en el momento de la concepción por las infinitas combinaciones de los diferentes factores genéticos aportados por óvulo y espermio. Siguiendo esta información genética se irá formando el futuro ser con todos sus caracteres perfectamente individualizados. De acuerdo a ella, el individuo adulto alcanzará un determinado crecimiento físico y una determinada altura; genéticamente están determinadas sus proporciones antropométricas, como el aspecto de sus facciones, colores del pelo, ojos, piel y también características físicas en general. Por la misma información, debiera desarrollarse determinado carácter y estándar de comportamiento alcanzando una determinada capacidad intelectual. Siendo la información diferente para cada individuo, habrá hombres altos y bajos, con diferentes características físicas. Habrá individuos más inteligentes que otros, o más pertinaces e imaginativos, con mayor o menor capacidad de memorización, etc. Algunos, por la misma razón, podrán tener condiciones artísticas, habilidades manuales, capacidades inquisitivas o mayores y menores capacidades físicas.


Rol del ambiente

Sin embargo, junto con iniciarse la formación del nuevo ser, ya el ambiente comienza a actuar sobre él, positiva o negativamente. Si el ambiente es favorable, tal vez podrá expresar un alto porcentaje de sus condiciones positivas y llegará a tener las oportunidades que esa información genética le permite. Si por el contrario el medio influye en forma negativa, se verán limitadas las expresiones finales de su información y obviamente sus posibilidades estarán también disminuidas. Así por ejemplo, los padres altos, es probable que aporten información genética para que sus hijos también sean altos. Sin embargo, ello va a depender también del ambiente. Si éste es favorable durante todo su período de crecimiento, va a ser todo lo alto que estaba programado. Si el medio, en cambio, es restrictivo, tal vez llegue a ser sólo de estatura normal o aun bajo. Lo que puede suceder con este carácter físico (talla) ocurre también con otros caracteres, como intelectuales y/o morales.

El ambiente actúa durante toda la vida y desde el momento mismo que comienza la formación del embrión y luego del feto. El micro-ambiente dentro del útero ya es dispar. El tamaño y constitución del útero es diferente y puede también ser distinta la temperatura o la cantidad de líquido amniótico. Más aun, el feto está relacionado con el medio a través de la placenta y su cordón umbilical. Si la placenta está mal implantada o con alteraciones estructurales, el feto recibirá los nutrientes en forma defectuosa y ello va a repercutir en el crecimiento y desarrollo de todos sus órganos, incluyendo el cerebro. Si la madre fuma demasiado durante el embarazo, ello también repercutirá en el niño. Si la madre es alcohólica, va a tener también efectos muy negativos sobre el feto, produciendo un crecimiento y desarrollo defectuoso.

La nutrición de la madre o la ingestión de drogas, en alguna medida actuarán sobre el feto, ya sea directamente o por modificaciones bioquímicas producidas en la madre. Todo ello, a través de la placenta.

Puede influir ya antes de nacer y en alguna medida afectar el crecimiento y desarrollo posterior.


Efectos irreversibles

Cuando el hijo abandona el útero materno, ya el ambiente comienza a influir en toda su intensidad. Los primeros años son vitales. Durante la época de crecimiento rápido, los órganos se están formando y las alteraciones que allí se producen modifican intensamente su funcionalidad, en algunas ocasiones en forma permanente. Si durante los primeros meses se sufre desnutrición, se retarda el crecimiento que nunca más se recuperará. Para algunos investigadores, los primeros años constituyen "la edad de impresión" (printing age), es decir el instante en que se imprimen el carácter y comportamiento que van a influir para el resto de la vida.

Toda la enorme variabilidad de factores genéricos y ambientales hacen que la igualdad de oportunidades sea un mito. El hombre se puede esmerar en controlar el ambiente para lograr la total expresión de los factores positivos, pero nunca podrá influir sobre todos ellos. Por esto cada ser humano es diferente, y aun cuando se le dé un punto de partida teórico de igualdad de oportunidades, el aprovechamiento de ellas tendrá que ser diferente.

Si bien la genética está avanzando a velocidades increíbles y el hombre ya puede meterse a manipularla, está muy lejos de controlar efectivamente estas variables.

Mucho más puede hacer el hombre, en cambio, para lograr un ambiente más adecuado que permita la expresión positiva de los factores genéticos. Hoy, para muchos seres humanos, las condiciones ambientales son demasiado adversas y limitantes para la expresión de su potencial genético: la pobreza y desnutrición afectan a más de la mitad de la población infantil del mundo.


El ambiente gris de la miseria

Es un hecho ya conocido que el crecimiento físico, el rendimiento intelectual y el comportamiento social están influidos por la situación socioeconómica en que se desarrolla el niño durante sus primeros años de vida. La pobreza y la marginalidad social producen efectos muy negativos que van a repercutir durante toda la existencia. El ambiente gris y aplastante de la miseria no estimula ni la imaginación ni la curiosidad del niño. Todo en la pobreza carece de luminosidad, muestra colores escasos y hay carencia de juegos-estímulos necesarios para producir el desarrollo de las habilidades genéticas del niño. Diversas investigaciones muestran que los padres pertenecientes a los bajos estratos socioeconómicos, tienen una marcada limitación en el lenguaje, lo que condiciona una pobre estimulación verbal en los niños. La motivación que pueden transmitir a sus hijos está condicionada sólo por los hechos diarios, sin ninguna proyección real hacia el futuro. Las relaciones entre niño y adulto, tan importantes en esa edad, están disminuidas y hay poca actividad común entre los miembros de la familia. Ello se evidencia por la posición de indiferencia hacia el niño. El afecto y comprensión son mínimos. En estas circunstancias, no sólo se produce un efecto negativo sobre las funciones cognitivas, sino que también se afecta el desarrollo de la personalidad. Por ejemplo, se ha observado que los niños pertenecientes a estratos socioeconómicos bajos presentan una muy pobre autoestima, lo que lleva a restricciones en la motivación personal y posteriormente incapacidad de integrarse en forma efectiva a la sociedad.


