Por que se están deformando las ranas
( Publicado en Revista Creces, Abril 2003 )

Durante los últimos años se han visto disminuir los sapos y ranas, pero al mismo tiempo también se ha constatado un incremento de deformidades en sus patas. Ello se ha tomado como un signo de contaminación ambiental, dado que siempre se ha considerado a los anfibios como muy susceptibles a los cambios ambientales de la tierra. Sin embargo, investigaciones recientes parecen confirmar que las deformidades se deben más bien a colonizaciones de parásitos durante su desarrollo.

Fue en el año 1995 que un grupo de escolares, siguiendo su plan de estudio, organizaron una expedición ecológica a un pequeño lago cerca de Henderson, Minnesota. La idea era capturar algunas ranas para sus estudios. Captaron 22 ranas leopardo, pero para su sorpresa, la mitad de ellas presentaban grandes deformaciones en sus extremidades, con cinco o más patas, o simplemente les faltaba una pata, o algunas de estas nacían desde el estómago.

La historia alcanzó a los medios de comunicación y comenzó a despertarse un gran interés por saber qué estaba produciendo estas malformaciones. La primera interpretación fue que el agua se había contaminado en esa localidad. Pero a partir de entonces, muchos investigadores comenzaron a buscar las ranas en sus propias localidades, comprobando que en las más diferentes localidades existía una alta frecuencia de deformaciones de las patas, comprobándose así que se trataba de un fenómeno muy generalizado. Desde 1995 en 46 estados diferentes de Estados Unidos, se han descrito deformaciones en más de 60 especies diferentes de ranas, incluyendo también salamandras y sapos. En algunas poblaciones, se encontró que el 80% de los animales tenían deformidades de sus patas. Después de las primeras publicaciones se comenzaron a encontrar iguales deformaciones en anfibios en diferentes partes del mundo, en Asia, Europa y Australia. La deformación más frecuente es la existencia de patas extras o patas faltantes.

Estas alteraciones no parecen ser algo que haya acompañado siempre a estos anfibios. Investigaciones que datan de las décadas de 1900 indican que estas deformidades eran muy raras en aquella época, no pasando mas allá de un 5% de sapos a los que le faltara una pata. Otras deformaciones, como patas extras, eran aun mucho más raras. Todo parece indicar que este es un problema reciente.


Posibles causas

En la medida que han ido apareciendo las publicaciones, se han ido multiplicando las interpretaciones de estas anomalías. Algunos autores lo interpretan como la consecuencia de exposición a los rayos ultravioleta. Otros las interpretan como debidas a contaminaciones químicas del agua. Otros finalmente, lo atribuyen a epidemias de parásitos (Creces, Mayo 1998, pág. 13; Octubre 1998, pág. 34 y Julio 1999, pág. 7). Si bien las causas esgrimidas son diferentes, todas tienen en común el hecho de que sean modificaciones ambientales y no genéticas.

La búsqueda de factores ambientales causantes, viene preocupando desde el año 1989 (Scientific American, Abril 1995), cuando se comenzó a constatar una dramática disminución en las poblaciones de ranas y sapos. Ello ya se tomó como una voz de alarma, ya que los anfibios han sido mirados como indicadores importantes de la salud de la tierra, por el hecho que sus huevos sin cáscara, son extremadamente sensibles a modificaciones del ambiente. Pero la elevada frecuencia y extensión de estas deformidades, preocupa aun más..


Radiaciones ultravioletas

Una de las causas que se ha esgrimido para las deformidades, ha sido la excesiva exposición a las radiaciones ultravioletas, ya que experiencias de laboratorio han demostrado que estas son capaces de alterar el desarrollo de los anfibios. Es bien sabido que estas radiaciones capaces de dañar el sistema inmune y causar mutaciones entre otras cosas, en los últimos años han estado golpeando a la Tierra con mayor intensidad, como consecuencia del incremento de clorofluorocarbonos y otros productos químicos que han adelgazado la capa protectora de ozono en la estratosfera, un problema que por primera vez se cuantificó en la década de 1970. Fue en ese tiempo cuando se demostró que la exposición a rayos ultravioletas podía matar a los embriones de anfibios, y causar serios daños en los ojos de ranas, e inducir varios tipos de deformidades en ranas y salamandras.

En 1990 Gary Ankle y sus colaboradores de Environmental Protection Agency en Minnesota, observaron que el desarrollo de las ranas era normal cuando estaban protegidas de los rayos ultravioletas, pero que los renacuajos expuestos a los mismos, se desarrollaban sin piernas o sin dedos. Estas deformidades se parecían mucho a las que se habían encontrado en condiciones naturales

Sin embargo, los mismos investigadores hicieron notar que las radiaciones ultravioletas no explicaban todos los diferentes tipos de anormalidades que se veían en la naturaleza.


Contaminación de las aguas

Otros investigadores han culpado a la contaminación de las aguas con productos químicos. Muchos de los primeros informes provenían de áreas en las que se habían usado grandes cantidades de insecticidas y fertilizantes. Innumerables publicaciones relataban que estas contaminaciones podían matar a los anfibios, pero en ninguna de ellas aparece claro que pudieran causar desarrollo incompleto de una pata o una pata extra, como es lo que se observa en condiciones naturales.

El mayor desafío de los toxicólogos es lograr aislar un producto químico único, o un grupo de ellos, para individualizarlo como candidato. Cada año se aplican cientos de diferentes contaminantes en distintas partes del mundo, donde también hay ranas y sapos. Sin embargo no aparece ninguno de ellos como el realmente causante. Se ha pensado en el metoprene, que fue por primera vez aprobado para su uso comercial en el año 1975. Se promovía como un reemplazante del DDT que había sido prohibido.La preocupación respecto al metoprene radicaba en que tenía una estructura similar a compuestos llamados retinoides. Estas substancias, especialmente el ácido retinoico, juega un rol integral en el desarrollo de los vertebrados. Muy poco, o mucho, puede conducir a deformidades en los embriones. De hecho, muchos abortos y defectos de nacimiento en humanos se producen en mujeres embarazadas que han usado medicinas para el acné que contienen derivados del ácido retinoico.

Algunos biólogos sospecharon que el metoprene podía tener un efecto similar en las ranas. En una serie de experimentos realizados entre 1993 y 1999 la Environmental Protection Agency en Minnesota demostró que el ácido retinoico en altas concentraciones podía gatillar una mala formación de las patas de la rata. Sin embargo, los mismos test realizado con metoprene no produjeron ningún tipo de malformaciones. El metoprene se degrada rápido en el medio ambiente y no hay evidencias que relacione su presencia con la abundancia de malformaciones. Lo mismo es cierto para 61 productos químicos de uso agrícola.

Hasta el momento las investigaciones de laboratorios parecen sugerir que el agua contaminada o las radiaciones pueden causar alteraciones. Pero necesariamente deben existir también otras causas en la naturaleza que en alguna forma estén condicionando un impacto tan amplio.


Parásitos prolíficos

Los primeros indicios de que se estaba produciendo alteraciones de las patas en los sapos y ranas, son anteriores a lo descubierto por los niños en Minnesota. En 1985 Stephen Ruth, en ese entonces en el College de la Península de Monterrey, examinando lagunas de California, encontró cientos de sapos y ranas con anomalías en las patas: falta de ellas o patas supernumerarias, u otras alteraciones. Los hallazgos los interpretó como debidos a algún tóxico que habría contaminado las aguas de la localidad.

En 1986 Ruth solicitó a Starnlet Sessions del College de Harwithck en el Estado de Nueva York, que examinara a estos anfibios. Encontró que todos estaban infectados con un parásito tremátode, conocido como gusano plano. Observó que estos parásitos formaban quistes en el tejido de los guarisapos, en los lugares donde se desarrollaban las patas, asumiendo que por acción mecánica producían estas malformaciones. Sobre la base de esta hipótesis, implantó pequeñas perlas de vidrio en la zona de crecimiento de las patas de guarisapos. Observó que donde estaban injertadas las perlas, se desarrollaban piernas extras.

De allí en adelante, comenzaron a realizar un extenso "survey" en distintas posas de California. En todas partes encontraron una gran abundancia de un caracol acuático, llamado Planorbella Tenuis. A su vez, estos estaban colonizados por un parásito llamado "Ribeiroia ondatrae". Finalmente determinaron una correlación entre la existencia de este parásito y la frecuencia de anormalidades de las patas de ranas, sapos y salamandras. Donde quiera que existían deformaciones de patas en sapos y ranas, estaba también presente este parásito en gran cantidad.

Ahora todo el ciclo parece estar claro. Los parásitos maduran dentro del estómago de los pájaros, y sus huevos son expulsados en sus deposiciones. De esta forma entran estos al agua y contaminan los caracoles. A su vez, de allí se contaminan los renacuajos.

En resumen. Los anfibios están constantemente sujetos a un cocktail de agentes que pueden afectar su desarrollo. Para los científicos está el desafío de averiguar cuales de estos agentes son más importantes que otros.

Seguramente que los humanos también estamos siendo afectados por los mismos agentes, por lo que el aviso de los sapos puede ser de gran interés para nosotros.



Antecedentes tomados del articulo de Andrew Blaustein y Peter Johnson Scientific American, Febrero 2003, pág. 48.


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