Los intentos de clonación humana
( Publicado en Revista Creces, Marzo 2002 )

Los medios de comunicación anunciaron la clonación humana, pero en realidad solo se consiguió un embrión formado por seis células. Más allá de las razones éticas, lo probable es que este tipo de investigaciones no continúen, porque no conducen a nada, y son demasiado caras.

La noticia de que se habían iniciado los primeros esfuerzos para clonar un ser humano, no sorprendió, ya que anteriormente algunos grupos habían anunciado su voluntad de hacerlo (Insisten en la clonación humana). Sin embargo, produjo una reacción de rechazo generalizada. Esta vez la barrera fue sobrepasada por el científico (argentino de nacimiento) José Cibelli, de la empresa Advanced Cell Technologie de Worcester en Massachusetts. Siguiendo igual procedimiento que se utilizó para la clonación de la oveja Dolly, extrajo con una pipeta el DNA de un óvulo humano, y lo reemplazó por el DNA de una célula adulta de otro ser humano. El resultado no fue otro ser humano, sino sólo un grupo de seis células embrionarias humanas. A pesar de ello, los medios de comunicación anunciaron el "primer clon humano".

Después que se clonó la oveja Dolly, era predecible que alguien se atreviera a repetir el proceso con células humanas. La noticia dice que Cibelli fue el primero, pero probablemente otros ya lo habían intentado. En 1998, investigadores de Corea del Sur, afirmaron que habían conseguido un embrión humano por clonación. También la empresa Clonaid, perteneciente a la secta canadiense Raellans, afirmó que había realizado iguales experimentos. Es probable que muchos otros también lo hayan hecho, pero la diferencia es que ahora se publicó un trabajo científico, anunciando así oficialmente el hecho (The Journal of Regenerative Medicine).

La empresa afirmó que su investigación no tiene como objetivo llegar a clonar un ser humano, como lo ha anunciado Severino Antinori (Cómo y cuánto gastan los países en salud), sino lograr células embrionarias totipotenciales que sirvieran para tratar enfermedades crónicas, como el Parkinson o la diabetes, o muchas otras que requirieran células o tejidos de repuesto. Según ellos, células adultas de estos pacientes se usarían para crear embriones, que proporcionarían células troncales, genéticamente similares a las suyas, y que por lo tanto no serían rechazadas por su sistema inmunológico. Con estas células se podrían crear tejidos u órganos, los que al trasplantarlos evitarían el rechazo que pasaría a ser algo del pasado.

El anuncio de esta clonación, llegó en un momento muy especial. Pocos días antes el Presidente George Bush había enviado un proyecto al Congreso americano, que prohibía y castigaba gravemente cualquier intento de clonación humana, cualquiera fuese su intencionalidad. De hecho este proyecto había sido votado en la Cámara de representantes, y en él se castiga a quien intente una clonación humana, con una multa de 1 millón de dólares y con 10 años de prisión. Para que llegue a ser ley, sólo falta la discusión y votación del Senado, donde seguramente también será aprobado. Tal vez fue esta la razón por la cual la empresa Advance Cell Technologie se decidió a publicar su investigación. Con ello evitaba posibles acusaciones posteriores.


Clonación humana para usos terapéuticos

A diferencia de Antinori y su equipo, que pretenden lograr una clonación de un ser humano para ayudar a parejas infértiles, Cibelli afirma que sólo pretende lograr células embrionarias para tratar enfermedades. Es cierto que el disponer de células embrionarias podría abrir una nueva etapa en la medicina, que permitiría reemplazar células y tejidos dañados. Sin embargo ello no es seguro que se logre, por cuanto aún queda mucho por conocer e investigar. La mayor parte de los científicos especializados piensan que usar células provenientes de embriones humanos, además de constituir un problema ético, no es práctico y es demasiado caro. La noticia de la creación del primer embrión humano, lejos de ser un paso hacia adelante, demostró lo poco práctico que es el procedimiento. Según lo que publica Cibelli en su trabajo, para conseguir el primer embrión humano, debió usar 71 óvulos humanos donados por siete voluntarias. Con ellos debió desarrollar tres ensayos que previamente fracasaron. Sólo en el cuarto intento logró llegar al primer embrión.

En este último intento extrajo el DNA a 19 óvulos, a los que posteriormente introdujo el DNA de una célula adulta, pero sólo tres de ellos comenzaron a crecer. Uno se dividió sólo una vez, dando lugar a dos células. Otro se dividió dos veces, hasta formar un acumulo de cuatro células. Sólo uno de los tres llegó a dividirse tres veces, formando un acumulo de seis células. Ninguno continuó dividiéndose más allá de tres veces.

Para que un embrión humano llegue a constituir realmente una fuente de células embrionarias (stem cells), por lo menos tiene que desarrollarse hasta la etapa de "blastocito", es decir, constituir una masa de alrededor de 100 células. Ninguno de los embriones formados, estuvo ni cerca de ella. Ian Wiulmut, el creador de la oveja Dolly, afirma que "es fácil conseguir que una célula clonada llegue hasta la etapa de dos divisiones, pero de allí en adelante es cuando comienza a actuar la verdadera regulación de su material genético, y ello constituye un umbral difícil de sobrepasar". (New Scientist, Diciembre 1, 2001, pág. 4).

Pero aun cuando se llegara a la etapa de blastocito, el problema no estaría resuelto, ya que según Alan Trouson de la Mo ash University de Melbourn, Australia, experto en extraer células embrionarias de embriones de ratas, se necesita producir muchos embriones para llegar a generar una sola línea de células utilizables. "Tratar de hacer esto en seres humanos es prácticamente imposible", dice Trouson. Hay que pensar que sólo en Inglaterra hay 120.000 pacientes de Alzheimer y 200.000 con diabetes juvenil. Para tratarlos mediante clonación, se necesitarían 30 millones de óvulos.

Una mujer no puede donar más de una docena de óvulos al mes, y el procedimiento es desagradable y algunas veces riesgoso, ya que requiere de inyecciones hormonales diarias, seguido de un procedimiento quirúrgico. Cibelli, para lograr la clonación, consiguió siete voluntarias, después de poner un aviso en los periódicos ofreciendo 4.000 dólares a cada una (es lo mismo que se ofrece a mujeres para que donen óvulos para el tratamiento de la infertilidad). Por todo ello, pensar en utilizar la terapia de clonación resulta absurdo, ya que nunca este procedimiento va a llegar a ser práctico.


La clonación de monos ya ha sido difícil

Como una etapa previa a clonar seres humanos, son varios los grupos de investigadores que han estado tratando de clonar monos, pero se han encontrado con muchas dificultades. Ha sido posible clonar diversas especies animales, como ovejas, ratas y vacunos, pero con los monos se ha fallado. Se han conseguido embriones, que aparecen relativamente saludables, pero no se ha podido pasar mas allá.

Parece que hay algo único en los óvulos de mono, y probablemente también en los óvulos humanos, lo que hasta ahora imposibilitan la clonación. En la última Conferencia sobre el tema celebrada en Washington D.C., Tanja Dominco del Advance Cell Technologie, presentó su experiencia y la de otros, en la clonación de monos (New Scientist, Diciembre 15, 2001, pág. 14). Analizó 265 intentos de clonar macacos, por transferencia de núcleos, como lo que se realizó con la oveja Dolly. Se han producido embriones, que llegan hasta varias divisiones celulares (hasta la etapa de 32 células), pero no logran pasar mas allá.

Superficialmente los embriones se ven saludables, pero analizados al microscopio, es muy frecuente que a muchas células les falten cromosomas en sus núcleos, y muchos de ellos no se ven saludables, aun cuando la célula continúa dividiéndose. Algunos se desarrollan hasta la etapa de blastocito, pero entre el sexto y séptimo día, comienza a verse que no son saludables.

Según Dominco, la remoción del núcleo del óvulo parece ser muy traumático. Si a óvulos se les extraen los núcleos y luego se vuelven a restituir, se produce en ellos la misma anormalidad de los que son clonados. Todo parece indicar que aún hay mucho que aprender para lograr la clonación de nuestros primos hermanos, los monos, y ello evidentemente se proyecta a los humanos.


Hay que buscar otras alternativas

Es por estas razones que los investigadores ya no piensan en las posibilidades de clonaciones terapéuticas como medio para conseguir tejidos inmunológicamente compatibles, que permitan realizar injertos. Es así como han comenzado a concentrar esfuerzos en dilucidar los mecanismos químicos que permiten que una célula adulta revierta su desarrollo, y vuelva a adquirir las características de una célula embrionaria. Una vez conocidos estos mecanismos, los científicos podrían lograr, al menos teóricamente, que cualquier célula adquiriera las características de la célula embrionaria, eliminando así la necesidad de una clonación. Si la célula original pertenece al paciente que se quiere injertar, tampoco habría rechazo.

Científicos del Instituto Roslin de Edinburgo, utilizaron este procedimiento, haciendo que células de la piel volvieran al estado de células embrionarias y luego las implantaron en tejido muscular, transformándose en células musculares (Proteasomas: donde se degradan las proteínas ). También se han utilizado células embrionarias no clonadas y se han convertido exitosamente en células cardiacas, nerviosas y hepáticas.

La empresa Giron ha dicho que está estudiando otro procedimiento. Su idea es modificar genéticamente las células, de modo que ellas lleguen a ser inmunológicamente "silentes", es decir que pasen inadvertidas a las células inmunológicas. Afirman que están tratando de injertar a la célula, genes virales que desarman a los "proteosomas" (Creces, Marzo 2001, pág. 16), organelos intracelulares que generan fragmentos de proteínas, que normalmente se instalan en la superficie de las células y hacen que ésta sea visible a las células inmunológicas.

En realidad no se sabe hasta qué punto ha progresado este tipo de alternativas, ya que las investigaciones están siendo realizadas por empresas privadas, y ellas guardan celosamente su confidencialidad por razones comerciales. Por ello demoran las publicaciones y guardan detalles importantes hasta cuando cuenten con el resguardo legal de su conocimiento.

En resumen, todo hace pensar que en el futuro no habrá interés en continuar ensayando clonaciones humanas con fines terapéuticos. La amenaza persiste en que alguien, como Antinori, pretenda irresponsablemente llegar a clonar un individuo. Pero eso está muy lejos de llegar a ser realidad por las dificultades y enormes riesgos que actualmente involucra.


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