Suman las limitaciones

En condiciones de miseria, la familia está distorsionada, produciendo una tremenda sensación de inseguridad en el niño. Con frecuencia la imagen del padre se encuentra deteriorada o simplemente no existe. Generalmente es la madre la que toma la mayor parte de la responsabilidad. Sin embargo, ésta es bastante limitada, ya sea por su bajo nivel cultural y educacional, o por su limitación intelectual o por el elevado número de hijos. Así, por ejemplo, el cuociente intelectual de madres que viven en áreas marginales se ha demostrado que es constantemente bajo. La desnutrición siempre está presente y es otro factor agregado que limita el desarrollo físico e intelectual. Todos estos factores adversos explican la elevada frecuencia de retardo mental, descrita en niños preescolares que han nacido y viven en áreas de extrema pobreza. Este es un caso típico de cómo el medio llega a producir un daño en el individuo que limita la expresión de su potencial genético. Es lo que se ha denominado un daño "sociogénetico-biológico".

El daño parece ser permanente, e imposibilita al individuo para integrarse eficientemente a la sociedad. En América Latina, de cada 100 niños que comienzan la educación primaria, sólo 10 logran terminarla. La gran causa del fracaso y ausentismo escolar radica en ese daño. Trabajos realizados en Chile confirman que ese daño imposibilita al niño para responder a las exigencias de la educación, terminando por marginarlo definitivamente. Lo probable es que por una generación más, se vuelva a repetir el ciclo de la miseria. Es así como por factores ambientales, en un porcentaje importante de la población del mundo, no se cumple la deseada igualdad de oportunidades.


La enmienda

El daño parece ser permanente, o al menos no es recuperable si se trata de enmendarlo en la edad escolar. Las experiencias realizadas en Chile demuestran que los programas especiales no ejercen efecto alguno si se implementan durante esta edad. Los resultados parecen ser diferentes si se desarrollan programas durante la edad preescolar. Dos experiencias publicadas en Estados Unidos parecieron confirmar esta aseveración. La primera, descrita por Laurence Schweinhart y David Weikart de la High Scope Foundation, fue comenzada en el año 1962 con preescolares negros de familias muy pobres. En ellos y durante dos años, se desarrolló un programa de educación, aprendizaje estimulación en el desarrollo de problemas, motivación y comunicación de los niños entre sí. Todo ello realizado en un jardín infantil.

Al continuar las observaciones un par de años, los investigadores encontraron muchas diferencias favorables, si se comparan con otros niños de la misma edad y condición en que no se desarrolló el programa. A los 15 años de edad estos niños presentaron una capacidad intelectual significativamente superior al grupo control, que no se integró al programa. La diferencia se confirma en las pruebas de lectura, matemáticas y lenguaje. Los datos también confirman que estos niños han tenido menos problemas en la escuela y presentan muchos menos arrestos policiales que el grupo control.

Los autores incluyeron también en su reportaje un estudio de costo-beneficio. Señalan que dos años de educación preescolar costaron 5.984 dólares (1979), mientras que los beneficios alcanzaron a US$ 14.819. Estos últimos incluyen la reducción de la necesidad de la educación especial en la edad escolar, un aumento de los resultados escolares y una evaluación del tiempo ganado por la madre mientras el niño asistió al programa preescolar.


Otra experiencia

La otra experiencia descrita fue publicada en el "Courrier" del Centro Internacional de la Infancia, en París, por Bernard Brown y Edith Grotenberg. Se trata de 430 mil niños preescolares que no sólo recibieron educación, sino que también cuidados de salud y nutrición. En este programa también participaron los padres y se hicieron extensivo también a ellos los beneficios sociales. Los hallazgos más importantes se refieren a incrementos en las pruebas de inteligencia y rendimiento escolar, al mismo tiempo que mejoró también el comportamiento social.

En nuestro país, en una posición pionera en América Latina, también se habría comprendido la importancia de los programas de estimulación precoz y de educación del preescolar en áreas de extrema pobreza. El Servicio Nacional de Salud lo implemento en ese entonces en los niños menores de dos años. Por otra parte, los programas realizados por la Corporación por la Nutrición Infantil, CONIN, en la recuperación de niños con desnutrición grave, también lo incluyeron. Los resultados fueron realmente positivos. En aquel entonces, el Ministerio de Educación habría puesto especial énfasis en el desarrollo de la educación y nutrición del preescolar en áreas de extrema pobreza.

Para el futuro, ojalá se siga extendiendo el programa y mejore poco a poco su eficiencia, mediante la preparación de personal especializado y el perfeccionamiento de los "Curriculas" que deban desarrollarse. Ello sin lugar a dudas significaría una verdadera revolución para romper el círculo vicioso de la pobreza extrema y acercarse así al ideal de igualdad de oportunidades para todos.



Fernando Mönckeberg Barros

Universidad de Chile
INTA


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