Ronquidos y apnea del sueño
( Creces, Mayo 2005 )

Los ronquidos y el dejar de respirar varias veces durante el sueño, pueden ser causantes de afecciones cardiovasculares, como hipertensión y ataques cardiacos, debido a la disminución repetida de los niveles de oxigeno.

El dejar de respirar muchas veces durante el sueño en las noches, constituye un síndrome que ahora se demuestra que incrementa algunos problemas cardíacos. En una publicación reciente realizada en ratas, se confirman estos hallazgos e identifican los tejidos afectados y los cambios químicos que allí ocurren y que desencadenan el problema (New England Journal of Medicine, Marzo 24 del 2005)

En Estados Unidos el 24% de las personas adultas sufre de alteraciones de la respiración durante el sueño, un problema que se exacerba con la obesidad. Las personas con "apnea obstructiva del sueño", se caracterizan porque cada ciertos minutos, dejan de respirar por períodos de 15 segundos, que se repite en la noche por cientos de veces. Al día siguiente, aparte de sentirse somnolientas y cansadas, presentan una presión arterial elevada y un incremento del riesgo de infartos y ataques cardíacos. Según un estudio reciente, este es tres veces mayor en relación a los normales que no tienen apnea nocturna. "Las consecuencias de estas interrupciones del oxígeno por la apnea, si persisten durante años, pueden ser muy dramáticas", afirma Nandun Prabhakar de Case Western Reserve University.

Hasta ahora no se conocía cómo ni por qué estas disminuciones periódicas de oxígeno podían desencadenar una respuesta cardiovascular. Después de todo, las personas que viven a grandes alturas (como por ejemplo en los Andes en Bolivia), se adaptan perfectamente bien a las bajas presiones de oxígeno y no desarrollan hipertensión ni tienen mayor riesgo cardíaco.
Prabhakar desarrolló un modelo de apnea periódica en animales, con el objeto de estudiar el problema. Imitó en ratas las situaciones de apnea, mediante interrupciones periódicas de oxigeno en la jaula durante la noche. Como grupo control, dejó otro grupo de ratas con un aporte de oxígeno normal. A los 10 días, observó que las ratas a las que se les suspendía el oxígeno por períodos regulares, comenzaron a tener hipertensión. Pero la diferencia más dramática, según Prabhaker, se observó en los "cuerpos carotídeos", que es un tejido ubicado en las paredes de las arterias del cuello, que conectadas con el sistema nervioso, detectan las concentraciones de oxígeno en la sangre.

Cuando caen los niveles de oxígeno, es detectado por los cuerpos carotídeos, que comunican al sistema nervioso, el que debe elevar la presión sanguínea para compensar la caída. Estas urgentes señales son mediadas por los radicales libres que actúan como mensajeros. Pero cuando los niveles de oxígeno caen en forma repetitiva, como sucede durante la apnea del sueño, los radicales libres se ven sobrepasados por los cuerpos carotideos. Ante este exceso de variaciones del oxígeno, los cuerpos carotídeos quedan definitivamente conectados en “no”, de modo que cuando los niveles de oxígeno vuelven a límites normales, la presión sanguínea continua elevada.

Prabhakar especula que los radicales libres pueden ser en último término los responsables del efecto desbastador de la apnea periódica nocturna. El ha ensayado un compuesto, una sustancia imitadora de la superoxidismutasa que es antioxidante, en las ratas, y encuentra que la administración de esta droga previene la hipertensión. Cree que otras substancias que también son antioxidantes, como algunas vitaminas, podrían producir igual efecto en los humanos. Según él unas pastillas antioxidantes podrían ser una solución ideal, ya que hasta ahora la única terapia que se ha encontrado es realmente incómoda. Consiste en una máscara facial conectada a un balón de oxígeno que le proporciona este elemento a mayor presión durante toda la noche. Lo más probable es que no le falte oxígeno, pero tampoco el roncador va a poder dormir. En todo caso Prabhakar, esta comenzando a ensayar los antioxidantes en pacientes que tienen el problema.

Los antioxidantes, como la vitamina C, vitamina E y el beta caroteno, se han ensayado en múltiples enfermedades, pero los resultados siempre han sido pobres, tal vez porque no llegan precisamente al lugar donde se necesitan. Por ahora, más simple puede ser bajar de peso en caso de obesidad, o regular los niveles de colesterol para prevenir ataques cardíacos.



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