Bacterias amigas pueden ser aun mas amigas
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 2002 )

En nuestro intestino conviven con nosotros miles de millones de bacterias amigas, que al instalarse tempranamente en nuestra mucosa intestinal, la protegen y también se protegen a si mismas, en una perfecta simbiosis. Ellas también podrían producir drogas útiles para el tratamiento de inflamaciones intestinales crónicas.

Normalmente en nuestro intestino proliferan cientos de miles de millones de bacterias, que están instaladas en todos los rincones de las vellosidades intestinales. Ellas constituyen lo que llamamos nuestra "flora intestinal". Sin que hagamos nada y ya desde las primeras horas después del nacimiento, se instalan en lugares específicos de la mucosa. Entre ellas y nuestras células de la mucosa, se produce una perfecta simbiosis, que es muy beneficiosa para ambos lados. Físicamente impiden que lleguen allí otras bacterias patógenas que pueden ser dañinas para el intestino. Más aún, su acción beneficiosa para nosotros incluye la elaboración de sustancias nutritivas que son indispensables, ya que no están contenidas en los alimentos que diariamente ingerimos, como es el caso de la vitamina K. A su vez, mediante señales específicas, estas bacterias logran que las propias células de la mucosa produzcan sustancias químicas que son necesarias para su nutrición y desarrollo. Inexplicablemente nuestro sistema inmunológico no las reconoce como extrañas y en consecuencia nada hace para eliminarlas. Tanta es la armonía y los mutuos beneficios, que parece que ellas fueran parte de nosotros mismos (Nuestra flora intestinal es parte de nosotros mismos) .

Las que primero se instalan son las bacterias del género Lactobacillus: Lactobacillus acidophilus, las Lactobacillus bifidus y otras lactobacillus. Es más tarde, cuando éstas van siendo paulatinamente desplazadas por una flora de tipo coliforme.

Conociendo el hecho de esta enorme afinidad de las bacterias de este género por instalarse en la mucosa intestinal, el biólogo molecular Lothar Steidler del Instituto Interuniversitario de Biotecnología en Bélgica, pensó utilizarlas para que también elaboraran fármacos para el tratamiento de algunos procesos inflamatorios del intestino, incluyendo la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerativa, enfermedades que afectan a 1 de cada 1.000 personas en el mundo occidental. La idea era modificarlas genéticamente para que pudieran producir interleuquina 10, que es un potente modulador inmunológico, capaz de impedir la reacción inmunológica excesiva causante de estas enfermedades. Estas bacterias amigas, que se ubican exactamente donde se producen estas lesiones, se convertirían en verdaderos biorreactores, que liberarían la interleuquina en el lugar preciso donde se necesita. Según afirma Steidler, ya todo estaría listo para que el gobierno holandés autorice su uso experimental en una primera experiencia clínica, que involucraría una docena de voluntarios que padecen de la enfermedad de Crohn.

El método convencional sería administrar directamente la interleuquina 10, lo que no es económico, ya que para tratar un paciente se requeriría fabricar una gran cantidad de interleuquina 10, lo que tendría un costo aproximado de 15.000 dólares para un año de tratamiento, con la agravante que éste tendría que mantenerse durante toda la vida.

En la actualidad, para tratar estos enfermos se usan corticoides que se deben administrar durante tiempos prolongados, lo que acarrea desagradables efectos colaterales. En cambio, con esta nueva modalidad se usaría interleuquina 10, producida por las bacterias modificadas genéticamente, y el paciente sólo tendría que beber diariamente una suspensión líquida de ellas. Estas al colonizar el intestino, producirían y liberarían la interleuquina en el sitio donde se necesita. La idea no es nueva, ya que la ingestión de estas bacterias beneficiosas se usa desde hace mucho tiempo en los llamados alimentos "probióticos", consistentes en leches ácidas (yoghurt), que contienen lactobacillus (Probioticos, fuente de salud) .


Modificación genética de la bacteria

El procedimiento consiste en manipular genéticamente al lactobacillus, introduciéndole el gene humano que codifica para la Interleuquina 10, el que se insertaría en el genoma de la bacteria y desde allí produciría y liberaría la proteína correspondiente (interleuquina).

El uso de estas bacterias modificadas ya se ha ensayado en ratas que padecían de una enfermedad inflamatoria del intestino, similar a la que afecta al Hombre. Steidler y su grupo obtuvieron en ellas resultados muy promisorios, ya que lograron una reducción de un 50% de la inflamación intestinal, lo que es semejante a lo que se logra con la administración de esteroides, pero sin producir efectos colaterales (Science, vol. 289, Pág. 1352).

Los autores no tienen una idea clara de cómo actuaría la interleuquina. Una posibilidad es que simplemente actúe en forma local a nivel de la pared del intestino. Sin embargo también es posible que la bacteria sea captada en la mucosa por células inmunológicas especiales, llamadas "células M". Podría ser que la bacteria fuese incorporada dentro del sistema inmunológico mismo, con lo que la Interleuquina 10, sería producida en definitiva por las mismas células M.


Posibles riesgos

Sin embargo, existe el temor de que por las deposiciones se liberen al medio ambiente, bacterias que se han modificado genéticamente y que puedan producir efectos desconocidos, según afirman los ecologistas. Con el objeto de controlar este posible riesgo, los investigadores han usado lactobacillus "atenuados", que no pueden sobrevivir en el medio ambiente, sin un nutriente particular que se incluye en el medio de cultivo. La bacteria que se liberaría al medio ambiente a través de las deposiciones, al carecer de este nutriente, moriría al cabo de un par de horas. Habiendo tomado estas precauciones, Steidler espera ahora la autorización para realizar la primera experiencia en humanos.

Los autores piensan que si los resultados son positivos se abrirían nuevas posibilidades, al utilizar estas bacterias para producir las más variadas proteínas con acción terapéutica, que podrían ser absorbidas por la pared intestinal, sin que ellas fueran digeridas en su paso por el estómago.



0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada