Sordera e implante coclear
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2003 )

Mas de 40.000 niños y adultos con sordera han recibido un implante coclear, que ahora les permite oír. Durante los últimos años ha habido importantes avances con lo que se esta logrando un rango mayor de audición.

Las esperanzas para que los sordos puedan escuchar son cada día mayores gracias al extraordinario desarrollo alcanzado por la microelectrónica, la física y la fisiología. En mayo de 1973, dos cirujanos de California, EE.UU, William House y Derald Braclanarin, de la Fundación de Otología de Los Angeles, produjeron un aparato electrónico destinado a trasmitir vibraciones hasta el cerebro de los sordos. En un principio este consistía en un alambre de platino recubierto de un plástico delgado y terminado en una punta roma que se depositaba en la cóclea, aquella parte del oído interno con la forma de un caracol, que transforma las vibraciones sonoras en impulsos eléctricos para luego transmitirlos al cerebro.

En condiciones normales, el oído externo conecta las ondas de presión del sonido, las que golpean el tímpano, convirtiéndolas en vibraciones mecánicas de los huesesillos del oído medio. Estos a su vez ejercen presión en el líquido de la cóclea, lo que en definitiva estimula a las células nerviosas del nervio auditivo que las transporta al cerebro. El movimiento del líquido que existe dentro de la cóclea, actúa sobre las células ciliadas desplazando la membrana bacilar que dobla sus pelillos en varios grados (fig. 1). Bajo este estímulo, las células ciliadas liberan neurotransmisores que pasan a las neuronas activándolas, diciéndole al cerebro dónde, a lo largo del ductus, ha ocurrido el movimiento de los cilios (lo que corresponde a la frecuencia del sonido original), como también, la amplitud de su movimiento (lo que indica la intensidad de sonido).

El oído artificial ideado en la Universidad de Standford, consta de un diminuto micrófono colocado detrás de la oreja que capta el sonido y lo envía a un procesador donde circuitos integrados y algoritmos digitalizan y filtran el sonido en señales codificadas, enviándolas al transmisor. El transmisor envía las señales, vía ondas de radio, al receptor implantado bajo la piel. El receptor convierte estas ondas en impulsos eléctricos los que viajan a lo largo de los electrodos y que terminan en las células ciliadas en ciertos puntos de la cóclea. Un magneto en el transmisor, lo sostiene contra el receptor implantado bajo la piel (fig. 2).


¿Por qué la sordera y como corregirla?

La sordera se produce comúnmente cuando los pequeños pelos de las células ciliadas ubicadas dentro de la cóclea se dañan, ya sea como resultado de defectos genéticos, infecciones, fuertes ruidos o la vejez. El implante coclear hace un bypass a este daño, recibiendo y convirtiendo los sonidos en señales enviadas directamente a las células por medio de un electrodo. Estas por su cercanía los envían al nervio auditivo.

En la actualidad más de 40.000 niños y adultos sordos, dependen del implante coclear. En condiciones normales los pequeños pelillos de las células ciliadas dentro del conducto de la cóclea, están sintonizados para responder a frecuencias específicas difíciles de imitar. Sin embargo, con el tiempo los implantes cocleares se han ido perfeccionando notablemente, de modo que las neuronas ya pueden responder a diferentes frecuencias. Ahora los nuevos implantes como los de la empresa Nucleus o los de Clarion, cuentan con 8 a 22 electrodos que el cirujano coloca mediante la sonda en diferentes posiciones para maximizar el rango de frecuencia del estímulo que se envía al cerebro (fig. 2). Investigaciones recientes demuestran que más electrodos no mejoran el rendimiento; la mayor parte de los implantes usados perciben la intensidad del sonido en forma adecuada, pero todavía tienen problemas para percibir el tono correctamente, lo que hace difícil la comprensión del lenguaje.

Mientras más pronto, la persona que ha quedado sorda, reciba el implante, más fácilmente se va a adaptar a la nueva recepción del sonido; las personas que han persistido sordas por años no responden bien por la degeneración del nervio auditorio dentro de la cóclea. Se entiende por éxito que el usuario pueda oír sonidos suaves y moderados, y se pueda comunicar sin necesidad de estar leyendo los labios, y que pueda también hablar por teléfono. Con todo, alcanzar la normalidad completa es aun muy difícil.
La Asociación Nacional de Sordos de los Estados Unidos, señala que no siempre la técnica funciona. Aconsejan no usar los implantes en niños que han nacido sordos o que llegaron a la sordera antes de haber aprendido a hablar, ya que aún con la tecnología es difícil que desarrollen la cognición necesaria para el lenguaje hablado.

Para mejorar la audición, los ingenieros están tratando de elaborar algoritmos, adecuados para situaciones particulares. Las personas con implantes, por lo general tienen problemas para percibir con claridad las conversaciones en ambientes ruidosos y también para apreciar la música en sus complejas formas de ondas. Hoy día los procesadores de implantes vienen con un algoritmo general, pero tal vez pueden almacenar también algunos especializados. Una persona podría seleccionar un algoritmo dependiendo de donde él está hablando, en su casa, en un restaurante bullicioso o sentado escuchando un concierto.




1.- The electronic Ear. Alison Bass. Technology Review, 1983. American Illustrated N° 330, 1984.

2.- The Ear Again. Mark Fischetti. Scientific American, Junio 2003, pág. 70.


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