La carne mirando al futuro
( Publicado en Revista Creces, Julio 2000 )

En los últimos años se ha incrementado notablemente el consumo de carne en el subdesarrollo. Se teme que en el futuro no continúe la tendencia, dado que para ello se requiere de un sustancial incremento en la producción de granos destinados a la alimentación animal. Pero también es posible incrementar la eficiencia alimenticia animal sin que aumente la demanda de granos, sin embargo, las tecnologías no están fácilmente disponibles para el subdesarrollo.

La buena noticia es que, según FAO, la gente del mundo subdesarrollado, a pesar del incremento poblacional, está consumiendo ahora un 50% más de carne por persona que lo que consumía en el año 1983. La mala noticia es que aún hay en el mundo 840 millones de personas crónicamente malnutridas, que no alcanzan a satisfacer sus requerimientos nutricionales mínimos necesarios para su normal crecimiento y salud.

Pareciera ser que cuando el ser humano tiene la posibilidad de elegir alimento, invariablemente incrementa el consumo de carnes, ya sea de bovinos, ovinos, porcinos o aves, como también el consumo de leche. Con ello satisface su paladar y mejora la calidad de la dieta, ya que las proteínas de origen animal son de mejor calidad que las de origen vegetal. Pero para tener la posibilidad de elegir alimentos, no hay otra alternativa que disponer de los recursos económicos necesarios para ello, de modo que, si el mundo pobre ha aumentado en un 50% el consumo de carne, necesariamente tenemos que aceptar que su ingreso "per cápita" también ha aumentado (al menos en algunos sectores).

Lo sucedido en Chile demuestra lo aseverado. Durante los últimos 10 años se ha incrementado notablemente el ingreso per cápita, y consecutivamente ha aumentado el consumo de proteínas animales. Lo demuestra el incremento en el consumo de leche, como carnes de bovinos, porcinos, aves y pescado (ver cuadro 1). Es por eso que la actual generación de chilenos está aumentando su estatura, y es casi una regla que ahora los hijos sean más altos que los padres.

A pesar del incremento global del consumo de carne, aún se mantiene una gran diferencia entre el consumo del mundo desarrollado y el del mundo subdesarrollado. Ello no es debido a diferentes hábitos alimenticios, sino a razones económicas. Si no existe la posibilidad de elegir alimentos, sólo queda la alternativa de comprar el máximo volumen de otro alimento, al mínimo de costo, para así satisfacer el hambre. Es por ello que en el mundo subdesarrollado, el 80% de las calorías provienen de los cereales, mientras que en los Estados Unidos, el 80% de los cereales se utiliza para la alimentación animal. Con ello, estos últimos logran una gran disponibilidad de proteínas de origen animal, que unido a un mayor ingreso, les permite un alto consumo de proteínas animales. Todos sabemos que la proteína animal es más cara que la proteína vegetal, por la sencilla razón que el animal necesita ingerir tres calorías provenientes de granos para producir una caloría de carne.

Cálculos realizados por el Banco Mundial y otros organismos internacionales, señalan que en el mundo se produce actualmente suficiente cantidad de alimentos como para alimentar adecuadamente a toda la población, siempre y cuando todos consumieran una dieta homogénea, preponderantemente dada por el consumo de granos, más una pequeña cantidad de proteínas animales. Para ello, el mundo desarrollado tendría que disminuir notablemente el consumo de proteínas de origen animal e incrementar en su dieta el consumo directo de granos, cosa que difícilmente podríamos imaginar que sucediera. En la actualidad el mundo desarrollado está consumiendo aproximadamente 75 kilos de carne por persona al año, mientras que el mundo subdesarrollado a pesar del aumento de consumo de carne ya señalado, está consumiendo sólo 20 kilos de carne por persona por año (fig. 2).

Si durante los próximos 20 años el mundo subdesarrollado, que representa dos tercios de la población mundial, continuara con igual ritmo el incremento del consumo de carne y tomando en consideración el aumento de su población, tendría que aumentar su producción de carne (del mundo subdesarrollado) de 85 millones de toneladas a 188 millones (fig. 3) (New Scientist, Marzo 18, 2000, pág. 33). Para que ello fuera posible habría que desviar grandes cantidades de granos a la alimentación animal. Pero muchos temen que esto podría también significar un desastre, especialmente para los más pobres, que ya ni siquiera podrían alimentarse de granos. Es decir, se tendrían más animales bien alimentados, y a seres humanos más desnutridos.


Como incrementar la producción de granos

Chris Delgado, economista del International Food Policy Research Intitute (IFPRI) en Washington, ha desarrollado un modelo denominado IMPACT con el objeto de tratar de predecir de cómo toda esta tendencia afectaría a la producción de alimentos. Sus cálculos se basan en que se podría incrementar la producción de granos en 1.3% por año, desde ahora hasta el año 2020. Si su aumento fuese menor, simplemente no habría suficiente grano como para satisfacer la demanda.

A primera vista esta presunción no se ve bien. Efectivamente la producción de grano ha estado aumentando durante la década del 80 a razón de 1.3% al año. Pero de allá en adelante (la década del 90), el promedio de aumento ha sido sólo de 1.1% al año, y el mismo IFPRI pronostica que esta tendencia probablemente continúe hasta el año 2020 (New Scientist, Marzo 18 del 2000, pág. 35).

Una esperanza está en el uso de nuevas semillas de un mayor rendimiento. Sin embargo Kenneth Cassman, hasta hace poco director del International Rice Research Institute en Filipinas, cree que este camino ya se ha agotado. Cree que es poco probable conseguir semillas de mayor rendimiento de lo que ahora se ha logrado. "El sector privado ha invertido ahora cuatro veces más en la búsqueda de mejoramiento genético de semillas en relación a lo que invirtió hace 20 años y los resultados prácticos han sido mucho menores!", señala Cassman.

El mismo Cassman cree que la solución podría estar por otro lado, como el mejor uso del agua, mayor uso de fertilizantes y adecuado control de las pestes. Todas estas medidas tendrían que aplicarse en el mundo subdesarrollado, pero allí no está ni el capital, ni las tecnologías, ni el adecuado nivel educacional necesario para ello.


Mayor eficiencia en la alimentación animal

Producir más granos no es la única alternativa de aumentar la producción de proteínas animales. También se podría, con igual cantidad de granos, incrementar la eficiencia de la alimentación animal. Así por ejemplo, ya se ha conseguido en los modernos criaderos que con la misma cantidad de alimento, los pollos alcancen tres kilos de peso, cuando antes de 1957 sólo alcanzaban 2 kilos. Del mismo modo ya se ha logrado mayor eficiencia en la crianza de cerdos. También el cruzamiento de razas de ganado, unido a la alimentación en feedlot ha logrado que con igual cantidad de alimentos se incremente la eficiencia. Claro que todas estas nuevas tecnologías tendrían que ser implementadas en los países en desarrollo.

Importantes avances se han logrado con las nuevas tecnologías de ingeniería genética. Cerdos inyectados con DNA que codifica el Factor de Liberación para Hormona de Crecimiento produce un efecto prolongado que se traduce en una mayor rapidez del crecimiento (40% más) con un significativo ahorro de alimento consumido (20%). Estos resultados han sido publicados recientemente por Robert Schwartz del Baylor College of Medicine en Houston (Nature Biotechnology, vol.17, pág. 1179, 1999).

Otra droga parecida a la adrenalina, llamada ractopamina, producida por la firma Elanco, se ha comenzado a comercializar este año bajo el nombre de Paylean. Con ella se ha logrado que los cerdos, en lugar de incrementar las grasas, incrementen la musculatura. El crecimiento muscular requiere menos alimentación. La misma cantidad de granos que pueden producir un incremento de tres kilos de grasa, incrementa el tejido magro (músculo) en 5 kilos.

Otra posibilidad para aumentar la eficiencia es proporcionando exactamente los requerimientos nutricionales que necesita el animal. Así por ejemplo, se ha conseguido variedades de maíz con un alto contenido de lisina y metionina, aminoácidos que normalmente el grano no los contiene. Las proteínas en esta variedad de granos están más cerca de cubrir las necesidades nutricionales de pollos y cerdos. Estas nuevas variedades de maíz con alto contenido de lisina tienen la ventaja de que el aminoácido está en el germen, en lugar de estar en una proteína menos digerible llamada zeina. Con ello se consigue una mejor digestión del grano.

Otro nutriente que es importante para los animales es el fósforo. El maíz normal contiene el fósforo en forma de ácido fitico, que los animales no pueden digerir, y que por lo tanto es eliminado por las eses, incrementando con esto la polución. Hoy en día, varias firmas comerciales ofrecen maíz con bajos fitatos y que contienen el fósforo en una forma más digerible. Los animales alimentados con este maíz necesitan menos suplemento de fósforo en la dieta, excretan menos fósforo y pueden digerir la proteína (que está normalmente unida por el ácido fitico) en forma más completa. Recientemente, la firma Zeneca Agrochemicals ha introducido en semilla de raps, genes que codifican una enzima que destruye el ácido fitico. También produce la enzima para usarla como aditivo a la dieta.

Agregando enzimas que degradan la celulosa y otras fibras de los vegetales, se ayuda a que el animal extraiga más alimento de aquellos pastos poco digeribles. Aunque los rumiantes contienen en su estómago bacterias naturales que degradan estas fibras, estas enzimas agregadas pueden potenciar la eficiencia del alimento, produciendo azúcar, que estimula la multiplicación bacteriana, con lo que en definitiva se digiere más completamente el tejido fibroso, todo lo que reduce los requerimientos de granos. Ahora investigadores de Lethbridge Research Center en Alberta, Canadá, han producido plantas transgénicas que contienen la misma enzima, de modo que el animal la recibe en su feedlot.

El problema de estos avances es que se producen en el mundo desarrollado, pero quien los necesita prioritariamente para aumentar su producción de carne es el mundo subdesarrollado. Delgado afirma que "nadie va a detener a las personas, tratándolas de convencer que no coman más carne o leche". Es por ello que se teme que si no se incrementa la producción de grano o no se mejora la eficiencia alimenticia en los animales se llegue a "que algunos países de desarrollo intermedio, en los próximos años incrementen el consumo de carne, lo que incrementaría la demanda de granos, lo que a su vez provocaría un incremento del precio del grano, lo que en definitiva afectaría a los más pobres, disminuyendo su acceso a él, sin que haya sustitutos más baratos. "Más producción de carne para unos y más desnutrición para otros."





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