Ojo con el RNA de interferencia: no parece tan inocuo
( Creces, 2006 )

Durante los últimos años el RNA de interferencia (RNAi) ha llegado a ser muy popular. Se trata de pequeños trozos de RNA, de aproximadamente 20 nucleótidos, que normalmente pueden encontrarse en el interior del núcleo de células de mamíferos. Se les ha llamado RNA de interferencia porque estos pequeños trozos son capaces de unirse al RNA mensajero (RNAm) en forma complementaria, "interfiriendo" en su función. La interferencia se traduce en que no se llega a producir la proteína respectiva. Esta propiedad descrita hace pocos años, ha despertado un enorme interés en la industria farmacéutica, debido a sus grandes proyecciones clínicas.

El RNAi realiza la labor bloqueadora ensamblándose a un trozo de secuencia complementaria del RNAm, el que normalmente transporta el mensaje al ribosoma, que es el lugar donde el mensaje se lee y se traduce en la síntesis de una proteína. Se ha comprobado que este bloqueo se complementa con un complejo proteico, denominado RISC (RNA-Induced Silensing Complex). Este complejo retiene la secuencia complementaria de RNAi, mientras se adhiere al RNAm y termina degradando a este. De este modo no sólo rompe una molécula de RNA mensajero, sino que permaneciendo fijo allí, repite la misma función una y otra vez. Esta es la propiedad que ha interesado a las empresas farmacéuticas, ya que el RNAi, podría ser un magnífico método para tratar la hepatitis B y la hepatitis C. Al producir la interferencia, podría impedir que se regenerara el virus causante de la enfermedad. Pero esta proyección tan alentadora ahora se ve cuestionada (Pequeñas moléculas de RNA son capaces de anular genes).

Basándose en estos conceptos, Mark Kay y sus ayudantes de la Universidad de Stanford en California, trataron de ensayar la tecnología en ratas a las que previamente les habían inyectado en el hígado el virus de la hepatitis B. Más tarde, les inyectaron una versión muy refinada de RNAi.

"En un comienzo vimos exactamente lo que esperábamos", dice Kay. Pero dos semanas más tarde, las ratas comenzaron a enfermar; su piel se puso amarilla, lo que es un signo de daño hepático. Al cabo de un tiempo habían muerto casi todas. "No sabemos que pasó", dice Thimoty Nilsen, quien dirige el Centro de Biología Molecular en Case Western Reserve University en Cleveland.

La verdad es que esta experiencia ha causado una desagradable sorpresa, ya que durante los últimos tiempos el uso del RNAi había llegado a ser muy popular, tanto para tratar virus respiratorios, como incluso la degeneración macular (El RNA de interferencia no es tan específico). Claro que hay que señalar que en este ensayo el RNAi no se introdujo al hígado como moléculas simples. Por el contrario, se empaquetó previamente en pequeñas moléculas, en el interior de virus, a los que se les había extraído material genético, como se hace en la terapia génica convencional. Para tal objeto, Kay utilizó un adenovirus asociado que se introdujo directamente al hígado.

Para ver si pudiese ser culpable una secuencia específica de RNA, ensayaron otras secuencias, siempre utilizando el adenovirus asociado como vector. De un total de 49 secuencias diferentes, 23 fueron también letales, produciendo la muerte de las ratas en dos meses. Otras 13 fueron aún más toxicas.

Este inesperado efecto ha producido alarma. A pesar de estos resultados, otro investigador de la empresa Sirma Therapeutics en San Francisco, dice que el próximo año utilizara el RNAi directo, sin virus, en pacientes que padecen de hepatitis C. Afirman que en todos los ensayos que han hecho hasta ahora, tanto en ratas, como en primates, no han visto ningún efecto tóxico, por lo que le parecen muy extraños estos resultados.


(Science, vol. 312, Mayo 26 de 2006, pág. 1121).


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