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    ( Publicado en Revista Creces, Marzo 2004 )

    Un informe reciente viene a plantear de nuevo la controversia que se extiende por 14 años ¿Están realmente disminuyendo los espermios en hombres de países occidentales? Hasta ahora han sido varios los informes que relatan una disminución del recuento en muestras de semen tomadas durante los últimos años (Se culpa al Yodo de la disminución de espermios). Un nuevo estudio realizado por Siladiya Bhattacharya de la Universidad de Aberdeen, en Inglaterra, recolecta la información del examen de recuento de espermios que se han realizado en el hospital, en 16.000 muestras de semen, pertenecientes a 7.500 hombres, durante el período comprendido entre los años 1989 y 2002. Bhattacharya encuentra que durante este período, la concentración de espermios en el hombre ha caído de 87 millones a 62 millones por milímetro (New Scientist, Enero 10 del 2004, pág. 6).

      ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

      Una tradición subterránea, difícil de erradicar

      "Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

      Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

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