Stanley Prusiner, Premio Nóbel: Priones
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1997 )

El Premio Nobel de Medicina, es la máxima distinción que otorga año a año el Instituto Karolinska de Estocolmo, a aquellos que en su criterio han aportado algún trascendente descubrimiento en el área médica. Esta vez el agraciado tiene un especial significado, ya que se trata de un investigador que no sólo aportó una idea nueva, sino que ella tubo que desarrollarla contra todo lo establecido por los dogmas de la biología molecular conocidos hasta entonces. Durante dos décadas luchó Prusiner contra la incredulidad y las críticas de sus pares, que rechazaban categóricamente sus ideas. Ya, hoy en día, casi todos las aceptan y las reconocen. Claro que aún hay algunos reticentes, que no están de acuerdo, y que afirman que no se le debiera haber otorgado el Premio Nobel, hasta no haber despejado todas las dudas y preguntas que aún no tienen respuesta. Pero los experimentos de Prusiner parecen ser demasiado contundentes y sus resultados no se pueden negar. Tan contundentes, que el Comité que estudia los antecedentes y otorga el Premio Nobel de Medicina, esta vez decidió dárselo sólo a un investigador (Prusiner), cosa poco frecuente, ya que generalmente lo comparten con otros investigadores que han hecho también otros aportes trascendentes. Desde 1987, que esto no ocurría y sólo ha ocurrido 10 veces en los últimos 50 años.

Prusiner es profesor de Virología y Bioquímica de la Universidad de California en San Francisco, y sus experimentos consistieron en demostrar que era una proteína infecciosa la causante de varias enfermedades degenerativas del tejido cerebral. "¡Qué una proteína pudiera ser la causante de una enfermedad infecciosa, no era posible!". El dogma establecía que ella sólo podía ser causada por una bacteria o un virus. Se requería la presencia del DNA de estos microorganismos para que se sintetizara una proteína y llegara ésta a producir un daño, y que este también contaminara el tejido adyacente, o que luego se pudiera transmitir de animal a animal. En este caso, según afirmaba Prusiner, no había virus, ni DNA, pero sí había una proteína malformada, que contagiaba su malformación a otra proteína, que sucesivamente iban destruyendo el tejido. Los reticentes aún no creen que esto sea posible, y afirman que todavía faltan las pruebas definitivas, y asimismo es posible que la proteína malformada sea sólo un cofactor, y afirman que aún no se puede eliminar la acción de un DNA viral, que hasta ahora no se ha detectado.

A esta proteína anómala, Prusiner la llamó "Prion", y ella sería la culpable de la "Enfermedad del Rasquido" de la oveja, que evoluciona con una degeneración cerebral, como también de la "Enfermedad de las Vacas Locas", muy semejante a la anterior, y de la "Enfermedad Creutzfeld-Jacob", que afecta al hombre, produciendo igual daño cerebral, y también la enfermedad denominada "Kuru", que afectaba a los aborígenes de Nueva Guinea, que practicaban un canibalismo ritual, comiéndose el cerebro de sus muertos. Claro que aún quedan dudas, ya que no está claro el mecanismo de cómo una proteína normal se malforma, ni tampoco se sabe que es lo que gatilla este proceso. Por otra parte, nadie ha sido capaz hasta ahora de fabricar una proteína prion en un tubo de ensayo, para que posteriormente al inyectarla en un animal sano se reproduzca la enfermedad. Si ha sido posible, aislar la proteína anómala (prion) del cerebro de un animal enfermo, e inyectarla a uno sano, lo que sí reproduce la enfermedad. El mismo Prusiner está de acuerdo que aún hay muchos aspectos que requieren de mayor información y estudio.


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