Cuando los hombres envejecen
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2000 )

Con la edad, los hombres disminuyen el deseo sexual, y pierden fuerza en la erección del pene. Ello coincide con la disminución de los niveles de hormona masculina (testosterona). Sin embargo su reemplazo no parece ser un tratamiento aceptado por todos los especialistas, mucho se teme que detrás de ello haya un fuerte interés comercial.

Para los hombres, como también para las mujeres, con los años llega inevitablemente al momento de la declinación sexual. En los primeros se traduce en disminución de la libido y disfunción de la erección, y como también sucede a las mujeres, se hace aparente la osteoporosis, la flacidez muscular de brazos y piernas, fatiga y alteraciones del sueño. Acompañando todos estos síntomas, se produce una disminución de la producción de testosterona y también probablemente del número de espermatozoides. En la mujer, este proceso se denomina climaterio y es causado por una abrupta declinación de los niveles de hormonas sexuales femeninas, y está perfectamente definido por la cesación de los períodos menstruales.

En el hombre en cambio, el proceso no es más insidioso, y se caracteriza por una lenta declinación de los niveles de testosterona, disminución paulatina de la libido y dificultades para mantener una erección útil. Sin embargo, si bien disminuye el número de espermios en cada eyaculación, a diferencia de la mujer, aun puede ser fértil por muchos años.

La solución, como lo es en el caso del climaterio en la mujer, parece obvio: administrar la hormona masculina (testosterona) que este declinando. De esta forma se piensa que se aminorarían las molestias. De hecho, la administración de testosterona ha sido una práctica corriente durante los últimos años, ya sea a través de dolorosas inyecciones, o la aplicación de parches dérmicos que desgraciadamente producen desagradables dermatitis. Para evitar estas molestias, ha aparecido en el mercado americano, un nuevo tipo de testosterona más amigable, que viene en forma de gel (Androgel).

Los síntomas propios del envejecimiento masculino tienen grandes variaciones de un individuo a otro. Según Richard Petty, director del WelIMan Clink, la disminución de la testosterona sanguínea cae de 23 nanomoles por litro a los 40 años, a un promedio de 13 nanomoles sobre los 75 años. Petty señala además que, en la misma medida que caen los niveles de testosterona, también disminuye la fuerza de la erección. Es así como de acuerdo a estadísticas de Massachusetts Male Aging Study de Boston, a la edad de 50 años, un 30% de los hombres sufre algún tipo de disfunción de la erección. Esta cifra se eleva al 50% a los sesenta años y a un 70% a los setenta. Sin embargo, sólo una fracción de estos es completamente impotente, considerando como tal cuando desaparece completamente la erección o ésta es extremadamente frecuente.


Resultados del tratamiento

Respecto al tratamiento hormonal, no hay acuerdo unánime. Petty, es gran partidario del reemplazo hormonal (testosterona), y en su opinión, los pacientes que reciben implantes subcutáneos de testosterona, mejoran la erección, su comportamiento sexual y se sienten mejor. También afirma, que de la revisión de la literatura de más de 50 ensayos clínicos, demuestran que la administración de testosterona también aumenta la densidad ósea, incrementa las fuerzas, mejora el ánimo, aumenta la libido y disminuye la cantidad de grasa en el tronco.

Sin embargo no todos están de acuerdo. John McKinlay director del New England Research Institute en Watertown, dice que muchos de los ensayos clínicos publicados han sido realizados con pocos pacientes y en general han sido mal diseñados. De los pocos que a su juicio están bien realizados, sólo presentan escasas evidencias de que la administración de testosterona mejore realmente la salud durante el envejecimiento. Según su criterio, la administración sólo estaría indicada en aquellos casos en que los niveles de testosterona están bajos para la edad.

Lisa Tenover, geriatra de Emory University en Atlanta, presentó a comienzos del 2000, en el Segundo Congreso Internacional de Envejecimiento Masculino, un trabajo con interesantes resultados. Se trataba de un ensayo de tres años de duración, en que los resultados se comparaban con un grupo placebo control. Eran 70 hombres mayores de 70 años, que tenían niveles de testosterona sanguínea levemente por debajo del valor normal para la edad. En ellos se noto que aumentaba la masa muscular, disminuía la grasa corporal y aumentaba la fuerza. Todos estos cambios eran estadísticamente significativos, en relación con el grupo control que recibieron placebo.

Pero lo más impresionante de ese trabajo, se relacionaba con la densidad ósea. Esta aumentaba en un 10% en la columna y un 3.5% en las caderas. Valores semejantes a los de las mujeres que reciben estrógenos durante la post-menopausia. Según Tenover, esto es importante, porque contrariamente a lo que se piensa la osteoporosis es también frecuente en los hombres.

