Los antepasados de la especie humana
( Publicado en Revista Creces, Junio 1997 )

¿Quiénes somos, de dónde venimos y cómo llegamos hasta aquí? son preguntas fundamentales que el ser humano siempre se ha hecho, sin poder lograr una respuesta clara. Lo que sí ya parece claro, al menos para los científicos, es que la especie humana está relacionada con todas las especies inferiores y que nosotros somos el resultado de una larga evolución a través de muchos millones de años. Hasta hace algún tiempo, este concepto era fuertemente discutido, pero cada día, y analizando los nuevos hallazgos con nuevas y sofisticadas tecnologías, se ha ido confirmando esta hipótesis. Aún así, no todos aceptan la evolución y a menudo el debate es intenso y cargado de emociones como también de profundos sentimientos religiosos. Sin embargo, durante los últimos años, los descubrimientos provenientes de diversas áreas del conocimiento, parecen todos ir apuntando en la misma dirección, aportando nuevos antecedentes sobre el proceso de la evolución. Es interesante en este sentido, el pensamiento de su Santidad el Papa Juan Pablo ll, quien afirma que la evolución física del hombre y de las otras especies, es ya más que sólo una hipótesis. Es ciertamente destacable que esta teoría ha ido adquiriendo peso en la mente de los investigadores, como resultado de una serie de descubrimientos provenientes de diferentes esferas del conocimiento. La convergencia, que no ha sido buscada ni provocada, de los diferentes resultados y estudios llevados a cabo con independencia entre unos y otros, constituyen en sí mismo un importante argumento en favor de esa teoría. Aclara también el Papa, que para la Iglesia la evolución es sólo física, pero no de su espíritu, que es creación individual, directa y Divina (Semejanzas y diferencias entre el hombre y los animales).

En la búsqueda del pasado, durante los últimos años, se ha ido desarrollando una especialidad: "la paleoantropología". Esta trata de escudriñar en el tiempo, mediante el rastreo de antecedentes que sirvan de apoyo. Hasta hace poco tiempo la teoría se basaba sólo en la observación de las especies y el análisis directo de los hallazgos antropológicos que se habían preservado en el tiempo. No se disponía de conocimientos y tecnologías que pudieran ratificar definitivamente la teoría de la evolución, pero el descubrimiento bioquímico de la molécula de DNA, que unía todas las especies, constituye un apoyo muy decisivo. A ella se unen muchas herramientas nuevas que están permitiendo ir más allá del simple excavar, observar e interpretar subjetivamente los hallazgos.

Se trata de nuevas tecnologías, propias de otras áreas del conocimiento, que nunca se imaginó que pudieran llegar a ser útiles. Tal es, por ejemplo, el caso de la aplicación del carbono 14 o de otros isótopos, que han permitido medir con seguridad la fecha de un hallazgo. Si se quiere ir más atrás en el tiempo, se determina en la muestra la radioactividad del uranio o se utiliza la técnica de "resonancia de giro del electrón". De igual modo la genética, a través del DNA mitocondrial, se ha convertido en un verdadero reloj biológico, que permite también fijar en el tiempo la data de los hallazgos de especies biológicas remotas. Los especialistas en lenguaje aportan importantes antecedentes a través del estudio de su evolución, contribuyendo así a precisar el origen, sacar evolución y desplazamiento de la especie humana. El progreso de la paleoantropología nos permite ahora comparar restos óseos de antiguos tiempos entre sí y con los actuales. Del mismo modo, el análisis de los alimentos o restos encontrados en excavaciones, proporcionan antecedentes muy valiosos de los hábitos y costumbres de antiguas poblaciones. Son estos nuevos instrumentos que en su convergencia, como señala el Papa, son los que están permitiendo grandes avances y que con mayor claridad nos permiten vislumbrar la respuesta a la gran pregunta: ¿Cómo llegamos hasta aquí? Si bien todas las especies están unidas, el ser humano tiene diferencias fundamentales con el resto de ellas, y para las cuales sólo la religión puede tener respuesta.


El hombre

Según estos estudios, la mayor parte de los científicos parecen estar de acuerdo que nuestro ancestro más inmediato es el género "homo", y cuyos primeros representantes habrían aparecido en la Tierra hace dos y medio millones de años atrás. Este género, por lo menos, incluye a tres especies: Homo habilis, Homo erectus y Homo sapiens (Fig. 1). Uno de los grandes misterios es como este género Homo reemplazó a su precedente "Australopithecus", perteneciente al género que vivió en gran parte de África, antes que el Homo, comenzando aproximadamente hace cuatro millones de años atrás. Si coexistieron algunas de estas especies, sobreponiéndose en el tiempo y espacio, o fueron siendo reemplazadas unas por otras, son cuestionamientos que aún no tienen respuesta (National Geographic Vol. 191 pág. 72, Febrero 1997).

