Otra explicación para las enfermedades por autoinmunidad
( Publicado en Revista Creces, Julio 1999 )

Cuando el sistema inmune se convierte en traidor y comienza a atacar sus propios tejidos, podría tener un culpable oculto que lo habría inducido a la traición: estas serian células de la madre que habrían pasado al feto durante su vida intrauterina.

Las enfermedades autoinmunes, en que el sistema inmunológico ataca sus propios tejidos, en algunos casos podrían deberse a que células maternas habrían pasado a través de la placenta a la sangre del feto. A su vez los investigadores han sospechado que las mujeres podrían también contraer enfermedades autoinmunes, porque células del feto habrían pasado a la sangre materna, persistiendo allí por décadas.

Se ha observado que muchas condiciones autoinmunes aparecen como enfermedades de "injertos versus huésped", en que las células de un órgano trasplantado desencadenan una respuesta inmune contra el huésped. Esto ha llevado a especular a los investigadores de que el microquimerismo (se ha llamado así a una condición en que pequeñas cantidades de células de otras personas persisten en el organismo recipiente) podría ser causante de algunos casos de enfermedades autoinmunes. Esta idea se ha reforzado por el hecho que las enfermedades por autoinmunidad son más frecuentes en las mujeres que en los hombres, quienes podrían haber estado expuestas a células fetales durante el embarazo. Así por ejemplo la escleroderma, una enfermedad autoinmune que produce engrosamiento de la piel y que también daña los órganos internos, es 9 veces más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Hace dos años, investigadores en Boston, hicieran el sorprendente descubrimiento de que las células fetales pueden sobrevivir en la mujer hasta después de 25 años del embarazo. Desde entonces, otros estudios han demostrado que las mujeres que padecen de enfermedades autoinmunes, como la escleroderma, presentan una alta incidencia de microquimerismo.

El hecho es que en un estudio reciente se detectaron células masculinas en 32 de 69 mujeres con escleroderma y sólo en 1 de 25 mujeres que no tenían la enfermedad. Por otra parte, mujeres con escleroderma y micraquimerisma tenían 10 veces más células extrañas en su cuerpo que las mujeres con microquimerismo que no sufrían de enfermedades de autoinmunidad.

El obstáculo en esta teoría es que también hay hombres con enfermedades autoinmunes. Sin embargo, recientemente en la reunión del Experimental Biology `99, celebrada en Washington D.C. los investigadores mostraron haber descubierto que también las células maternas pueden pasar al feto y sobrevivir por décadas después de nacido éste.

Lee Nelson y sus colaboradores de la Universidad de Washington en Seattle, presentaron un caso de un enfermo de sexo masculino de 47 años, que padecía de escleroderma y que tenía células maternales en su organismo.

Los investigadores también estudiaron a un niño de 15 años que padecía de lupus (otra enfermedad por autoinmunidad que ataca a la piel y órganos internos) en el que encontraron células femeninas, que genéticamente estudiadas, demostraron que pertenecían a su madre.

Nelson admite que estos hallazgos son sugerentes, pero que aún hay mucho camino que recorrer para llegar a afirmar que las células maternas realmente despiertan una autoinmunidad. Según Antony Rosen, un experto en autoinmunidad de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, opinó que la hipótesis le parece razonable y que estos datos preliminares parecen confirmarla. "Habría que seguir investigando", dice Rosen.

Carol Artlett de la Universidad Thomas Jefferson, en Philadelphia, que ha encontrado células maternas en ocho hombres que sufren de escleroderma, afirma que el microquimerismo no puede explicar toda la historia, ya que estas células extrañas también se encuentran en personas que no sufren de enfermedades por autoinmunidad. El sugiere que tal vez la autoinmunidad se podría gatillar por alguna infección viral, que produciendo alguna modificación de las células extrañas, induciría el ataque inmunológico que, por error, atacaría también a las células de su propio organismo. En todo caso el hallazgo es novedoso e interesante y sin duda que va a inducir nuevas investigaciones.



Nell Boyce


(New Scientist, Abril 24 de 1999).


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