Una vacuna para curar la drogadicción
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 2000 )

Frente al tremendo problema de la drogadicción, existen expectativas de llegar en corto plazo a disponer de una vacuna que permita recuperar a un drogadicto, o impedir que sienta placer alguien que ingiera una droga. ¿Hasta que punto podría esta usarse coercitivamente?

Para un adicto a la droga, abandonarla es algo muy difícil de lograr. El mayor problema son las recaídas. Cuando por voluntad propia se somete a un tratamiento, es posible lograr un período de abstinencia, pero pronto se sucumbe a las ansias por la droga y comienza un interminable ciclo de tratamientos y recaídas. Desde hace tiempo que se busca disponer de algún medicamento que capte la droga en el organismo e impida la entrada de la misma al tejido cerebral, que es el lugar en que esta actúa y produce la dependencia. Dentro de las posibilidades, se ha pensado en un anticuerpo que se una a la droga en el organismo y la inactive o degrade, y que además impida que esta llegue a afectar las neuronas del cerebro.

Charles Schuter, que fue Director del National Institute on Drug Abuse (NIDA) en Washington, y ahora esta en Wayne State University en Detroit, Michigan, hace años desarrolló la idea de fabricar una vacuna, uniendo una molécula semejante a la heroína, a una proteína, que al inyectarla sería detectada por el sistema inmune, que reaccionaría produciendo un anticuerpo que la bloquearía. La idea surgió cuando un colega de Schuter desarrolló un anticuerpo para tratar personas que por accidente tomaban una sobre dosis de digital (la droga que se usa para el corazón, que en exceso puede ser mortal). En esa ocasión, la idea era que al inyectar un anticuerpo este pudiera unir a la droga y bloquearla, impidiendo que ejerciera su acción.

Un anticuerpo contra la droga, tendría además la ventaja que siendo este una molécula de gran tamaño, no podría penetrar la barrera que aísla el tejido cerebral, con lo que la droga no podría actuar a ese nivel. De este modo Schuster preparó su vacuna y la inyectó en monos adictos a la heroína. Ellos habían sido entrenados previamente para apretar un botón, que les administraba la heroína directamente en la vena. El resultado fue espectacular, observando que a los monos adictos, después de inyectado el anticuerpo, les daba lo mismo apretar el botón que le suministraba heroína o el que le suministraba suero salino (Nature, vol. 252, pág. 708). Desgraciadamente Schuster observó que el efecto duraba poco, y los niveles del anticuerpo caían a las pocas semanas, por lo que había que estarlo inyectando constantemente. Por otra parte, si se le administraba un sobre dosis, el anticuerpo se saturaba rápidamente y el animal volvía a su hábito de inyectarse la heroína.

Por varios años se abandonaron estas investigaciones, tanto por lo limitado de su efecto, como también porque en aquella época aparecieron nuevas drogas que aparecían tener excelentes resultados, como era el caso de la metadona y la naltrexona, que bloqueaban la acción de la heroína compitiendo con ella, uniéndose a los mismos receptores de la membrana de las neuronas, con lo que se bloqueaba la entrada de la droga al interior de la neurona.

Pero ahora, se ha vuelto a pensar en la misma idea, de preparar una vacuna que induzca en el organismo la formación del propio anticuerpo, pero que tenga un efecto duradero. Kim Janda del Scripps Research Institute en la Jolla, California ha desarrollado una vacuna que inyectada a ratas, produce anticuerpos y suprime dramáticamente los efectos psicoactivos de la cocaína, desapareciendo también la hiperactividad y el olfateo que esta produce en la rata (Nature, vol. 378, P. 727). Bárbara Fox y sus colaboradores de la empresa Immulogic, también han preparado una vacuna para la cocaína, que la ha ensayado en ratas, siguiendo el mismo modelo experimental que antes Schuster había ensayado en monos. También observó que la rata dejaba de inyectarse cocaína (Nature Medicine vol.2, p.1129).

El progreso en el diseño de estas vacunas, ha sido significativos y se ha logrado que los niveles de anticuerpos permanezcan activos entre meses y dos años. Ya se han iniciado los ensayos en 34 voluntarios adictos a la cocaína, observando que en todos se produjeron niveles substantivos de anticuerpos, que se pudieron detectar hasta un año después.

Donald Landry y sus colegas de la Universidad de Columbia han conseguido producir anticuerpos que no sólo capturan la cocaína, sino que además la destruyen, lo que los hace aun más efectivos. Para ello se inyecta simultáneamente la vacuna, y un anticuerpo monoclonal que tiene esta acción "catalítica", que degrada la droga (New Scientist, Junio 10, pág, 23, 2000).

El hecho curioso es que la administración de la vacuna al drogadicto, le elimina los efectos agradables de la cocaína y solo le dejan los efectos desagradables, como son las nausea y la ansiedad. Por ello termina por no seguir con la droga.

Por ahora todos están optimistas y ello se traduce en que son varios los laboratorios universitarios que trabajan en el tema y por lo menos ya son cinco las empresas comerciales que han desarrollado sus propias vacunas, no sólo para la adicción de cocaína, sino también para otras drogas que producen adicción, como la fenciclidina (PCP), la metamfetamina e incluso la nicotina. Algunos ya están en la etapa de ensayos clínicos en adictos, y se piensa disponer de diversas vacunas en un futuro muy próximo.


Ahora aparecen las dudas éticas

La vacuna suprimiría los efectos placenteros de la droga y muchos se preguntan si ¿Es ético privar de ellos contra la voluntad de la persona? ¿ Se justifica, por ejemplo, vacunar a alguien porque simplemente pertenece a un grupo que se estima que esta en riesgo de llegar a ser drogadicto? ¿Pueden los padres tomar esta decisión respecto a sus hijos?.

La respuesta sería fácil para aquellos drogadictos que voluntariamente manifiesten su deseo de abandonar la droga, pero ¿Puede a alguien que llegue drogado al hospital, inyectársele la vacuna?, o ¿Puede ésta usarse coersitivamente?. Muchos piensan que se necesitaría una legislación especial que autorizara a los padres a decidir por sus hijos, si es que estos ya se ha iniciado en la droga y no tienen la voluntad de abandonarla. Puede por ultimo, alguien dar su consentimiento en un momento dado y posteriormente arrepentirse. En tal caso nada se podría hacer, dado que el sistema inmunológico no se puede poner en marcha atrás.

En todo caso, frente al tremendo problema de la drogadicción que amenaza a la sociedad entera, y dado que no existen tratamientos efectivos para tratar un drogadicto, bienvenida sea una vacuna si ésta da posibilidades de exito.


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