Ingeniería genética e industria del papel
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1997 )

Uno de los inconvenientes de la industria del papel es la contaminación que se produce por el uso de sustancias químicas cáusticas, que son necesarias para separar la lignina de la celulosa. La lignina forma la estructura de todas las plantas y árboles y es la que le confiere su dureza. Para producir el papel es necesario separar la lignina de la celulosa y para ello se necesita agregar sustancias cáusticas, que posteriormente contaminan las aguas de los dos. Además, la lignina tiene una estructura química tal, que no es digerible para los animales.

Hasta ahora las investigaciones destinadas a destruir la lignina por métodos enzimáticos no contaminantes no han dado los resultados que se esperaban. Pero ahora la ingeniería genética parece aportar otra solución; producir plantas o árboles modificados genéticamente, de modo que su lignina tenga una estructura tal que la haga menos problemática, tanto para la industria de papel como también para la alimentación animal.

Paul Cisco y colaboradores, del Departamento de Agricultura del Estado de North Carolina, han logrado individualizar un gene en el maíz que es el responsable de a dureza dela lignina. Este mismo gene está también en los árboles. Ellos creen que modificando la planta el gene puede ser desactivado, siendo así más fácil destruir la lignina, lo que beneficiaría tanto a la industria del papel como a la alimentación animal.

De ser posible esta modificación genética las ventajas serían enormes. En el caso de la alimentación animal, por ejemplo, se podría lograr que el maíz ensilado fuera mucho mas nutritivo para los animales, ya que éstos podrían digerir parte de la lignina. En la industria del papel sería aun más beneficioso, ya que disminuiría notablemente la contaminación del proceso industrial. También, desde el punto de vista económico, sería un gran avance. Ya en investigaciones anteriores se ha podido calcular que si la lignina disminuyera sólo en un 5%, se ahorrarían 100 millones de dólares anuales (New Scientis, Enero 20, 1997, pág. 20).

Según los autores, estos árboles modificados genéticamente crecerían igual que los normales. Sin embargo, no se sabe aún si tendrían la misma resistencia a los fuertes vientos.



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