Los Australopithecus, como se ha llamado a los miembros de este género, tenían aún cuerpos parecidos a los monos y un cerebro también reducido, pero su principal característica, a diferencia de los monos, radica en que comenzaron a caminar por primera vez en dos pies. Sin embargo, aún tenían brazos largos y piernas cortas, lo que es propio de los monos. En 1925, el anatomista Raymond Dart, describió el primer Australopithecus, que fue encontrado en una cueva en Sud África. A este científico le llamó la atención el hecho que la columna vertebral calzaba con la base del cráneo y no con la parte posterior de él, como debía corresponder a los que andaban en cuatro patas (figura 2.) Él lo llamó "Australopithecus", que significa "mono del Sur de Africa".


Los Australopithecus

Desde entonces se han encontrado muchos otros australopithecus, con distintas características y distintas contexturas de sus esqueletos, que, por más de dos millones de años, habitaron Africa. Algunos, por ejemplo, tenían una gran mandíbula que les permitían mascar con fuerza plantas y alimentos. El más famoso Australopithecus fue descubierto por Donald Johanson en Etiopía en el año 1974, que parece ser el más antiguo y el más completo. Habría vivido 3.8 millones de años atrás. Se trata de la especie Australopithecus afarencis. Estos restos óseos, muy bien conservados, recibieron un nombre femenino, "Lucy", que paso así a ser el más antiguo y completo hominido conocido, que por el diámetro de su pelvis se pensó que era mujer. Muchos científicos vieron en ella la madre de la humanidad y la llamaron Eva (figura 3).

La mayor parte de los científicos cree que el Australopithecus afarencis, fue el que cruzó la línea entre el mono y los humanos. Como un chimpancé, tenía la cabeza chica, con un cerebro pequeño y un tórax cónico, con un gran abdomen. La mayor diferencia está en que este afarencis se levantó y anduvo en dos pies. Aún existen las huellas de su andar sobre las cenizas de un volcán, al norte de Tanzania y, sorprendentemente, son muy semejantes a las de los humanos de hoy.


El género "Homo"

Dos millones de años atrás, aparecieron los primeros miembros del género "Homo", con algunas características diferenciales importantes: un cerebro de mayor tamaño, con la capacidad de construir herramientas y con acceso a una dieta de mejor calidad. Estos poseían la capacidad de fabricar instrumentos de piedra, hecho que demuestra una mayor capacidad mental. El cerebro del Australopithecus tenía un volumen entre 400 y 500 centímetros cúbicos. En cambio, la especie Homo ya tenía un cerebro con un volumen entre 600 y 750 centímetros cúbicos. Según Leslie Aiello, un cerebro más grande es un órgano caro, dado que requiere de mayor energía para poder funcionar (nuestro cerebro consume el 20% de la energía producida por el organismo).
Esto explicaría el por qué la especie Homo tuvo que cambiar la dieta y dejar de ser exclusivamente herbívoro, para consumir alimentos con mayor densidad calórica y nutriente. No le quedaba otra alternativa que consumir carne, para lo que tuvo que matar otros animales y desarrollar los instrumentos necesarios para ello: piedras, lanzas, etc.

Según la mayor parte de los especialistas, y de acuerdo a los restos encontrados, se piensa que la especie Homo se habría desarrollado en el Este de África, aunque también otros creen que pudo haber sido en el extremo sur de este continente. En todo caso, ya caminando en dos piernas, sin duda que pudo aumentar el radio de su desplazamiento, pudiendo migrar hacia otros continentes.

La sobrevida para el primitivo hominido seguramente no fue fácil. Probablemente los grandes felinos fueron sus mayores predadores, al igual que las grandes aves de rapiña, que incluso podían hasta romper su cráneo, como lo muestran algunos restos encontrados (el niño de Taung). Para despedazar animales, tuvo que fabricar herramientas y seguramente lo hizo rompiendo una piedra contra otra, con lo cual conseguía un filo. El mismo método pudo haber utilizado para destrozar los huesos, y así comer la médula. Para poder cazar, hubo de crear nuevos instrumentos, como lanzas con una punta aguzada.

Aún no está claro si el Homo erectus convivió o no con el Homo sapiens, aunque algunos hallazgos parecen así indicarlo. Según algunas informaciones, diferentes tipos de hominidos coexistieron en la misma época y en diferentes regiones del mundo. Así, por ejemplo, restos de Homo erectus fueron encontrados recientemente en Java cuando estos, según se sabe, ya habían desaparecido del resto del mundo, persistiendo en la isla aproximadamente 250.000 años más (New Scientist, Diciembre 21, pág. 16). Según los nuevos datos, el Homo sapiens alcanzó a colonizar la mayor parte de mundo y probablemente vivió hasta hace 50 mil años. Por su parte, el Homo erectus, que habría aparecido en África hace 1.8 millones de años, se extendió hasta el Asia y vivió allí hasta hace aproximadamente 300.000 años.

Con todo, y a pesar de todas las nuevas tecnologías, no podemos volver el tiempo atrás para tener una idea real de que pensaron, que vieron y como vivieron nuestros antepasados. ¿Acaso se habrán enfrentado en sangrientas luchas unos tipos de hominidos contra otros, hasta que los más débiles desaparecieron? o por el contrario, ¿Hubo una lenta evolución biológica entre unos y otros? Esa es la prehistoria, de donde no nos han llegado huellas claras sobre qué fue lo que realmente pasó. Es posible pensar que este misterio persistirá por siempre.


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