Como actúa el virus Zika durante el embarazo
( Creces, 2016 )

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de USA ha confirmado recientemente que existe una relación causal entre el virus Zika y las anormalidades cerebrales de los recién nacidos. Experiencias realizadas en ratas y monos, demuestra que el virus durante el embarazo ataca tanto a la placenta como a las células cerebrales primitivas.

Fue en mayo (2015) cuando en Brasil el doctor Manoel Sarno se sorprendió con una seguidilla de nacimientos de lactantes con microcefalia. Su cabeza era pequeña y se acompañaban de alarmantes síntomas clínicos, como convulsiones, retardos del desarrollo y daño permanente de las funciones motoras. Sarno lo relacionó todo esto con la picadura de un mosquito, el que, al picar a la madre, le trasmitía un virus, al que se llamó virus Zika (El virus zika y la microcefalia). Ahora el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de USA confirman la existencia de una relación causal entre el contagio del virus Zika y las anormalidades cerebrales.

Mediante experiencias en modelos animales, los autores agregan antecedentes de cuáles serían los mecanismos de como el virus llega a afectar específicamente el desarrollo cerebral del feto (Cohen Jon: Science 2016; 352: 752). Simultáneamente, en dos revistas (Cell y Nature) publican las investigaciones realizadas en ratas y monas embarazadas, en las que se reproducen las mismas lesiones cerebrales.

Los investigadores encuentran una gran cantidad de virus Zika instalados en la placenta, a una concentración 1000 veces superior a lo que encuentran en la sangre de la madre, por lo que piensan que al dañar esta, disminuiría el aporte de sangre al feto, pudiendo ser este el mecanismo de acción de la microcefalia. Sin embargo, también encuentran que el virus Zika produce un daño directo en el cerebro, dañando especialmente las células cerebrales precursoras. Como consecuencia final se produce microcefalia, con atrofia cerebral y adelgazamiento de la corteza cerebral (ver figura). Los autores señalan que hay mucho más que investigar y temen que la infección por este virus durante el embarazo sea mucho más frecuente de lo que hasta ahora aparece.



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