Progresos en el tratamiento del SIDA y hepatitis B
( Creces, 2007 )

Los notables avances logrados en el tratamiento del SIDA, han transformado a esta enfermedad de una inexorable sentencia de muerte a una entidad tratable. Progresos también se están obteniendo en el tratamiento de la hepatitis B crónica. La coinfección de ambas entidades (SIDA y hepatitis B crónica) es frecuente y muchos de los nuevos medicamentos antivirales disponibles en la actualidad, son activos sobre ambos virus.

Si bien es cierto que en el diseño de vacunas contra el SIDA no ha habido progresos, sí se han logrado avances en el tratamiento de la enfermedad. El uso de las drogas antiretrovirales ha cambiado el curso del SIDA. El cálculo de la sobrevida total en Estados Unidos permite concluir que se ha logrado salvar 3 millones de vida al año, lo que es un éxito muy superior a cualquier otro avance terapéutico logrado en cualquier otra enfermedad crónica (Walensky Paltiel, J. Infect. Dis. 2006, 194:11-9). Se ha avanzado mucho, pero no todos los enfermos se han beneficiado por igual (SIDA: Terapia que existe pero no para todos).

Habiendo transcurrido 20 años desde la aprobación de la primera droga "zidovudina", ya han surgido otras 20 drogas antiretrovirales, incluyendo inhibidores de la transcriptaza reversa del virus tipo 1 del SIDA (HIV-1), inhibidores de proteasas y conexión y entrada. A parte de lo ya aceptado, en la actualidad se están ensayando muchas otras que esperan llegar a ser aprobadas en un futuro cercano, incluyendo nuevos inhibidores de integrasas HIV-1. Aún cuando no se puede dar por ganada la batalla, porque el virus siempre sabe como esconderse, por lo menos se ha conseguido acorralarlo.

Aunque más lento, también se han logrado éxitos en el tratamiento contra el virus de la hepatitis crónica B (HBV). El Food and Drug Administration ya ha aprobado seis drogas, incluyendo el interferón alfa-2b (en 1992), lamibudine (en 1998), adefovir, dipivoxil (en 2002), entecavir (en 2005), interferon periclitado alfa-2a (en 2005) y telbivudine (en 2006). El tenofovir y emtricitabine aprobado para el tratamiento de HIV-1, drogas que también tienen acción contra el HBV, aún cuando el Food and Drug Administration no las ha aprobado para esta última indicación.

El virus HBV, a diferencia del HIV-1, es un virus constituido por DNA, diferente al HIV-1, constituido por RNA. Con todo, la replicación del HBV se produce a través de un RNA intermediario y la polimerasa HBV contiene actividad de transcriptasa reversa similar a la del HIV-1. A excepción de los interferones, todas las drogas aprobadas para el tratamiento del HBV son inhibidores de la polimerasa viral (Levy V. y Grant RM.: Clin.Infect.Dis. 2006; 43:904-10).

De esta forma se comparten muchos los factores de riesgo del HIV-1 con los del HBV, siendo también frecuente la coinfección. En Europa y los Estados Unidos, más del 50% de los hombres infectados con el HIV-1 que tienen sexo con hombres, también han sido infectados con HBV y el 10% de estos pacientes persiste con el antígeno de superficie HBV por lo menos hasta seis meses después. En otras partes del mundo, donde la infección por HBV es más común, la coinfección es aún más frecuente, lo que tiene complicaciones para el tratamiento, ya que muchos de los medicamentos son efectivos en ambos virus. Ya existe experiencia en el uso de combinaciones de medicamentos para el tratamiento simultáneo de ambas enfermedades, lo que es importante considerar para prevenir en lo posible la aparición de resistencia en los virus causantes (Martín Hirsh, New Engl.J.Med 356; 25. Junio 21, 2007. Pág. 2641).



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