Las grasas trans
( Creces, 2007 )

Hace cinco años, nadie había oído hablar de las grasas trans. Hoy para los expertos en nutrición, son el enemigo público número uno. Pero para la industria de alimentos, ellas son las regalonas, ya que son muy resistentes a la rancidez, con lo cual prolongan la vida media del pan, la de productos horneados, los aceites, los snacks, los sustitutos de la leche o cualquier otro alimento procesado. Los restaurantes y vendedores de fritangas los aman porque los aceites con ácidos grasos trans, tienen un punto de fusión bajo y además pueden calentarse y enfriarse repetidamente sin que se destruyan.

(Ojo con las margarinas)

Para los investigadores en nutrición las grasas trans son una mala noticia. Ya se ha acumulado suficiente evidencia que pueden causar taponamiento de las arterias, e infartos cardíacos, elevación del colesterol LDL (colesterol malo) y descenso del HDL (colesterol bueno). Incluso algunos investigadores afirman que los trans pueden dañar en los niños el aprendizaje y la memoria (Las grasas trans y el desarrollo cerebral).

Este año el Food and Drug Administration de USA, con el objeto de desinsentivar su producción, ha decretado que los productos que los contengan deben señalar su contenido en las etiquetas. Más aún, en la ciudad de Chicago se discute aprobar una prohibición de su uso en todos los restaurantes.

En el año 2002 el National Academy of Science concluyó que el único nivel de trans tolerable en los alimentos, es el que lo hace desaparecer de la dieta.


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