Tenover aún no ha elaborado sus datos del ensayo clínico, en relación al efecto de la testosterona en la función sexual, sin embargo cree que ella ha sido beneficiosa en pacientes que presentan problemas verdaderos de disminución de la libido y bajos niveles de testosterona. Pero ellos por lo general, son una pequeña fracción de los que presentan disfunciones de la erección. Para la gran mayoría de los pacientes con disfunción de la erección, esta no es producida por una disminución de la libido o disminución de la testosterona, sino que es debida a problemas circulatorios y daños nerviosos, generalmente secundarios a diabetes. Según ella, el resto de las disfunciones de la erección, se debe a factores psicológicos o traumas físicos. "Sólo alrededor del 5% de las disfunciones de la erección de los mayores de 50 años, se deben a baja de la testosterona", dice Tenover. Sin embargo la testosterona juega un rol importante en la libido y si esta desaparece, obviamente afecta en el número de erecciones. En estos casos de falta de erección, el Viagra es el mejor tratamiento. Esta droga disminuye la degradación de una substancia que relaja la musculatura lisa del pene, la que lo lleva a éste a llenarse de sangre (Creces, Junio 1998, pág. 15). Pero el Viagra es caro, no es efectivo en todos y además tiene el inconveniente de que hay que tomarlo una hora antes de que se produzca la erección.

Una opción más simple, es el ejercicio. De acuerdo a un estudio del grupo de McKinlay, sólo el caminar rápidamente algunos kilómetros cada día, reduce el riesgo de disfunción de la erección en un 20%, con relación a los hombres sedentarios. Los que hacen diariamente más ejercicio, reducen el riesgo en un 50%.

McKinlay dice estar preocupado por la tendencia incremental al uso de hormonas. Su equipo ha entrevistado a 153 endocrinólogos de Europa, Australia y los Estados Unidos, preguntándoles cuándo ellos consideran que se puede afirmar que un hombre presenta hipogonadismo (baja función de los testículos). Encuentra que la mayoría en Europa y Australia afirman que es cuando los niveles de hormona sanguínea están por debajo de 9 nanomoles por litro. En cambio en los Estados Unidos, se considera hipogonadismo, cuando estos están bajo 12 nanomoles por litro, lo que significa incrementar enormemente el mercado de la hormona.

EL Food and Drug Administration de USA, aprobó el AndroGel, con una indicación muy precisa "enfermos en que alteraciones genéticas han detenido el desarrollo testicular". Este organismo ha manifestado su preocupación por la gran demanda de la droga por parte de las personas de edad con niveles de testosterona algo por debajo de lo que le corresponde a su edad, o cuando simplemente tienen síntomas de cansancio o disminución de la libido. Pero ello puede ser causado por otras etimologías, como es el caso de las depresiones, y allí la hormona no sirve para nada. Mientras tanto, es un muy buen negocio para los fabricantes de AdroGel.


El problema parece ser más complejo

No toda la sintomatología de la vejez se debe una deficiencia de testosterona, ya que hay también otras hormonas involucradas. La DHEA (dehidroepiandrosterona), que se produce en las glándulas suprarrenales, pero también es la consecuencia de la degradación de la testosterona en el hígado. También hay que considerar la hormona denominada "factor de crecimiento semejante a la insulina", que también se produce en el hígado, y por último la "leptina". Todas estas tienen influencia en la libido, en el tamaño de la masa muscular y en las alteraciones del sueño. "El problema es que todos se han concentrado en la testosterona, y se debe mirar todo el espectro", dice Alvaro Morales, urólogo y oncólogo de la Universidad de Queen, en Kington Ontario.

Por último existe la sospecha fundada que la administración de testosterona podría incrementar el riesgo de cáncer de la próstata. En este sentido hay varios trabajos en marcha. Más aún, uno de los efectos secundarios es irónicamente la impotencia. En todo caso, antes de prescribir hormonas, conviene descartar la existencia de factores de riesgo de cáncer de la próstata, como es por ejemplo la elevación del "antígeno prostático específico".

También es importante determinar previamente la cantidad de glóbulos rojos, ya que la testosterona puede aumentarlos hasta alcanzar niveles peligrosos y llegar a producir un infarto.

Con todos estos desacuerdos y riesgos, no es raro que hay preocupación por el abuso en el uso de testosterona como tratamiento de la impotencia masculina. En la consulta de un urólogo, había el siguiente aviso: ¡Si Ud. no está confundido, es que no está informado!. Con todo, es de esperar que en el futuro se llegue a disponer de una hormona efectiva y que esté libre de riesgos.


Para mayor información ver artículo de Rachael Nowak, publicado en New Scientist, Julio 22 del 2000, página 36.


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