( Publicado en Revista Creces, Agosto 1988 )
La convivencia armónica constituye un anhelo espiritual y moral de la humanidad. Lamentablemente, nuestros actos, individuales y de grupo, nada hacen para alcanzar señalada meta. Un vistazo al mundo animal nos permite apreciar como en algunas comunidades se logra este objetivo buscado con tan poco éxito por el género humano.